En 1990, tras el sonido del característico bajo, la voz de Elena Ochoa se asomaba a la televisión pública a través del ya mítico ‘Hablemos de sexo’. La psicóloga conducía un programa verdaderamente revolucionario, donde se abordaban temas referentes a la intimidad sexual y afectiva; como nunca antes se había hecho en la pequeña pantalla española. Qué lejos parecían quedar ya los concursos de coros y danzas...

Elena Ochoa causó sensación. A sus 32 años, la joven ya era una psicóloga brillante. Pero Chicho Ibáñez Serrador, creador del espacio, vio algo más en ella. La profesora de universidad podía usar sus divulgativas maneras para instruir a una sociedad que todavía se escandalizaba al oír la palabra “homosexualidad”. Ella jamás imaginó transformar la televisión, como tampoco imaginó ser conocida como ‘lady Elena Ochoa’. 

Elena Ochoa, Una profesora que habló de sexo sin tapujos y de manera rigurosa

Antes de que Chicho llegara a su vida, Elena vivía entregada a su trabajo como profesora titular en la Universidad Complutense. Había sido una alumna brillante y, al finalizar sus estudios, quiso profundizar más en estos y quedarse en el área de Psicopatología. Ochoa resultaba magnética. Decía las cosas con naturalidad, pero con un aplomo llamativo para alguien que acababa de entrar en la treintena. Esas dos cualidades le fascinaron al creador de ‘Un, dos, tres’; que buscaba lanzar un nuevo proyecto más ligado a la divulgación y a la educación que al entretenimiento, aunque, si podía aunar ambos mundos, mejor que mejor. 

La psicóloga tenía el perfil idóneo para poner rostro a un programa como ‘Hablemos de sexo’. Debía resultar profesional, pero, a la vez, cercana. Tenía que saber explicar los temas que se iban a tratar desde la perspectiva correcta y hacerlo sin resultar ni pedante ni cargante. Tampoco zafia. La tertulia se movía en unos márgenes muy complejos, por lo que dar con la persona perfecta era esencial. Si esta no aparecía, sencillamente, no habría proyecto. 

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Y, entonces, llegó la doctora. Con su característica coleta, sus facciones dulces y su sonrisa calmada. Si alguien, a comienzo de la década de los 90, debía hablar de sexo a los españoles, esa debía ser ella. “Solo aspiramos a que la sexualidad deje de ser un tema tabú. No queremos que nadie se moleste por lo que se diga o se vea, y quizá desilusione por ser demasiado 'light'”, dijo en su día Chicho, sabiendo la cantidad de ruido mediático que estaba generando. El público no sabía que iba a encontrarse con un espacio científico y riguroso, y para nada de escandaloso, aunque los sectores más reaccionarios se encargasen de recalcarlo. 

El show hizo auténtica historia de la televisión, aunque solo duró una temporada. Obtuvo el Ondas a Mejor Programa y, tal y como llegó a la parrilla televisiva, se marchó. Es curioso que, mientras que ‘Hablemos de sexo’ despertó incontables críticas; de manera paralela empezaban a gestarse los canales privados, donde la desnudez femenina y los contenidos picantes estuvieron sobre la mesa desde el primer momento. Entonces nadie dijo nada. España había metido el acelerador y corría a toda la velocidad hacia la sensualidad desaforada (y mal entendida). 

La nueva vida en Londres de Elena Ochoa

¿Qué fue de Elena Ochoa después de aquella cancelación? Que volvió a la universidad. La sexóloga tenía muy claro que no iba a quedarse a toda costa frente a la cámara y, aunque fue la gran revelación comunicativa del año, prefirió regresar a las aulas y a los despachos. Su exposición bajo los focos se había acabado. 

Tras ese capítulo televisivo que satisfizo su curiosidad, Elena Ochoa regresó a impartir clases y a realizar estudios sobre Psicología. De hecho, empezó a trabajar cada vez más tiempo fuera de nuestras fronteras. La psicóloga se había convertido en un personaje muy conocido y necesitaba volver a ser, simplemente, la doctora Ochoa. Además, se había separado del escritor Luis Racionero y le venía bien un cambio de aires. Para ello tuvo un papel muy importante el King’s College de Londres, donde empezó a desarrollar su prolífica carrera. 

Ahora que era profesora de la institución británica, Elena pasaba cada vez más tiempo en la capital del Reino Unido. Fue entonces cuando conoció al hombre al que lleva casada 28 años, Norman Foster

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Casada con el arquitecto Norman Foster

Cuando Norman Foster y Elena Ochoa se conocieron, descubrieron la cantidad de intereses que compartían. Inmediatamente, se sintieron atraídos por el magnetismo del otro y los 23 años que les separaban se esfumaron de un plumazo. Ambos eran unos apasionados del arte y, aunque él había dedicado su vida a este, convirtiéndose en uno de los mayores exponentes de la arquitectura contemporánea, ella también poseía una maravillosa sensibilidad para este.

Tres años después del primer encuentro, la pareja se dio el ‘sí, quiero’ en una sencilla ceremonia. En España, ella aún era la presentadora de ‘Hablemos de sexo’, pero, para el resto del mundo, se había convertido en lady Elena Ochoa, casada con sir Norman Foster, curadora de arte y creadora de Ivorypress, una destacada editorial, siempre a la vanguardia. 

El matrimonio se casó en una pequeña ermita y ante, únicamente, 6 personas. Tras ella, los novios se unieron a un numerosísimo grupo de invitados que brindaron con ellos por su amor. Personalidades del mundo de la arquitectura, del arte y también alguna que otra casa real alzaron su copa para desearle toda la felicidad del mundo a los recién casados.

Desde entonces, son uno. La pareja, que acostumbra a tener un perfil de lo más bajo, vive en Londres, en un ático de lujo que, como no podía ser de otra manera, fue obra de él. Una vivienda con exclusivas vistas al Támesis y donde han criado a sus dos hijos, Paola y Eduardo. La primera vino al mundo en 1999, y el segundo en 2002. 

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Paola Foster Ochoa ha seguido la tradición familiar y, tras graduarse de  Historia del Arte y Arquitectura por la Universidad de Harvard, ahora trabaja en la fundación que lleva el nombre de su padre, donde se encarga de descubrir y apoyar a talentos emergentes en el mundo de diseño, el arte y el urbanismo. Por su parte, su hermano Eduardo empezó estudiando Administración y Dirección de Empresas en el Stern School Business de Nueva York, para, después, apostar por la planificación urbanística y gestión inmobiliaria en Londres.  

Elena Ochoa ha tenido numerosas vidas a lo largo de su 65 años, pero esta última parece ser en la que más cómoda se encuentra, en la que su estilo de vida extremadamente acomodado le permite dar rienda suelta a lo que más le gusta, apoyar el arte y vivir completa y absolutamente entregada a él. El sexo quedó solo para la intimidad.