La guerra no se detiene. Una de esas guerras que es fría, pues la inagotable disputa entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin dista de reproches o acusaciones públicas. Justo cuando se cumple un año desde que la hermana del rey Felipe formalizó de una vez por todas su divorcio del jugador de balonmano, y tras tomar la decisión de volver a instalarse en España después de varios años viviendo en Ginebra, parece que el conflicto sigue más vivo que nunca.
Solamente es preciso echar un ojo a esas informaciones que remiten a que, a pesar de estar todo -aparentemente- zanjado entre los exduques de Palma, todavía hay asuntos sin resolver. Véanse acuerdos como el que ocupa la pensión que Cristina abona a Iñaki, pues según informó el portal 'Monarquía Confidencial' él pide más dinero y ella "no está dispuesta a aceptar más chantajes". Lo anterior, además de lo que aplica a la familia que antaño construyeron y comprende a sus cuatro hijos.
Juan, Pablo, Miguel e Irene ya no son pequeños. Los cuatro han emprendido ya su propio camino y cada vez son más los pasos que dan para definir su futuro. Un futuro en el que también existe la figura de la abogada Ainhoa Armentia, la nueva pareja de su padre. Será con ella y con Urdangarin con quienes pasen la Nochevieja, tal y como apuntó el digital 'Vanitatis'. Una nueva forma de proceder ante la que, con su última aparición pública, la hija del emérito Juan Carlos I ha marcado territorio.
Cristina vuelve a la grada acompañada de sus incondicionales
De una forma sutil a la vez que cargada de significado. El caso es que la última de las visitas de Cristina a la grada para ver jugar a su hijo Pablo, también profesional del balonmano como lo fue su padre, no ha sido como los demás. No al menos en lo que al simbolismo se refiere, y menos todavía teniendo en consideración que, después de mucho tiempo sin hacerlo, recientemente apostó Iñaki por ir a ver un partido de su hijo en el palacio de Deportes de León. Por primera vez junto a Ainhoa.
Un gesto público que en medio de la polémica por las asignaciones económicas y otros tantos quebraderos de cabeza no pasó inadvertido. Sobre todo si se revisa lo poco que le gusta al excuñado del Rey estar en la primera línea mediática desde el estallido del Caso Nóos y su paso por la prisión. Algo a lo que, con tanta agudeza como contundencia, la infanta ha respondido retomando su rol de 'fan número uno'. Y no lo ha hecho sola.
Además de su nuera, Johanna Zott, con la que Pablo Urdangarin demuestra tener ya una relación más que consolidada, allí también ha estado su hijo mayor. Sin lugar a dudas, una estampa familiar cargada de orgullo, en la que los tres incondicionales del deportista se mostraron muy emocionados atendiendo a las jugadas. Entre aplausos, miradas atentas y vítores, no podían estar más pendientes del devenir del partido. También inexorablemente cariñosos cada vez que Pablo se acercaba a ellos.
Porque no solo hubo instantes cómplices con Juan, al que dio la mano con una sonrisa de oreja a oreja, sino también un fortísimo abrazo y beso en la mejilla con su madre.
Un paso al frente para sentar las bases de su 'nueva vida'
Aunque sea este último movimiento un gesto que bebe de la inquebrantable unión de los hermanos y entre madre e hijo, también se extrae una lectura en la que Cristina marca territorio. En la que deja claro que está ahí para ellos en todo momento, sin importar los problemas con el que fue su marido y dispuesta a movilizar a la familia si la ocasión lo requiere. Una muestra más de como es la 'nueva vida' de la infanta, en esta etapa renovada que le ha permitido, como señaló esta misma semana 'EL ESPAÑOL', pensar "solo en ella".
Sin miedo a estar sola y dispuesta a disfrutar de lo que ha venido y lo que vendrá ahora que su separación es oficial. Precisamente eso es lo que le ha permitido, con más soltura y menos angustia, regresar a la Barcelona que durante tantos años sintió hogar y tuvo que abandonar por la presión mediática.
Eso y el retorno a la esfera pública, llegando a coincidir con su hermano en eventos como la boda de Victoria López-Quesada el pasado 31 de agosto, a la que llegaron juntos en el mismo coche. La ansiada nota de naturalidad y concordia. Su vuelta definitiva.