Por muy lejos de España que esté instalado ahora Juan Carlos I, todo lo que vivió en su país nunca terminará de ser cosa del pasado. En todos y cada uno de los enclaves que frecuentaba más allá de la Zarzuela. Desde la casita de La Pleta, donde se refugiaba en los inviernos para poder esquiar, hasta el icónico palacio de Marivent, la residencia estival de los Borbones en la isla de Mallorca. Y precisamente en Mallorca es donde conoció el emérito a uno de sus más grandes amores.
Porque no es misterio alguno que al padre de Felipe VI le gustaban las aventuras extramaritales. Basta con echar un vistazo a las imágenes de sus tórridos encuentros con Bárbara Rey que vieron la luz el pasado 2024. Y es en ese listado de idilios furtivos más allá de su matrimonio con doña Sofía donde siempre ha estado el nombre de Marta Gayá. Su 'girlfriend', como dicen que él la llama todavía en la actualidad, desde hace cuarenta años. Para muestra de la vigencia, el último artículo de una de las mayores expertas en Casa Real.
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Marta, el verdadero motivo para quedarse en Suiza
Ha sido Pilar Eyre, periodista especializada en realeza, la que ha vuelto a poner sobre la mesa la relación entre el exmonarca y su 'serenísima' y discreta amante. Todo a raíz de la ausencia de don Juan Carlos durante la pasada semana en la localidad gallega de Sanxenxo, adonde acostumbra a acudir siempre que hay regatas. Esta vez no ha podido ser, y desde la crónica real se advertía que el motivo habría sido la necesidad de quedarse en Ginebra para someterse a unos chequeos de salud.
Pero nada más lejos de la realidad, o al menos así se extrae del último blog de Eyre publicado en la revista 'Lecturas', en donde refiere a que "el emérito no ha venido a Sanxenxo estos días como tenía programado, no porque esté de médicos en Suiza, sino porque arrancarse de la amable compañía de Marta cada vez le cuesta más". Y es que, aunque es cierto que "tiene diversas dolencias, pero ninguna de ellas es alarmante", cabe destacar que es su vínculo con Gayá lo que lo mantiene en la ciudad europea.
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"¡Juntos en su casa de Ginebra! Así están pasando este invierno Juan Carlos y Marta Gayá, en el elegante apartamento que el Rey regaló a su 'girlfriend', como él la llama, en el año 2007 en Cologny", reza el inicio del texto difundido por la comunicadora. Sin olvidar que "cuando va a Ginebra, se queda, oficialmente también, en el hotel Four Seasons, propiedad del príncipe saudí Alwaleed bin Talal". Sea como fuere, prefiere la casa de Marta para "este último periodo de vida".
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Comprensible si se revisa el histórico de su unión, sea esta fruto del amor o de la amistad forjada durante todos estos años, pues ha sido "su compañera durante cuatro décadas". Esas cuatro décadas que, tal y como apunta Pilar, "se cumplen este año". De ahí que en este aniversario se perciba "lógico pensar que, en ese ambiente hogareño y confortable, habilitado para la silla de ruedas que suele utilizar Su Majestad, los dos hayan echado la vista atrás". Esa nostalgia que nos invita a viajar al pasado.
Del flechazo a la decisión de vivir un final juntos
A los inicios de su romance, secreto y 'clandestino', y eso que "no eran unos niños cuando se conocieron". Eyre recuerda que él tenía ya 47 y Marta unos 38, que no es poca cosa. "Estaba recién divorciada y cuando Juan Carlos la vio se enamoró instantáneamente de ella", recupera la periodista, para después señalar el momento en el que el abuelo de Leonor "le pidió a su amigo Zourab Tchokotua que se la presentara".
Entonces quedó aún más prendando, pues Gayá "aunaba todo aquello que él necesitaba en una mujer". ¿Y qué era eso? "Conversación, simpatía, sensualuidad, elegante, y sobre todo, sentido de la abnegación y una discreción a prueba de bombas". Esa pretensión de pasar desapercibida que se mantiene a día de hoy. "Ahora que se han cumplido cuarenta años de relación, quiere terminar sus días con Marta". Dicho y hecho.