María Teresa Campos, Ana Rosa Quintana, Susanna Griso, Joaquín Prat... Son muchos los reputados profesionales de la televisión que figuran -o han figurado- en la lista de nombres que se han disputado el reinado de las mañanas en la pequeña pantalla. No obstante, si hay algo que constatan las cifras de audiencia, es que quien se maneja a la perfección en la franja es Alfonso Arús. El catalán, que desde el 2018 aterrizó en LaSexta con 'Aruser@s', no tiene rival.
Todo gracias a un formato que despierta a los telespectadores de lunes a viernes a las 7.30 horas y asentado en las parrillas desde antes de ser adquirido por Atresmedia. Y es que la trayectoria de Arús ya brillaba en Catalunya, en la extinta 8TV y con el mismo espacio que antaño se llamaba 'Arucitys' y llevaba en antena desde el 2002. El culmen de más de tres décadas de trabajo que le han valido para llevar un muy buen nivel de vida. Y para muestra, esta espectacular mansión donde vivía con su mujer Angie Cárdenas y sus cuatro hijos.
Estancias de lujo, pero con toques muy tradicionales
Una casa de ensueño a la que no le faltaba detalle alguno, tal y como quedó constatado cuando en el 2018, y coincidiendo con su gran salto a la televisión de alcance nacional, la puso a la venta por 2.999.000 euros. ¿Precio elevado? Depende del ojo, aunque es evidente que una vivienda de estas características no podía salir barata.
Comenzando por algo tan básico como el terreno de la parcela, de más de 2.830 metros cuadrados -tal y como se reflejó en los portales inmobiliarios donde se ofertaba-, de los cuales estaban construidos 920. Esos que en el interior albergaban zonas amplias y luminosas, como esta zona de recibidor que conecta diferentes estancias y plantas, entre muebles de estilo mediterráneo y tradicional.
Precisamente el mismo estilo que se apreciaba en el resto de estancias, como el impresionante salón en el que la madera y lo clásico vuelven a imponerse. Con la particularidad de un sofá fucsia de lo más llamativo que rompía con los tonos tierra de paredes, techo y el resto de objetos. Ese que precede a una de las joyas del inmueble, que es la gran mesa de billar de la que seguro disfrutaron más de una vez con amigos.
Y en la línea de lo mediterráneo y el gusto por la tradición: la cocina. Una estancia muy especial, en la que las vigas vistas del techo aportan un toque rústico que combina a la perfección con la disposición del resto de elementos. Entre ellos, los azulejos en contraste que revisten la zona superior de la encimera, las zonas de almacenaje o esos fogones que simulan solera. La máxima expresión de lo 'vintage'.
De su propia biblioteca a un gimnasio totalmente equipado
El caso es que no todo es tan sumamente señorial en esta casa. Para muestra esas habitaciones más mágicas. Esas que difícilmente encontraríamos en una casa que no es casa vivienda, como podría ser una biblioteca propia.
Además, siendo el rincón de lectura una de las zonas que más contrastaba con la estética tradicional imperante, puesto que más allá del mueble que funciona de librería, se destacabanlos motivos orientales -como budas- y un mural con cebras en la pared. Eso y uno de los premios Ondas que Alfonso ganó por su trabajo, fuese el de 1989 por 'Arús con leche' o el de 2012 por 'Arucitys'. Pero es que no era esta la única de las infraestructuras que pueda sorprender.
Porque también había un gimnasio. Y no un gimnasio cualquiera. Uno de esos que poco o nada tendría que envidiarle a uno comercial, puesto que no le falta ni una máquina. Totalmente equipado, como también lo estaba el bar.
¿Un bar? Sí, un bar. Su propio bar. Con su barra, sus taburetes altos, grandes neveras para almacenar bebidas e incluso un par de carteles de 'Martini' y 'Moët & Chandon'. ¿Quién necesita salir a tomar una copa fuera de casa cuando ya se tiene algo así dentro?
Un exterior en el que el concepto 'chill out' cobra sentido
Y si el interior impresiona, revisar el exterior también invita a quedarse atónitos. Empezando por esa zona 'chill out' que más honor al propio concepto de relajarse al aire libre no podría hacerle.
En una preciosa zona de porche con arcos y vigas vistas, quedaba recogido este punto de encuentro ideal para descansar fuera del inmueble. Con amplios sofás de exterior en tono oscuro, dos en formato individual y todos con cojines claros, rodeando una robusta mesa madera perfecta para cualquier reunión. Y con vistas de escándalo. Tanto al paisaje, como al resto del jardín.
Ese jardín inmenso en el que, entre otras tantas zonas más o menos verdes, nos topamos con este paraíso. Una piscina turquesa, rodeada de hamacas y palmeras, que era perfectamente digna de un hotel cinco estrellas. La guinda del pastel a un hogar que, con el tiempo, dejaron de sentir hogar porque se les quedaba grande.