"He utilizado el metro en varias ocasiones", confesaba Tamara Falcó hace algún tiempo en el medio de la promoción de 'La marquesa', el 'reality' sobre su glamurosa vida que en el 2023 estrenó la plataforma Netflix. Unas declaraciones que cogieron a muchos por sorpresa, pues por su perfil de 'socialité', además de ser marquesa de Griñón y tener otras tantas facetas que elevan su figura a las más altas esferas, se asume que no es usuaria habitual del transporte público.

Una idea preconcebida que no es mentira, aunque no quita que la hija de Isabel Preysler tenga reticencias con algunos asuntos sobre el metro. En cualquier caso, y dicho por boca de ella misma a pesar de que no sea de forma excesivamente frecuente, la realidad es que sí lo utiliza. De hecho, en esas declaraciones reconocía que le encanta el metro de Madrid. ¿El motivo? "Porque vuela".

Ahora bien, y dejando de lado los prejuicios y la velocidad de los vagones, nunca antes se había referido de forma directa a la primera vez que la ganadora de la cuarta edición de 'MasterChef Celebrity' utilizó el metro. Nunca hasta ahora, cuando una persona que la conoce muy bien ha hablado abiertamente sobre aquella toma de contacto con el particular tren soterrado que recorre la capital. Persona que, además, no es ningún desconocido.

Se subió al metro acompañada de un artista

Al menos, no lo es para las personas que entienden de arte, pues se trata de un reputado pintor. Su nombre es Gonzalo López-Pelegrín, y con motivo de la presentación de 'El relincho de la musaraña', su primera exposición, ha recibido a los periodistas de 'Vanity Fair' en su casa de Madrid. Una charla en la que se pone en valor su figura como pintor de la alta sociedad de la capital, siendo María Gonzáleza de Amezúa, condesa de Orgaz, la primera a la que retrató.

Después vendrían otras tantas figuras reconocidas de la aristocracia como Pilar Medina Sidonia, la escritora Bárbara Aranguren, la panameña Yolanda Eleta de Fierro, las hermanas de la política Esperanza Aguirre... Y Fátima de la Cierva. Entre otras tantas personalidades, claro está, pero siendo el nombre el de la tercera mujer de Carlos Falcó el que remite en este caso a su anécdota más particular con Tamara. Y es que Gonzalo conocía bien al que fuera marqués de Griñón, pues también lo retrató en el pasado. De ahí que no tuviese problema alguno en plasmar la imagen de su tercera esposa -y madre de Aldara y Duarte, sus dos hijos menores- en 1997.

Lo anterior, además de formar parte de esa primera vez que tanto llama la atención en lo que a Tamara se refiere, pues tal y como él afirma, la actual mujer de Íñigo Onieva "montó por primera vez en metro conmigo". Un recuerdo en el que no ha incidido en demasía en su charla con los cronistas del citado medio, pero del que se extraería por temporalidad -si coincidió con el momento de retratar a su madrastra- que la 'influencer' era al menos una preadolescente. Y eso que la horquilla es amplia de todos modos, ya que Carlos y Fátima se casaron rondaba los doce años, pero cuando se separaron en el 2011 ya pasaba la treintena.

El mal olor, la fobia que soporta si se anima a cogerlo

El cuándo tuvo lugar esa primera vez seguirá por ahora siendo un misterio. No obstante, se sobreentiende que ya por entonces tuvo que lidiar con una de sus fobias. Porque al igual que no es ningún secreto que a Tamara Falcó le encanta siempre tener su hogar y su ropa perfectamente ordenados y con un aroma rico, tampoco lo es que no soporta los malos olores. Y para ella, el del metro no es nada agradable. Por lo menos a partir de determinadas horas del día, como puntualizó en el 2020 durante una de sus intervenciones en las tertulias de 'El Hormiguero'.

"El metro después de las tres de la tarde, creo que deberían ventilarlo y demás", exponía en su habitual conversación con Pablo Motos y el resto de contertulios. Entre ellos, Nuria Roca, que no dudaba en preguntarle atónica: "Pero, ¿tú montas en metro?". Tamara, como el que rescata una obviedad, refería que sí. "He ido", comenzaba, para después hablar de ese metro que tanto el gusta, el de Madrid, que "huele a...".

Sin terminar la frase, pero dando a entender que no es precisamente un olor agradable el que allí se respira. Quizás es por eso que, al menos cuatro años atrás, optaba por ir variando. "Unas veces voy en bici, en coche". O en metro. Por mucho que no sea su opción predilecta, y para sentenciarlo solo hay que remitirse a sus experiencias.