Has pasado la barrera de los 40. Aún eres joven, pero ya tienes un recorrido vital y te sientas a hacer balance: "¿He logrado mis objetivos laborales?", "¿Me satisface mi vida personal/familiar/de pareja?", "¿Me siento a gusto con la persona que soy?". En definitiva, ¿Soy razonablemente feliz?

La estadística nos dice que si eres mujer es más probable hayas respondido “no” al menos a alguna de estas preguntas. Porque según el Libro Blanco de Salud y Género, al alcanzar la madurez las mujeres manifiestan tasas más bajas de bienestar que sus coetáneos hombres, y tienen un autoconcepto más negativo que el de éstos.

Según la Encuesta Europea de Salud en España, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, la frecuencia de sintomatología depresiva en las mujeres españolas es el doble que en los hombres (16,3% en nosotras frente al 8,9% en ellos), con cifras similares para los trastornos de ansiedad.

Otros problemas de salud mental como los trastornos de la conducta alimentaria, los trastornos de somatización y el trastorno límite de personalidad también son más frecuentes en mujeres. Por si este panorama no fuera suficientemente complejo, estos trastornos se manifiestan de forma diferente en los distintos momentos del ciclo vital de las mujeres.

¿Por qué las mujeres tenemos más problemas de salud mental?

Y aunque hay factores hormonales que pueden influir en la forma en que se expresan los problemas de salud mental en mujeres, a día de hoy -y en contra de la opinión popular- no se ha conseguido demostrar que las mujeres seamos más vulnerables a la ansiedad y la depresión por determinantes biológicos o fisiológicos. Entonces, ¿cuál es la causa de que esto suceda? La respuesta es compleja, pero pasa por reconocer que hay factores de riesgo psicosociales que afectan especialmente a las mujeres y que impactan directamente sobre nuestra salud mental:

Sobrecarga laboral y de cuidados

En España, las mujeres mayores de 20 años pasan el 19% de su tiempo haciendo trabajo no remunerado (por ejemplo, los cuidados y el trabajo doméstico), frente al 8,6% del tiempo que le dedican los varones. Como el día sólo tiene 24 horas, este tiempo “extra” que las mujeres dedicamos a cuidar de otros se lo quitamos a otras tareas, como aquellas que podrían promocionarnos a nivel laboral (lo que implica mayor riesgo en las mujeres de pobreza, brecha salarial…) o las destinadas a nuestra salud y autocuidado (ejercicio físico, ocio…). Este esfuerzo -que además suele estar invisibilizado- supone un gran estresor que pone en riesgo nuestra salud física y mental.

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Elena Benítez

Maternidad idealizada

A partir de los 40 entramos en una etapa en la que se espera que -como dice la terrible expresión popular- ya “hayamos cumplido” porque “se nos pasa el arroz”. Pero puede que hayas decidido no ser madre, o que tengas problemas de fertilidad y pese a desearlo, no lo hayas logrado. O que hayas tenido hijos y tu experiencia diste de la imagen de felicidad infinita que te habían transmitido. En cualquier caso, esa idealización de la maternidad actúa también como un factor estresante que nos afecta específicamente a las mujeres y que cobra una especial importancia en esta etapa vital.

Presión estética

Los estándares de belleza imponen mucha más presión en nosotras que en ellos. El ideal femenino se construye sobre ser eternamente jóvenes, guapas y delgadas. A partir de los 40, cuando nuestro cuerpo ha cambiado tras la maternidad o al entrar en la perimenopausia, estos estándares se convierten en inalcanzables, siendo uno de los factores que más influyen en que el autoconcepto en las mujeres empeore en esta etapa vital.

Violencia sexual y de género

Según la macroencuesta sobre violencia contra la mujer de 2019, el 13,7% de las mujeres españolas han sufrido violencia sexual. En el mundo, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja íntima. Sabemos que este tipo de violencia es uno de los factores que influye más negativamente en la salud mental, habiéndose observado un incremento de prevalencia de trastornos como ansiedad, depresión, conductas suicidas, autolesiones o trastornos de alimentación en mujeres que las han sufrido. Frecuentemente, estos problemas de salud mental persisten incluso después de que la violencia haya terminado.

En esta “crisis de la mediana edad” poner en valor lo logrado, visibilizando los retos a los que como mujeres nos hemos enfrentado a lo largo de estos años, nos puede ayudar a reconocernos las fortalezas adquiridas. En esta etapa de la vida es urgente que establezcamos límites emocionales claros y firmes, prioricemos nuestro autocuidado, seamos compasivas con nuestros propios errores y dejemos de castigarnos por ellos. Y lo más importante: si te sientes sobrepasada emocionalmente, busca ayuda en una profesional de la salud mental. 

La psiquiatra Elena Benítez es autora del libro "Hijos neurodivergentes", publicado por RBA Libros. Una obra especial, que según las palabras de la Dra. Lucía Galán Bertrand (@luciamipediatra), nos invita a mirar más allá de los diagnósticos y las etiquetas.

Hijos neurodivergentes
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