Estamos de acuerdo que España es un país laico, pero que hay traiciones de origen religioso que traspasan creencias. Es el caso de los belenes. En infinidad de casas de todo el país se siguen montando los nacimientos, en un gesto más cercano a la tradición y al arte que a las connotaciones originales. Uno de estos casos lo encontramos, nada más y nada más menos, que en Zarzuela. 

Letizia, pese a que nunca ha hablado de su fe, siempre se la ha considerado una mujer agnóstica, por los comentarios vertidos en su pasado antes de formar parte de la Familia Real. Por el contrario, Felipe fue criado en un ambiente mucho más religioso, del que su madre, la Reina Sofía, sigue siendo una ferviente defensora. 

La anterior reina, fruto de lo aprendido junto a su madre, es una mujer de lo más espiritual y no se encaja en una única religión concreta, sino que adapta cada rito y tradición a ella misma. Para la griega, hay ceremonias que, sí o sí, sigue practicando; como, por ejemplo, asistir a la Misa del Gallo el 24 de diciembre por la noche. Ahí, se reencuentra con su hijo pequeño, aunque no con su nuera ni con sus nietas, Leonor y Sofía. 

El Belén de Zarzuela: dónde se pone y cómo es 

Letizia parece rehuir de todo esto, pero entiende que debe dar su brazo a torcer con algunas tradiciones más públicas y una de ellas es el belén que, año tras año, es instalado en Zarzuela.

Basta sentarse frente al televisor en Nochebuena a las 21:00 horas para descubrir a Felipe VI en el Salón de Audiencias, para comprobar cómo se vive la Navidad en palacio. Hablamos ornamentados árboles, pascueros y, sí, también, del clásico misterio compuesto por una Virgen María, un San José y el Niño Jesús en la cuna. Todos ellos vestidos con ricos ropajes y en un tamaño mucho menor que el que Juan Carlos acostumbraba a elegir.

Además, también le acompaña una foto familiar de algún hito que haya protagonizado la heredera al trono, como, cuando en 2023, esta juró la Constitución; así como libros de gran tamaño que aplauden nuestra riqueza cultural, tales como un catálogo de las obras maestras del Museo del Prado u otro sobre las Colecciones Reales.

Felipe discurso de navidad
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En el caso de los nuevos Reyes, parecen haberse decantado por una versión más pequeña y discreta del nacimiento que la que, hasta 2014, acompañaba al emérito en sus discursos de Navidad. Las figuras tienen un menor tamaño, la base sobre las que se sostentan ahora es mucho menos llamativa y, además, ocupan un plano mucho más lejano; quizás en guiño a ese laicismo del que antes hablábamos. 

Esta nueva versión del belén consta únicamente del misterio, de las dos figuras adultas y la infantil, pero carece de la presencia de los animales que, tal y como se señala en la Biblia, mantuvieron caliente al recién nacido. No hay rastro ni de la mula y el buey y, tal y como sabemos, este conjunto no pertenece a Patrimonio Nacional, sino que es parte de la colección privada de la Familia Real. 

El otro Belén de la Familia Real: público y con más de 5000 piezas

El que no pertenece a la colección privada es el impresionante belén que puede ser disfrutado por todos y que, por estas fechas cercanas al mes de diciembre, se exhibe en el Palacio Real. Es conocido como el Belén del Príncipe y tiene su origen en Nápoles, en el siglo XVIII, cuando Carlos III lo trajo a España como regalo para sus hijos, Carlos IV y el infante Gabriel. 

La escuela napolitana es una de las más antiguas y con más tradición a la hora de fabricar estas piezas de coleccionismo. Quien tiene un nacimiento de esta clase, tiene un verdadero tesoro. En concreto, el de Casa Real es una joya que consta de más de 5000 piezas, entre personajes y animalitos que pueblan esta recreación (muy libre) del antiguo Nazaret. 

Belen napolitano
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En 2021, el misterio fue empleado por Sofía y Juan Carlos a la hora de enviar la tradicional felicitación navideña. En esos momentos, el emérito ya no vivía en España y se encontraba instalado en Abu Dabi. La fotografía a esta diminuta pieza de arte fue el salvavidas perfecto para solucionar la tesitura del tradicional christmas. Lo más curioso, es que ya había sido empleada en 2009, después de los escándalos provocados por el mal uso de Photoshop en las cartas de los años anteriores. 

Este enorme belén, del que suelen exponer unas 200 piezas y acostumbra a tener pequeños recuerdos a eventos importantes (conmemoraciones de aniversarios, guiños a pintores…), se muestra en el Salón de Alabarderos o en la Sala Génova, dedicadas a exposiciones temporales en el Palacio Real. Antiguamente, este era dispuesto en el Palacio del Buen Retiro, donde Carlos III pasaba sus épocas de descanso. 

Fue su hijo, Carlos IV, quien más afición le cogió a esta tradición, e hizo crecer la colección. Este rey se encargó de adquirir las mejores figurillas, tanto en Nápoles como en Génova, ampliando las escenas y escenarios; dando lugar a uno de los ejemplares más llamativos de toda Europa. Recordemos que, hasta entonces, esta tradición era ajena a las casas y palacios, y se desarrollaba principalmente dentro de los conventos de clausura; donde las monjas se dedicaban, con extremado mimo y esmero, a celebrar el nacimiento de Jesús de esta curiosa manera. 

A pesar de ser un belén completísimo y con infinidad de personajes y de pequeños animales, como ocurre con el que se dispone en Zarzuela, a este también le faltan las dos bestias que salvaguardaron el calor del recién nacido. Algo que se ha respetado y que continúa manteniéndose hasta a día de hoy. Y Letizia no tiene ninguna intención de cambiar esa tradición.