Puede resultar abrumador revisar la cantidad de cosas que han pasado en un año. Todo tipo de experiencias y vivencias encuadradas en 365 días que acaban moldeando la personalidad, además de dejar para el recuerdo anécdotas de lo más variopintas. Algunas agridulces, otras divertidas. Algunas tristes, otras felices. Y otras muy vergonzosas. Esos momentos difíciles de borrar de la retina en los que la mente implora "tierra trágame", pero el cuerpo se queda estático. Nadie mejor que la princesa Leonor para dar fe.

Y eso que, en realidad, esa experiencia que sonrojó a la heredera nos traslada a uno de sus días grandes. Fue en aquel octubre de 2023, el de la 'Leonormanía', como lo acuñaron algunos medios de comunicación y observadores la corona, aunque cabe destacar que la situación que la puso entre la espada y la pared se dio incluso antes de su jura de la Constitución. En la previa a cumplir la mayoría de edad, la heredera ya había comenzado su formación castrense. De ahí que todas las miradas apuntasen hacia ella en el Día de la Hispanidad.

Una jornada para el recuerdo en la vida de la Princesa de Asturias, aunque en ningún supuesto era la primera vez que lo vivía. Tanto ella como su hermana Sofía han formado parte de los actos de la Fiesta Nacional desde que Felipe ascendió al trono en el 2014, con la única excepción de los años que han pasado estudiando en el UWC Atlantic College de Gales.

El caso es que, esta vez, Leonor ya era una cadete más. No en el desfile, porque su puesto quedó reservado a la tribuna al lado de Felipe y Letizia, a pesar de que vistió por ejemplo el uniforme de gala del Ejército de Tierra. La cuestión es que desde arriba vio a sus compañeros de la Academia Militar de Zaragoza hacer la marcha y sin saber que, un rato después, conocerlos le jugaría una 'mala pasada'.

El divertido momento de Leonor en el Día de la Hispanidad

Durante semanas fue la imagen del momento. Y no, no nos referimos a aquellas en las que la futura soberana demostró conocer los protocolos militares a la perfección mientras los cadetes marchaban por el paseo del Prado. El momento de la verdad llegó cuando el desfile había terminado y, junto a los Reyes, se trasladó al Palacio Real para participar por primera vez en la recepción conmemorativa. En el Salón del Trono tuvo lugar el protocolario besamanos, donde los monarcas y su hija saludaron a cada uno de los más de 2.000 ilustres invitados. Sin saber que entre ellos había un chico que llamaría su atención de más.

Leonor
Gtres

La estampa de Leonor, con la sonrisa nerviosa y algo azorada, asistió a la sorpresa que sus padres le habían preparado. Para un día tan especial, los Reyes habían invitado a los compañeros con los que había comenzado la instrucción en Zaragoza en agosto. Algo que no se esperaba y la ruborizó, a pesar de que demostró tener una gran complicidad con la mayoría de ellos. En especial, con el último joven que pasó ante ella, al que Letizia y Felipe miraban con una sonrisa de oreja a oreja. Tal revuelo generó la situación que pronto se convirtió en un fenómeno viral e incluso se especuló sobre si eran pareja. Poco después, la prensa se haría eco de que él tenía novia y tan solo eran buenos amigos.

Más experiencia y profesionalidad en su 'segunda vez'

Sin importar el vínculo que hubiese entre ellos, lo cierto es que el disgusto de lo inesperado -y lo viral- no se lo quito a nadie a la nieta de don Juan Carlos I. Afortunadamente, todo salió bien. Una vez más demostró su saber hacer y la implicación que pone en su rol como representante institucional. Algo que ha ido a más en el tiempo posterior, con su primer curso de carrera militar ya completado y habiendo hecho incluso su primer viaje oficial en solitario a Portugal. Grandes pasos que van de la mano con una mayor experiencia y profesionalidad que seguro quedará reflejada en esta 'segunda vez'.

Este 12 de octubre de 2024, la historia se repite. De nuevo, con su hermana pequeña en el Reino Unido, ella será la única presente junto a los Reyes en los actos de la Fiesta Nacional. Con ligeras variaciones, claro está. No solo porque cuenta con el bagaje de todo lo vivido la vez anterior, sino también porque ahora vestirá el uniforme de la Armada, pues se encuentra inmersa ahora en su formación en la Marina. La Escuela Naval de Marín es su nuevo hogar, y allí permanecerá -a excepción de ratos libres y tareas oficiales como esta- hasta que finalice el curso.