Que Felipe guarda mucho cariño a los Estados Unidos de América es vox populi. Que el único motivo por el que esto es así no es el máster en la Universidad de Georgetown, quizás no tanto. Porque sí, antes de viajar al otro lado del charco por motivos institucionales en incontables ocasiones, es importante recordar que parte de la juventud del actual soberano aconteció en Norteamérica. Ahora bien, la especialización en Relaciones Internacionales a su paso por en Washington D. C. no coincidió en tiempo con su primera vez allí.

La cuestión es que ahora mira la crónica real hacia Nueva York. La ciudad de la estatua de la libertad, los rascacielos y también la X que en este 2025 marca el final de la larguísima ruta que, año tras año, emprende el Juan Sebastián de Elcano. En efecto: el mismo navío de la Armada que ahora es hogar de su hija Leonor, y en el que él mismo surcó los mares hace casi cuatro décadas. Era el 24 mayo del año 1987 y habían pasado meses desde que el entonces Príncipe de Asturias había dejado atrás España. De una vez por todas, el barco atracaba en la metrópolis. Por fin terminaba la travesía. Eso sí, con un final mucho más dulce que el que se anticipa para su primogénita.

Leonor
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Del incidente antes de llegar a puerto a una gestión ineludible

Siempre que se viven experiencias intensas tiende uno a dejar que los buenos recuerdos opaquen a los sinsabores. No obstante, es de recibo admitir que formar parte del crucero de instrucción no deja de ser todo un desafío. Lo está siendo para Leonor, ahora en dirección Uruguay tras hacer escala en Brasil, pero también lo fue para aquel Felipe de a penas diecinueve años. Un joven adulto que se enfrentó a la formación militar, pero que tras tanto trasiego -como el resto de guardiamarinas que lo acompañaban- seguro llegó exhausto a la línea de meta.

Esa meta que era el puerto de Baltimore. Se sabe, además, que cuando la embarcación se aproximaba a tierra tuvo lugar un divertido episodio que podría haber terminado en desastre. Incluso en arresto por saltarse las normas. Prueba de ello quedó en las memorias 'Felipe VI: Así se formó el príncipe heredero', escritas por José Antonio Alcina, que fuera el encargado de velar por él durante aquella época. "No aparecía por ningún lado", plasmó en papel sobre una desaparición que se resolvería cuando "próximos ya a rebasar el puente miramos hacia la cofa del palo trinquete" y allí estaba el "con su cámara de fotos". Se le perdonó la transgresión, pero lo que no había forma de saltarse era lo que le esperaba al poner un pie en el estado de Maryland.

Felipe en Elcano
Gtres

Porque con la llegada de la tripulación a un nuevo país, venía consigo la consecuente reunión con el presidente de esa nación en cuestión. Por aquel entonces, y tal y como recuerdan las crónicas de la época, ya había hecho Felipe lo propio con los entonces jefes de Estado de Uruguay, Brasil, República Dominicana y Argentina. Sea como fuere, la expectación por su encuentro con el presidente de los Estados Unidos iba un paso más allá.

El encuentro de Felipe con Ronald Reagan en la Casa Blanca

Y es que no estaban en aquel final de la década de los 80 las relaciones entre EE. UU. y España en el mejor de sus momentos. ¿El motivo? Tal y como refirió el periodista Francisco G. Basterra para 'EL PAÍS', la tensión bebía de "la exigencia del Gobierno de Felipe González de que Estados Unidos saque de España los 72 aviones F-16 estacionados en la base de Torrejón". En cualquier caso, no hubo espacio para estas reticencias en el encuentro del heredero con Ronald Reagan en la Casa Blanca.

Ronald Reagan y Felipe González
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"El príncipe le explicó a Reagan su programa de entrenamiento en la Marina y el presidente le habló del rancho que tiene en California", aclaraba esa misma crónica de Basterra, de lo que se extraía que no hubo el menor espacio para tratar los disentimientos políticos. No era el momento, ni el lugar, ni el espacio, ni probablemente el interlocutor con el que Reagan debiera hacerlo. 

El motivo por el que la llegada de Leonor será bien distinta

Aunque todavía quedan muchas semanas por delante, revisitar la hoja de ruta que siguió el actual soberano invita a pensar que Leonor seguirá sus mismos pasos. Y en realidad, pese a algunas diferencias concretas, el cometido está siendo el mismo. ¿Significa que se dará un encuentro igual de dulce entre la nieta del emérito Juan Carlos y Donald Trump? He ahí la gran duda. Sobre todo teniendo en consideración las opiniones del empresario multimillonario, investido presidente de nuevo, sobre nuestra lengua y país La revista 'Lecturas' señalaba recientemente que, de la posibilidad de que se dé tan incómoda reunión, la Casa Real ha expuesto que "por ahora no hay nada planeado".