La nostalgia que nace de una afirmación tan contundente como que las cosas ya no son lo que eran. Tampoco lo son los trabajos. La era digital, su inmediatez y la filosofía del consumo de contenidos efímeros ha terminado por transformar universos tan aparentemente asentados como el de los famosos. Rostros VIP que antes recorrían platós de televisión y aparecían en el papel 'couché' a golpe de exclusiva han encontrado vías alternativas para vivir de su popularidad. Complementarias, que no contrapuestas. Un añadido, un más a más al que sacar rédito. Así ha sido como personajes como Tamara Falcó han acabado reconvertidos en lo que hoy día conocemos como un 'infuencer'.
Más allá de su mediática estirpe, sus fans, acuñados seguidores dentro de la red, le permiten ser una más de entre la larga ristra de individuos que han hecho de Internet su oficio. Son más de un millón y medio los que la marquesa de Griñón acumula en su perfil de Instagram. Una cantidad ingente de usuarios que disfruta de sus publicaciones y 'stories' a diario. Todos ellos se adentran en un 'feed' cuidado al milímetro en lo que a la estética se refiere, pero que no estaría contemplando todas las cuestiones que debiera. Y es que, como en todo, la regulación ha llegado a la red para quedarse.
Más en materia de publicidad, ya que cuentas como la de la hija de Isabel Preysler gozan de las virtudes de servir como escaparate ideal para marcas y firmas con mucho prestigio. Es por lo anterior que la legislación ha establecido algunos requisitos de control. Requisitos que, al parecer, ella no estaría cumpliendo a rajatabla. Desde CLARA, nos hemos puesto en contacto con Marc Florensa, experto en redes sociales, para desgranar los entresijos de la estrategia de la 'socialité' en el mundo virtual. ¿Está poniendo en riesgo su faceta como creadora al eludir determinadas restricciones?
El requisito legal que Tamara Falcó estaría incumpliendo
Para Florensa, Tamara es "una 'influencer' por antonomasia". Es decir, "una 'celebrity' que consigue que cualquier cosa que ella haga pueda servir como referente y que la gente quiera imitarla". Toda una experta en usar las plataformas para, además de crear marca personal, generar ingresos. No obstante, un viaje hacia atrás en el tiempo demuestra que no siempre había sido. Si bien la hija de Carlos Falcó comenzó su andadura digital compartiendo contenidos más personales, el gran salto a la profesionalización le llegó en el 2019, año de su participación —y triunfo— en 'MasterChef Celebrity'. "La acercó a la gente. Hizo que la gente de a pie viésemos a una Tamara mucho más normal, que se alejaba de la imagen de pija y era una chica que se podía formar", apunta nuestro experto. Un paso al frente con destino estrellato no-convencional. Éxito alejado de la crónica rosa tradicional que aún hoy día persiste y que, además, se ha seguido potenciando por su participación en espacios como 'El Hormiguero' de Antena 3, así como el enorme interés popular que suscitó su reciente enlace con Íñigo Onieva.
En cualquier caso, no todo estaría tan bien trabajado dentro de su perfil de Instagram, puesto que hay algunas regulaciones legales que la chef no está teniendo en consideración. Concretamente, las que atañen a la Ley General de la Comunicación Audiovisual, cuya razón de ser es reglar la actividad de los creadores de contenido en redes sociales para saber qué pueden publicitar y cómo deben hacerlo. Todo con el propósito de prohibir la publicidad encubierta o subliminal y garantizar, también, la transparencia de las publicaciones que llegan a los internautas. "Viene ya desde 2020, y ella la incumple desde ese año. Es obligatorio poner 'ad' o 'publicidad' en las campañas que son publicidad para no engañar a la audiencia. Ella no lo hace nunca y eso le puede dar problemas", pone de manifiesto Florensa aludiendo a la normativa. Problemas como sanciones económicas que, para personas que tengan entre 500.000 y 1 millón de seguidores —o más, como es el caso de la hermana de Ana Boyer—, podrían ascender hasta los 600.000 euros.
Sea como fuere, nuestro experto recalca que existen posibilidades de sortear estas nefastas consecuencias: "Las multas muchas veces son muy difíciles de poner, ya que algunas de estas colaboraciones vienen por contratos diferentes. Es decir, no es un contrato de colaboración directo en el que ella anuncia una acción y la pone en historias, sino que es un conglomerado de acciones entre las cuales también está ponerlo en redes sociales". Un supuesto que le permitiría a Tamara "acreditar que no es una campaña lo que está haciendo" en el caso de ser advertida. "Puede parecer mucho más orgánico, y en cualquier contrato que se pueda mostrar en caso de denuncia, ella puede acreditar era un complemento", apunta Marc.
En otros asuntos, otra de las cuestiones que se han regularizado más recientemente es la que refiere a la publicidad de productos adelgazantes y médicos y los tratamientos estéticos. Un campo en el que también acostumbra a operar la marquesa desde sus perfiles y sobre lo que Florensa no anticipa cambio alguno: "Ella va a seguir haciendo lo que le dé la gana, va a seguir publicando lo que quiera porque considera que la libertad de publicación va por encima de los derechos de la ciudadanía que están protegidos por los gobiernos. Tiene una visión egocéntrica de lo que es la Ley". "Si es profesional de un campo, tiene que serlo en lo bueno, que es en trabajar y en cobrar, y en lo malo, que es en cumplir con las normativas para que todos los 'influencers' trabajen de forma correcta y apropiada según los estándares internacionales", añade a modo de recomendación.
Los pros y contras de un perfil de Instagram como el de Tamara Falcó
Una de cal y otra de arena. Es evidente que no todo son aspectos negativos y así lo avalan la nada desdeñable de adeptos que la 'socialité' congrega en un "perfil aspiracional al que la gente de a pie no puede llegar, y se conocen en esa situación de inferioridad económica hacia ella". "Las marcas de lujo encuentran en ella un muy buen perfil, porque las personas que sí puedan asumir esos gastos se verán reflejados también en Tamara".
Pero, y aunque "todo el mundo sabe que se publica publicidad, colaboraciones o algún tipo de acción con alguna marca", el hecho de que esa sea la tónica general podría llegar a perjudicarla. "Que se aleje tanto de crear su propio contenido y solo se acerque a la audiencia mediante pagos, la puede convertir en un perfil más frío. A la larga, puede darle complicaciones a la hora de colaborar con marcas que quieran más autenticidad", concluye nuestro profesional de las redes. Con la cara buena y la menos buena de la moneda. Con los aspectos que le quedan por pulir a Tamara si no quiere sacrificar su imperio virtual.