Cuando se acerca la Navidad del 2024 y en Buckingham todo está listo para las fiestas, la nuera de Carlos III sigue ocupando un espacio entre el análisis de los más observadores de 'La Firma'. Todo en el marco del balance sobre este año, verdaderamente complicado para ella. Afortundamente, ya con más serenidad que en los meses previos, cuando el cáncer que padecía Kate Middleton copaba páginas y páginas de la prensa y preocupaba a los súbditos de la Corona. Ahora el escenario es distinto, pues la intranquilidad ocupa a sus suegros, con el Rey también enfermo de un cáncer y Camilla de baja médica intermitente por la neumonía que le impide llevar el ritmo habitual de compromisos.
Afortunadamente, y aunque todavía sea pronto para estar totalmente despreocupados acerca de la salud de la princesa, la esposa del príncipe Guillermo respondió favorablemente al tratamiento de quimioterapia al que se había estado sometiendo. Así lo hizo saber ella misma a través de los canales de los príncipes de Gales en las redes sociales a principios del pasado septiembre, en un vídeo en el que narraba todo lo sucedido en estos últimos meses. Una voz en 'off' sobre imágenes del verano junto a sus mayores apoyos en este bache de salud: su marido y sus hijos.
Porque no solo fue el heredero al trono el encargado de estar a su lado en los peores momentos de aquel tiempo retirada de la primera línea. Los más pequeños de la casa, que son el príncipe George, la princesa Charlotte y el príncipe Louis, también han sido claves para no que su inmarchitable sonrisa no se apagase. Sus tres mayores alegrías en Adelaide Cottage, entre fotografías de felicidad y planes de los que disfrutan en familia siempre que tienen ocasión. Eso sí, sin olvidar que también para ellos existen normas inquebrantables de comportamiento. Incluso en días tan señalados como los que en este diciembre les ocupan.
La estricta regla que Kate y Guillermo imponen a sus hijos
De hecho, no es ninguna locura atender a que tanto el primogénito del matrimonio como sus dos hermanos deban aprender los mejores modales. A fin de cuentas, su posición en la realeza les presupone un saber estar que, evidentemente, no se aprende en un día. De ahí que tanto Kate como Guillermo hayan puesto especial énfasis en que sus vástagos aprendan a comportarse como es debido. Sea Navidad o no.
Esto es algo que aplica especialmente a situaciones tan concretas como cuando se sientan en la mesa a comer y a cenar, algo muy frecuente durante los días festivos venideros. Y es que formar parte de la realeza implica el extra de participar de todo tipo de banquetes y cenas, de modo que George, Charlotte y Louis deben estar preparados para el día de mañana. Porque será en el futuro, sí. Por ahora, y en un asunto como este, optan los 'royals' por ser radicales, con una serie de estrictas reglas que imperan cuando llega la hora de las comidas si estas son oficiales o están de vacaciones. Lo contó el chef real Darren McGrady en declaraciones para 'Harper's Bazaar', aludiendo a una norma severa y atípica en relación con el resto de niños de su edad.
Desde el prima de Isabel II, no era solamente una cuestión de no "poner una silla alta en la mesa con un bebé que chillaba y tiraba comida". Nunca se trató de eso, según señaló McGrady. "Era victoriano. El lugar de los niños está en la guardería y la niñera se ocupa de ellos". Una prohibición que antaño ya se confirmó por el yerno de la princesa Ana, quien apuntó que "los niños tienen su propia mesa en una habitación separada". Y que se suma a otras reglas como no la importancia de perder la compostura, evitar las pataletas y obviar cualquier tipo de salida de tono propia de la edad.
Al fin y al cabo, los nietos de Carlos III tienen solamente once, nueve y seis años respectivamente. Son todavía muy jóvenes y es lógico que puedan tener arrebatos de enfado fruto de su inexperiencia. Es por eso mismo que ninguno de los tres tienen permitido sentarse con los adultos a comer. Comen solos, solo acompañados por algún trabajador del servicio doméstico -que previsiblemente es María Turrión, su 'nanny' española-, y así seguirá siendo hasta que tengan las habilidades conversacionales óptimas para afrontar una comida con personas más mayores que ellos.
El truco de la princesa de Gales para evitar malas conductas
Aunque algunos medios como el británico 'Express' tildaron esta norma de demasiado severa y rígida -y más todavía en un momento tan especial como la Navidad-, lo cierto es que no sorprende conocer que Kate y Guillermo se preocupan expresamente de la educación de sus hijos. Sea en el ámbito privado, o cuando están formando parte de esos incontables actos públicos masivos que copan su agenda. Sea donde sea, lo importante para los duques de Cambridge es dar lugar a una riña sinsentido. Nada de gritos. También los tienen prohibidos.
El medio 'The Sun' ha apuntado ahora que "los gritos están absolutamente fuera de cualquier límite para George, Louis y Charlotte", de modo que, si sucede en la mesa, "se soluciona mandando a los niños a que se levanten". En el caso de suceder la discusión, para mantener las rabietas a raya apuesta Kate por una frase clara y contundente. "Simplemente les dice 'vamos a tomarnos un descanso'", expuso Tom Quinn, experto en Casa Real, en uno de sus últimos libros. Cinco palabras que sus hijos entienden a la perfección y con las que saben que deben mejorar su actitud.