"Confía más en ti misma, aprende de los errores, pero no te martirices con ellos". Ese el consejo que la Almudena Ariza del pasado 2024 le enviaba a su yo de 20 años. Lo hacía en el cierre de una entrevista para 'Forbes', en la que además de repasar algunos de los hitos alcanzados a lo largo de su trayectoria como periodista, también aprovechaba para incidir en la particular situación que se vive al informar desde lugares donde hay conflictos armados.
Es esa la faceta, en la de corresponsal de guerra, en la que la comunicadora ha desarrollado la mayor parte de su carrera. Presente como enviada especial en infinidad de guerras y catástrofes, desde los terremotos de Turquía, Irán o Haití, hasta el tsunami de Indonesia, pasando por territorios calientes en la actualidad como Ucrania o Israel. El vivo ejemplo de una dedicación inconmensurable a la profesión, aunque como en todo los casos, siempre hay más allá de la cara laboral.
Muy deportista y con formación en el terreno musical
La Almudena más desconocida, se la podría acuñar. La que los que se limitan a atender a sus reportajes o transmisiones de información en directo desde la corresponsalía quizás tienen menos fichada. La mujer que es mucho más que el 'gran fichaje' de Jesús Hermida o la compañera Jordi Hurtado en el concurso '¿Cómo se hace?'. Esa que, sin dar excesiva importancia a sus 61 años de edad, a fecha de hoy está instalada en Jerusalén para dar la última hora sobre lo que allí acontece. Un ritmo de vida inexorablemente frenético dado su oficio que en ningún caso le ha sido incompatible con formar una vida personal de lo más interesante.
Basta con echar un ojo a sus aficiones, entre las que se destaca el deporte. Concretamente, el 'running' es su disciplina predilecta, hasta el punto de animarse a participar en carreras entre las que figuran un total de tres maratones y once medias maratones. Sin olvidar, claro está, otra de sus grandes pasiones: la música. No solo por lo mucho que le gusta bailar salsa, sino también desde un plano mucho más profesional, porque se sabe que Ariza estudió guitarra clásica en el conservatorio. Ahí es nada.
Sea como fuere, y por sorprendente que pueda resultar por aquello de ser una 'trotamundos', la madrileña también ha tenido tiempo para formar su propia familia. Evidentemente, algo distinta a las familias convencionales, pues no siempre ha podido estar tan cerca de los suyos como ha querido. Algo que le sigue sucediendo, pero que, afortunadamente, su entorno ha sabido comprender y sobrellevar con la inevitable preocupación al saber de los destinos a los que ha podido ser enviada.
Sus dos hijos han preferido otros caminos profesionales
Y es al entrar en el terreno meramente familiar cuando nos topamos con que Almudena está casada. De hecho, el matrimonio actual de la periodista no es el primero, pues antes de enamorarse de Luis Valdés ya había entonado el 'sí, quiero', con otro hombre. Su nombre es Juan Antonio Carbajo, y de aquella primera unión que se le conoce nacieron sus dos únicos hijos. Adrián, el mayor, y Paula, la menor.
Ambos ya por encima de la treintena y con sus propios senderos vitales. Basta con echar un ojo al currículo, con su primogénito afincado en Bruselas, donde ejerce de 'Policy Officer' para la Comisión Europea, y la pequeña en Barcelona centrada en el diseño de producto para una agencia de comunicación. Dos profesiones que poco o nada tienen que ver con la de su madre, aunque de diferencias ya entiende un rato. Valdés, quien es su marido desde 2016 -aunque comenzaron a salir en 2007, el año en el que se oficializó su divorcio de Carbajo-, tampoco se dedica a hablar de guerrillas o desastres naturales.
"Trabajo en una empresa que ayuda a otras empresas, especialmente del sector servicio, a adaptar su modelo de negocio", reveló el propio Luis en un episodio de 'Madrileños por el mundo' allá por el 2017. Una entrega del mítico programa en la que, además, también se desveló que se conocieron de una forma verdaderamente especial. Fue bailando salsa en Barcelona. Combinando la danza favorita de la cronista y la ciudad condal, donde ahora reside su hija. El comienzo de una bonita historia que, casi dos décadas después y a pesar de los viajes constantes, sigue siendo su motor.