Igual que no es oro todo lo que reluce, tampoco es reflejo expreso de la realidad todo aquello que se publica. No necesariamente porque sean mentiras lo que aparece entre las páginas de los tabloides. Tan simple como que, por norma general, las personalidades de importancia suelen tener capacidad suficiente para controlar. Lo que muestran y lo que esconden. La imagen que proyectan. La construcción del 'yo' público.
Vivo ejemplo de ello son los tan contemporáneos 'influencers' que, a golpe de 'stories' diseccionan esas partes de su día a día que sí merecen ser contadas. Las que no, van a negro. Pero es que antes de que Dulceida o Laura Escanes gozaran de las gracias de ser una celebridad de Internet, las Casas Reales ya se servían de este particular mecanismo del camuflaje de lo privado. Para paradigmático, el caso de Leonor.
La Princesa de Asturias, como cualquier 'royal' que se precie, es famosa desde que nació. Fue el 31 de octubre del 2005 cuando Letizia dio a luz, por fin, a la primogénita de Felipe VI. La futura heredera, puesto que su padre todavía fue príncipe por más de una década, siempre con la mirada pública puesta en ella. Ahora más que nunca, puesto que por fin ha dejado atrás su faceta de niña y ha comenzado de forma efectiva su periodo de preparación para ser la próxima Reina. Basta con remitir al hecho que desde el pasado agosto se encuentra inmersa en la primera etapa de formación castrense. Los súbditos siguen de cerca todos y cada uno de sus pasos, en un ejercicio del análisis que ya es extensible al resto de Europa.
La televisión alemana señala el 'anonimato impuesto' de Leonor
Ha sido mediante esa 'vigilancia' extranjera que la cadena de televisión alemana ZDF no ha dudado en poner en valor todo lo que ha acontecido durante los 18 primeros años de su vida. Lo hacía el pasado 2 de abril, en la emisión del documental 'Jung, weiblich, Prinzessin - Europas künftige Königinnen' —'Jóvenes, mujeres, princesas - las futuras Reinas de Europa', en la traducción al español—. Una gentil pieza audiovisual que repasa, sin hacer sangre, los momentos más destacados de su incipiente carrera en la institución. También los de otras herederas al trono como Amalia de Holanda o Elisabeth de Bélgica, así como Ingrid de Noruega o Estelle de Suecia, todavía segundas en la línea sucesoria.
La cuestión es que, más allá de comparar la situación de las cinco atendiendo a su edad —y el hecho de toparse con un paradigma bien distinto al que sus respectivos padres y abuelos encontraron al llegar al máximo poder—, el caso de Leonor se desmarca del resto en ciertas cuestiones. Y no porque el resto de jóvenes que aquí se presentan no tengan un reto mayúsculo por delante. "Hay mucha expectación sobre cómo será el reinado de Leonor", destaca la periodista Angie Calero, y no es ella la excepción. La diferencia, como enfatiza el cronista Patrick Weber en su intervención, es la presentación campechana de la familia real. Cómo olvidar aquella grabación 'casera' en la que Felipe y Letizia llevaban a sus hijas al colegio en el coche que ahora recupera la pequeña pantalla germana.
Sin embargo, es una reflexión del español Fernando Rayón, experto en protocolo y Casa Real, la que resulta más llamativa si se presta especial atención. Una frase que podría pasar desapercibida, pero que en realidad está cargada de significado. "De Leonor no sabemos nada", apunta. Y no porque no existan fotografías de ella durante todos y cada uno de los años de su vida. Más bien porque esas fotografías, hasta hace bien poco, eran sinónimo de la nada en el mensaje. Incertidumbre total, fruto de ese hermetismo que solo ha sacado a relucir su faceta 'profesional', como si se le hubiera adjudicado un anonimato impuesto.
Lo anterior, mientras que otras de sus 'compañeras' como la princesa Ingrid Alexandra conceden entrevistas televisadas o celebran fiestas de cumpleaños multitudinarias con más princesas europeas. Allí no estaba Leonor, por eso en la foto la insertan de forma artificial. Y viceversa, porque tampoco contó la nieta de Juan Carlos I con ellas en su propia celebración. Celebración, de nuevo, en la sombra, porque de la mayoría de edad de la princesa se vio la jura de la Constitución y poco más. La fiesta como tal se hizo en privado, en el Palacio de El Pardo. ¿Por qué tomar esta férrea determinación para ocultar la cara más humana princesa?
La nueva Leonor, joven adulta y sin El 'control' de Letizia
Es difícil dar con una respuesta a esta cuestión, aunque ese control excesivo de todos y cada uno de los movimientos de Leonor parece haber llegado a su fin. Al menos, así se siente desde que se marchase de casa de sus padres. Primero a Gales, para estudiar el Bachillerato Internacional en el UWC Atlantic College, donde tuvo un primer contacto con personas de todos los lugares del mundo. Después llegaría el momento actual, en la Academia General Militar de Zaragoza, donde reside durante su primer curso de educación militar. La cuestión es que Letizia, a quien siempre se le ha atribuido un empeño ejemplar para cuidar de sus pequeñas, ya no tiene la sartén por el mango. Y no porque su relación no sea buena, claro está.
Su hija mayor, aunque joven, ya es una adulta. Aunque con ciertas consideraciones, ya hace vida ajena a la casa donde se crio y no está sometida a una vigilancia permanente. La prueba de ese poder de decisión sobre sí misma ha quedado reflejada en los últimos meses, en los que —siempre acompañada de su equipo de guardaespaldas—, se ha dejado ver tomando algo con sus amigas en terrazas o disfrutando de noches de fiesta en discotecas de la capital aragonesa. Eso y viajar sola hasta lugares tan alejados de palacio como la ciudad de Nueva York, a la que se desplazó durante la Semana Santa para reencontrarse con un buen amigo. Una nueva Leonor, menos cohibida y más presente. Una Leonor que marca las paradas de su propia hoja de ruta hasta la Corona.