Hay un dicho popular que indica que “El rugido de los océanos es música para el alma”. Seguro que esto es lo que están sintiendo los estudiantes que, embarcados en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano, están surcando el mar en una especial misión internacional. Entre ellos, encontramos a una cadete que destaca entre el resto: la princesa Leonor, que sigue con su formación militar.

Esta nueva aventura de la heredera, que tiene claro su misión como próxima cabeza de los ejércitos cuando reemplace a su padre, la va a llevar por todo el mundo con esta travesía que nada más empezar ya ha dejado grandes momentos. Pero aparte de la emoción contenida de Felipe VI y Letizia mientras decían adiós a su hija en Cádiz, o los primeros días en las Islas Canarias, ahora toca afrontar partes muy duras de la navegación. 

Leonor Elcano
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Como una más, Leonor ha encarado su formación militar con mucha displicencia y aprendiendo tanto de sus compañeros como de todas estas experiencias, en las que se implica por completo. Pero esto también ha vivido, al igual que todos sus compañeros y compañeras, duros entrenamientos y seguir un complicado horario marcial. A eso, se suman algunos sacrificios que la joven ha tenido que hacer para llevar a buen puerto, y nunca mejor dicho, su formación militar. 

El día a día de Leonor en Elcano 

Muchas veces, cuando pensamos en una travesía marítima, nos viene a la mente el concepto de “crucero” pero esta aventura difiere muchísimo de esto. Todos los cadetes se están formando para ser guardiamarina y eso implica, además de clases teóricas, también mucha formación práctica y maniobras para aprender correctamente cada una de las cosas imprescindibles para convertirse en un miembro de derecho del ejército del agua. La rutina a bordo del buque escuela no es nada sencilla. 

Cada jornada empieza muy temprano. Antes de las 7 de la mañana suena la alarma, o como dicen en vocabulario militar, el toque de diana. Después, hay un tiempo para asearse y dejar la cama y la habitación compartida impecables antes de comenzar sus clases teóricas y prácticas que ocupan buena parte de la mañana. Tras un breve descanso para el almuerzo, las actividades obligatorias continúan hasta aproximadamente las 18:00 h.

Leonor Elcano
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Tras esto, es cuando los guardiamarinas disponen de un rato de descanso que pueden usar para estar juntos, leer o jugar a las cartas. No disponen de televisión y la conexión a internet es limitada, por lo que deben encontrar formas, juntos o en solitario, de poder entretenerse. El día termina oficialmente a las 22:30 h con el llamado toque de silencio, salvo para quienes tienen que cumplir con guardias nocturnas.

La intensa convivencia en el barco 

Aunque el barco es enorme, el espacio sigue siendo muy reducido para acoger a todos los cadetes. Leonor comparte esta experiencia con otros 75 guardiamarinas, de los cuales solo ocho son mujeres. “Son un equipo. Ella está poniendo todos sus conocimientos a prueba, como el resto de compañeros”, explican en Monarquía Confidencial según fuentes cercanas a palacio. 

La infanta comparte habitación con otras compañeras de su promoción. Los camarotes tienen literas triples y un pequeño espacio para guardar las pertenencias personales. Pero también hay momentos para la desconexión, porque como indican algunos medios, una de las tradiciones más esperadas de la travesía es cuando suena la mítica canción ‘Paquito el Chocolatero’ la tarde de los jueves, donde la música y el buen ambiente ayudan a conectar y divertirse juntos. “Parece un reality para buscar pareja, pero será algo más Supervivientes”, explica el experto en realeza, Martín Bianchi, en la Cadena Ser. 

Leonor
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Las complicaciones extras de Leonor

Como decíamos al principio, Leonor está viviendo esta aventura como todos los y las estudiantes del barco, pero para ella hay una serie de complicaciones extras debido a su cargo. A la nostalgia general del grupo, por pasar tanto tiempo lejos de su familia, y el estrés de los complicados horarios y clases, se suma que la princesa está faltando también a algunos de sus compromisos reales.

Por ejemplo, ayer vimos como la heredera de Países Bajos, Amalia de Holanda, acompañaba a sus padres, Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda, a la celebración de la conmemoración de los 80 años de la liberación de Auschwitz.

En este encuentro ‘royal’ que se produjo en Polonia, seguro que se echó de menos la figura de Leonor, que habría ido acompañando también a sus padres de no encontrarse en medio del océano Atlántico. Aunque no poder estar presente en ciertos momentos importantes para la corona española tiene su peso en su futura responsabilidad, lo cierto es que Leonor está plenamente dedicada a este desafío.

Leonor
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Siguiendo los pasos de su padre 

Durante seis meses, recorrerá ocho países y más de 20.000 millas náuticas, siguiendo así los pasos de su padre, el rey Felipe VI, que también pasó por esta etapa en su juventud. Este viaje tiene además un significado especial para la princesa, ya que revive una tradición familiar.

“El rey está muy pendiente de su hija e intenta contarle su experiencia, para dotar a Leonor de ideas de cara a sus destrezas en el buque escuela”, explican en Monarquía Confidencial. El rey siempre ha recordado esta experiencia como una de las más importantes de su vida y por eso no ha dudado en animar a su hija, y todos sus compañeros a aprovechar al máximo esta travesía.