El inicio del mes de diciembre ha marcado un nuevo comienzo para la realeza británica. Sobre todo por cuan especial ha sido su última gran cita pública, cuando el cierre de uno de los años más complicados para la dinastía está a punto de hacerse efectivo. Es precisamente por eso que el acto de bienvenida al jeque Tamin bin Hamad Al Thani, emir de Qatar, acompañado de su primera esposa Jawaher bin Hamad bin Suhaim Al Thani, ha acaparado todas las miradas.

No solo por el hecho de darse un evento tan destacado en el Reino Unido, con una primera cita en el hotel Horse Guard Parade, sino también porque allí se contó con la presencia de la princesa Kate Middleton. Justo cuando se cumplen casi tres meses desde que la esposa del príncipe Guillermo compartió con el mundo que había finalizado el tratamiento contra el cáncer que padecía. Eso y que, por fin y tras tanta espera y expectación, comenzaba a reincorporarse a la agenda oficial.

¡Y de qué manera lo ha hecho! La vuelta al ruedo de la duquesa de Cambridge ha sido progresiva y se consolida con este último acontecimiento. Un día de máxima importancia institucional marcado por la ausencia de Camilla en el inicio de la jornada, pero también por los guiños a la desaparecida Isabel II. La eterna matriarca de los Windsor, fallecida en el 2022, aunque todavía presente a través de elementos tan simbólicos como las joyas.

Kate, todo al borgoña y con el collar más especial

No importa cuál sea la monarquía, que siempre suscitan las alhajas de un clan el interés de la crónica real. Más todavía si se trata de uno tan reputado y poderoso como es el que hasta hace poco más de dos años capitaneaba ella. La inmarchitable y adora Isabel II, una figura de referencia en el Reino Unido que todavía tienen en mente todos los que antaño la rodearon. De ahí que la esposa de su nieto Guillermo no dudase en valerse de una de sus piezas más icónicas.

Kate Middleton
Gtres

Y es que además de presentarse en el espacio donde la cita con el soberano catarí y la mujer de este tuvo lugar luciendo un espectacular abrigo largo de Sarah Burton para Alexander McQueen, Kate no quitó ojo a los accesorios. Nada mejor que una buena joya para dar el toque extra de elegancia a cualquier look, pero es que la cosa va un paso más allá si se trata de una como la gargantilla de perlas que eligió.

Un conjunto de cuatro hileras de piedras japonesas cuya pieza central, repleta de diamantes, perteneció en el pasado a la colección personal de la propia Isabel II. Sin lugar a dudas, y una vez más -puesto que ya lució esta misma joya en el funeral del duque de Edimburgo y en el de la propia reina Isabel-, la particular forma de la princesa de Gales de demostrar su compromiso y respeto con el legado de la mujer que vertebró la institución durante más de setenta años.

Camilla, la esperada reaparición luciendo tiara

Pero es que los recuerdos a Isabel II no se quedaron en las elecciones de Kate, puesto que al caer la tarde, y después de haberse visto obligada a no asistir a los actos de la mañana por la neumonía que padece, la reina Camilla jugó sus cartas. En su caso lo hizo, eso sí, desde el señorial salón del baile del Palacio de Buckingham Palace. Allí recibió al matrimonio visitante, con todo listo para la ceremonia, entre manteles blancos, muchas flores y cubertería de oro. Todo listo para un banquete de gala, en el marco de una cena de excepción en la que la Reina no podía no llevar tiara.

Camilla
Gtres

La tiara Kokoshnik, concretamente, una pieza formada por 488 diamantes incrustados que se inspira en los tocados rusos. Una diadema con mucha historia que forma parte del joyero real desde que una aristócrata se la regaló a la reina Alejandra con motivo de sus bodas de plata con Eduardo VII. También, una de las favoritas de su suegra, que todavía no había estrenado y le ha servido ahora para poner toda la carne en el asador. La mejor opción para uno de esos siempre sustanciosos duelos de quilates, que Camilla acompañó del collar con flecos de la ciudad de Londres, otra alhaja predilecta de la difunta Reina.