Que si risitas por aquí, risitas por allá. Ahora me tapo la boca de la vergüenza, ‘tía, qué lache’… Parece el jugueteo de cualquier adolescente al uso de 17 años, pero lo cierto es que quien hacía todo eso era, nada menos, que una princesa. Una infanta, para ser más exactos. La adolescencia, que no perdona ni a la realeza...
La sorpresa que la infanta Sofía y su hermana Leonor le dieron a su padre aún genera titulares. Días más tarde del aniversario de la proclamación, se ha filtrado el comentario, al oído y que supuestamente no debíamos escuchar, de Sofía a Leonor. La hija más pequeña de Felipe VI, y también la más espontánea, ha sido víctima de un micro abierto.
El discurso de Sofía y Leonor en el día más importante de su padre
La infanta Sofía acaba de volver de su primer año estudiando en el extranjero. La hija de Letizia, sigue la estela marcada por su hermana, quien, antes que ella, también cursó bachillerato en el Atlantic College de Gales, una reputada institución, donde jóvenes de la realeza y otros becados comparten día a día. Una ocasión única para crecer y dar el salto al mundo adulto; desprendiéndose así de muchos miedos infantiles. Pero la vergüenza, de momento, parece no querer abandonar el cuerpo de las hermanas.
Cuando el pasado 19 de junio, Leonor y Sofía se pusieron en pie, móvil en mano, para pronunciar un discurso de gratitud y admiración dedicado a sus padres; la más joven de las dos, presa de la angustia del momento, veía cómo su rostro se enrojecía y dudaba de sí misma nada más tomar la palabra. “Papá, mamá, majestades, perdón por colarnos, pero nosotras también tenemos algo que decir”; arrancaron las jovencitas.
Letizia, la directora en la sombra
Las adolescentes dieron las gracias por esta década en la que sus padres las han llevado de la mano y les han mostrado lo que es realmente el oficio de representar a la corona y de ser digno ejemplo de compromiso con los españoles y españolas.
Felipe tenía los ojos enrojecidos por la emoción. No daba crédito a la sorpresa, de la que, en absoluto, estaba al corriente. Letizia había sido la instigadora en la sombra. Y, si no había sido suya la idea, sí que era la que conocía todos los detalles de la misma. Ella, comunicadora nata y maestra ‘cum laude’ del refinado arte de dar discursos, probablemente había estado ensayando con las jóvenes para que todo fuera perfecto. De hecho, no dudó en hacer sonar su copa hasta en dos ocasiones para que todos los comensales invitados al almuerzo ofrecido para celebrar estos 10 años de reinado hicieran caso a lo que tenían que decir sus hijas.
La pillada de Sofía
Las niñas hablaron con naturalidad y ternura. Haciendo gala de una valoradísima naturalidad en una institución que, a veces, se antoja anticuada y encorsetada. Sus palabras fueron aire fresco y renovación de compromiso, en un discurso que no pudo resultar más adorable y emotivo. Fue el gran momento del día, pero Sofía, consumida por la vergüenza, le dijo al oído de su hermana mayor: “¡qué desastre!”, sin imaginar que un micro abierto lo estaba captando todo.
Y de desastre nada. Las dos estuvieron soberbias y dieron una lección magistral de responsabilidad con los futuros cargos que ocuparán el día de mañana dentro de la institución. Con un pequeño extra de emotividad que cautivó a todos.
El prometedor futuro de Sofía y su paso al frente en la Corona
Mucho se ha hablado de que Felipe y Letizia han protegido, en demasía, a sus hijas. Leonor ha llegado a la mayoría de edad siendo, prácticamente, una desconocida para los españoles; pero esto respondía a la estrategia macada por sus progenitores para educarlas. Y es que, no ha debido resultar para nada fácil mantener un complicadísimo equilibrio entre la esfera pública y la privada.
No han tenido prisa a la hora de compartir detalles íntimos de su familia ni de las menores. Mientras monarquías como la danesa o la holandesa los hijos de los reyes o de los herederos están muy presentes en las tareas de representación; Felipe y Letizia decidieron, de manera conjunta, que sus hijas no lo harían.
Así, como dos niñas más, han estado centradas en sus clases y en sus estudios. Teniendo amistades de sus respectivos centros de enseñanza y llevando, dentro de lo posible, una vida de lo más normal. En cambio; todo parece estar a punto de cambiar.
El próximo otoño, cuando Sofía esté cursando su último año en el internado galés; la infanta regresará a España para presidir su primer acto en solitario. Una exposición fotográfica con la que podremos ver cómo se maneja en esta clase de actos sin ser el bastón de apoyo de Leonor y sin tener a sus padres al lado como referentes.
El pasado miércoles, mientras las dos hermanas recorrían las Colecciones Reales junto a varios jóvenes de su edad, en un acto enmarcado dentro de las celebraciones de los 10 años desde la proclamación, pudimos presenciar ese tímido sobresalir de Sofía, a quien todavía le cuesta adquirir relevancia. Es normal, lleva 17 años a la sombra de su hermana mayor, la heredera. La adolescente tiene perfeccionadísima la estrategia de moverse en el segundo plano y procurar destacar lo menos posible (aunque por su divertida espontaneidad nunca lo consiga).
Ahora toca hacer acopio de madurez y valentía. Respirar hondo y tragarse la vergüenza. Aprender que nunca nada “es un desastre”, todo es un avance. La nueva Sofía pide paso.