¿Alguna vez has tenidomiedo de estar solo? ¿Has tenido miedo de que nadie te quiera? Esos miedos son normales, aunque a veces los tomamos demasiado en serio, se vuelven catastróficos y nos imaginamos escenarios terribles. Quiero compartir con vosotros lo que me pasó con Dolores.
No es algo inhabitual es una relación familiar
Dolores tiene una hija adolescente, se llevan bien en general, pero últimamente Dolores está muy agobiada, siente que su hija la rechaza de pleno. Es una de las situaciones familiares más frecuentes que existen. Su hija sigue necesitando límites y cuidados, pero se siente mucho más mayor y más autónoma de lo que es.
Dolores sigue necesitando poner límites a su hija, pero se siente más agotada y dependiente de ella de lo que quisiera. Y Dolores, por miedo a que su hija la rechace y no la quiera, no se atreve a hablarle claro, a tratarla con un respeto real, y luego se siente culpable y se enfada.
Es un sentimiento generado por un miedo irracional
Muchas personas tienen miedo a la soledad por rechazo. Es un miedo extendido, porque mucha gente lo tiene, pero es irracional; que sea muy compartido no significa que sea sano.
Es un miedo irracional porque se basa en la creencia de que “solo soy amado si me comporto perfectamente, de forma que el otro me acepte porque, al ser perfecto, no hay motivo para el rechazo”. Es decir, se basa en sentirse querido con condiciones, con normas que nunca controlaré porque nunca sabré lo que el otro espera de mí totalmente.
"Terribilizar" lo que nos pasa no ayuda
Dolores confiesa que le da miedo sentir el rechazo de su hija, que la odie, que la deje sola, sentirse mala madre… Le dije a Dolores que todo eso eran “terribilizaciones”. Tenía que pensar en qué valor quería que guiase la relación con su hija: la honestidad y el amor o el miedo. Si creemos que solo nos quieren si nos aceptan siempre, nunca nos sentiremos queridos.
Pero Dolores seguía dándole vueltas y pensando: “¿Qué sería lo peor de que mi hija me rechazase? Me quedaría sola, sentiría que lo he hecho mal, creo que su vida iría por mal camino… Es decir, si no me hace caso, su vida y la mía serán un desastre”. Le dije que no podía pensar así, que lo primero era enfocar de nuevo la situación: el problema no es el rechazo, es no aceptarlo.
Claves para afrontar la situación
- Refuerza tu autoestima. ¿Qué te estás diciendo a ti misma de ese rechazo?, ¿que eres un desastre? ¡Atenta! Que tu hija te rechace no significa que nadie te quiera, significa que no está de acuerdo contigo.
- Cuídate físicamente. El estrés por esta situación puede pasar factura en el cuerpo. Mantenerte activa ayuda increíblemente a ver lo que nos sucede de forma más ligera.
- Cómo quieres relacionarte. Asume que en las relaciones largas hay crisis. Tu hija tiene derecho a quererte o no, igual que tú lo tienes hacia ella. Si lo fuerzas, lo rompes.
- Piensa que es mejor ser/tener padres amorosos que perfectos. No hay padres ni hijos perfectos. Dolores había llevado esas ganas de perfección a la relación con su hija y eso era lo que estaba fallando.
- No necesitas que te traten bien todo el tiempo. Los padres suelen sentirse culpables pensando que no están educando bien a sus hijos. Por ello, se pasan en la atención que les dan y educan con estrés.
- ¿De quién es la culpa? Hay personas que culpan a los padres de las propias neuras. Pero el principal responsable de ti eres tú mismo. Es cierto que hay una influencia, pero no un determinismo. Mi padre ha sido el típico padre ausente por estar trabajando todo el día; y mi madre iba de cráneo con nosotros, pero yo puedo decir que he tenido una buena infancia: me he reído, he jugado, he crecido con buenos valores. Han sido padres un poco desastre, pero muy amorosos. Esto es lo que cuenta.
En resumen:
- No hayrelaciones perfectas.
- Los hijos son como son, no como queremos.
- Los padres son como son, no como queremos.
- Relaciónate desde el amor, no desde el miedo.
- Comunícate desde el amor, no desde la exigencia.
- Disfruta de lo que tu hijo y tú tenéis en común.
- Él/ella es/será responsable de sí mismo/a.