Tic tac, tic tac. Pasan las horas y Leonor ya se está poniendo guapa. Como haría cualquier otra chica de su edad, esta noche ha quedado con sus amigos para salir a cenar. Tiene diecinueve años y vive lejos de sus padres, de modo que cuenta con esa libertad añadida. Una libertad con la que ha contado desde que hace tres años se marchó a estudiar el Bachillerato Internacional a Gales. La previa a su regreso a España, pero no a Zarzuela, porque primero vino la Academia General Militar de Zaragoza y ahora es la Escuela Naval de Marín, en Pontevedra, su nuevo hogar.
Todo en el marco de su formación castrense, obligada por su posición de heredera al trono por ser la primogénita de Felipe VI, y cuyo cumplimiento está a punto de llegar al ecuador durante esta segunda etapa como guardamarina. El caso es que entre maniobras, clases y tantísimos aprendizajes del universo militar, tanto ella como el resto de sus compañeros de instrucción encuentran también hueco para pasarlo bien. Para disfrutar de esa libertad que bebe de la independencia, aunque en el caso de la princesa sea una libertad relativa.
Y es que no hace falta explicarlo para saber que la de Leonor no es una realidad como la de los demás. Por mucho que los Reyes se hayan esforzado en que tanto ella como la infanta Sofía, su hermana menor, lleven una vida lo más 'normal' posible. Algo que aplica a la etapa académica en la que ahora está inmersa, tratando de ser una más en las clases, incluso cuando se quita el uniforme, se arregla y puede salir a disfrutar de un merecido descanso fuera de la escuela. Pero no es una más, porque siempre va acompañada. Y no por su círculo de íntimos, que también. A su lado siempre están sus guardaespaldas.
Una relación impuesta, necesaria y muy cercana
A ojo de una persona de a pie, verse siempre escoltado por un grupo de personas que velan por su seguridad le resultaría de lo más extraño. Incluso incómodo, pues no deja de ser verdaderamente limitante e incluso significa una pérdida de intimidad en momentos tan personales como tomar algo y echar el rato con los amigos. No obstante, nada de esto forma parte del imaginario de Leonor, pues si alguna 'suerte' tiene sobre este asunto la hija de Sus Majestades es que siempre ha tenido que lidiar con ello. Está acostumbradísima.
Lo tiene integrado y nadie mejor que ella sabe de buena tinta la importancia de estar rodeada por estos ángeles de la guarda. Ahí en todo momento, dispuestos a protegerla de todo peligro e incluso velar por esa intimidad, por 'quebrantada' que resulte dada su presencia. Porque aunque se haga efectivo el ejercicio de tratarla como a una joven más cuando no es la protagonista de un acto oficial, es evidente que una salida nocturna o una cena en un restaurante al uso no es para nada normal para ella. Menos para los que la rodean, que atónitos observan a la futura Reina como el ser humano que es más allá del linaje.
Es ahí cuando entran en juego estas personas que en la práctica son una parte necesaria y sustancial de su rutina desde que era una niña. De ahí que, tras tanto tiempo juntos, la relación con ellos sea muy buena. La cercanía y la confianza por delante, sobre todo a sabiendas de cuanto se preocupan porque esté tan tranquila como sea posible cuando esa es su intención y la cosa se complica. ¿Cómo lo hacen? Evitando que le tomen fotografías, por ejemplo. Justamente es eso lo que explica que, de todos los planes privados de disfrute que se le conocen -y los que no- no haya prácticamente ninguna instantánea o grabación.
El último plan de ocio de Leonor en Galicia
Sucedió durante los meses que pasó en la capital aragonesa y la historia se repite. De su paso por Zaragoza se publicó que salía a toma algo por terrazas, de cena a hamburgueserías como Panzzer Grill -donde tuvo lugar la comida sorpresa por su 18 cumpleaños- e incluso saliendo a bailar a la discoteca Parros. Ahora, en tierras gallegas, la dinámica es parecida. Prueba de ello queda en la última salida que se le conoce, como siempre escudada en su operativo de seguridad. De nuevo en una hamburguesería, esta vez en el local Berty's Burger, en Vigo, donde compartió con sus amigos unas patatas 'pulled pork' y eligió para ella una hamburguesa carbonara trufada. Plan delicioso y divertido. La ansiada sencillez de un momento que, por natural que parezca, para ella y sus guardaespaldas es toda una misión.