Todo empezó con una fiesta. Una fiesta a la que José María Cano estaba invitado, pero Ana no. Pero eso a ella le dio igual y se coló dentro. Era su oportunidad. Empezaron a charlar y se gustaron. Él había aprendido a tocar la guitarra escuchando a los Beatles y ella tenía una voz muy singular. Empastaban bien, sin embargo… faltaba algo… “¿Qué tal unos teclados? Mi hermano Nacho sabe tocar”. Acababa de nacer el mejor grupo de Pop en español, Mecano.
Han pasado muchos años de aquella fiesta, que después tuvo su reflejo en uno de los grandes himnos para la banda. Con mayor o menor suerte, sus integrantes han tratado de sobrevivir al éxito de Mecano. Unos han continuado ligados a la música, y, otros, como José María Cano, no quieren saber nada de ella. ¿Qué ha sido del miembro más discreto que cambió la música en los años 80?
José María Cano, talento innato para la música
Cuenta José María Cano que en su casa no había espacio para la música. Ni un casette, ni un tocadiscos, ni un nada. Los cuatro hermanos Cano Andrés tenían que ingeniárselas para escuchar algunos compases. Pero todo cambió en unas vacaciones en las que la banda más famosa que ha dado Liverpool aterrizó en sus vidas. A partir de ese verano de 1972, José María se obsesionó con aprender a tocar la guitarra. Deseaba componer canciones que hicieran bailar y conmovieran.
La suerte para José María Cano cambió en esa fiesta a la que Ana Torroja no había sido invitada y se coló con su vestido transparente. Se hicieron novios, pero, aunque la relación como pareja no prosperó, su amistad sí que perduraría. Por eso, cuando él, tras intentar estudiar Arquitectura en Valencia, regresó a Madrid, y le propuso crear un dúo musical, ella aceptó encantada. Pero aquello no terminaba de funcionar, faltaba algo más… y ahí entró en acción el benjamín de los Cano, Nacho.
Mientras componían canciones y ensayaban, los chicos continuaban con sus carreras. José María tras fracasar en Arquitectura, lo intentó en otra, que tampoco le motivó demasiado, Empresariales; que solo dejó para convertirse en una gran estrella de la música.
El primer gran éxito de José María y todo gracias a su padre
Estamos los años 80 y Madrid es el mayor hervidero cultural del país. Se respira transgresión, modernidad y ganas de hacer proyectos artísticos distintos a todo lo anterior. Los dos hermanos y Ana Torroja plasman todo eso en ‘Hoy no me puedo levantar’, su primera canción de estudio. El padre de los Cano, pese a no haberles inculcado a sus hijos un amor por la música, se deja la piel tratando de que Mecano llegue a lo más alto y compró 100 copias para hacerlas llegar a las emisoras de todo el país. De esta manera consiguió que la canción no dejara de sonar en las radios y se convirtiera en uno de los grandes himnos de La Movida.
Los 80 son suyos, pese a que muchos los comparan con una alternativa pija a la arriesgada propuesta de Dinarama. Un pique que vivían más los fans de las bandas, que sus propios integrantes. De hecho, con los años, Ana Torroja y Alaska acabarían colaborando en una canción conjunta que cristalizó los sueños de todo su 'fandom'.
Un éxito de proporciones bíblicas. Los Mecano son aclamados en España, pero también en Latinoamérica. José María será responsable de algunos de los grandes temas del grupo, como ‘Mujer contra mujer’, ‘Cruz de Navajas’ o ‘Barco a Venus’. Te las sabes absolutamente todas porque todas llegaban a lo más alto.
El fin de los hermanos Cano
Y mientras sus carreras estaban en auge, la relación entre los hermanos iba en picado. Entre ellos los roces eran cada vez mayores. Duelo de egos, se dijo. Y, en medio de todo, Ana Torroja; que solo quería cantar y seguir adelante. Pero aquello cada vez era más difícil.
Viajaban separados, no se hablaban, no se miraban, pactaron que en cada disco hubiera el mismo número de temas de uno que de otro… porque, claro, José María no era el único con talento de la familia, Nacho también era genial escribiendo canciones. Todo estaba medido y calculado; pero todo, a su vez, resultaba asfixiante. Así no podían seguir. Así que pararon.
El grupo frenó sus conciertos en 1988. Necesitaban descansar los unos de los otros y hacer otras cosas. José María inició una nueva vida en Londres que continúa hasta el día de hoy, Nacho abrazó el budismo, y Ana siguió, infatigable, sin soltar el micro.
Esta época de impasse de Mecano, José María empieza a experimentar con otros géneros y se enamora de la ópera y de la posibilidad de componer una. Para ello se forma con destacados artistas líricos que le ofrecen los mejores consejos para hacerle brillar en esta nueva faceta que ahora desea abrazar. ‘Luna’ será el resultado de todo este esfuerzo, que no tendrá un buen reflejo comercial. Su ópera fue un rotundo fracaso y, además, como había sido financiada por él mismo, le dejó en una situación económica muy delicada.
Un hijo, una separación laboral y una carísima ruptura sentimental
Sin duda, lo mejor de esta época fue el chico más especial de su vida: su hijo Daniel. En 1995 nace el joven, fruto de la relación de José María y la modelo y azafata Marta Gómez. El pequeño se convierte en su motor vital y gran inspiración; de hecho, hasta le dedica una canción: ‘Y ahora tengo un novio’.
Tres años más tarde, y para formalizar su unión con Marta, la pareja decide casarse. Es 1998 y, de manera paralela, está tomando forma uno de los grandes cénits de la carrera de Jose María: la vuelta de Mecano con AnaJoseNacho, un recopilatorio de toda su carrera que incluía dos temas inéditos. Como no podía ser de otra manera, el disco fue un verdadero éxito. Muy probablemente, si fueses niño en los noventa, te sumaste a la fiebre Mecano en esta segunda oleada de fama. Los que ya lo eran, se reafirmaron en sus creencias.
Retomar la banda fue agotador. No le quedaba tiempo para sí mismo, hasta el punto de que, para casarse con Marta, lo hace por poderes. “Llevaban viviendo diez años juntos y el pequeño nació en Londres justo cuando su padre estaba dando toda su energía a reaparición de Mecano. El cantante estaba tan absorto en este cometido que no tuvo tiempo ni de asistir a propia su boda. En el registro civil de Pradillo estaban sus testigos, Susana Uribarri y Julián García Sánchez. Este último tuvo un papel más protagonista, incluso, porque tuvo que ejercer de 'novio'", contó la periodista Amparo de la Gama.
Y, cuando el éxito parecía no tener fin, José María volvió a echar el freno pero, esta vez, del todo. Ya no habría más vueltas de Mecano. Las circunstancias obligaban. El compositor, sin avisar ni a su hermano, ni a Ana Torroja, ni tampoco a su mánager, anunció en plena actuación que dejaba la formación. Años más tarde, la vocalista, en el programa de ‘Mi casa es la tuya’ aseguró que eso le pareció “muy feo”. ¿Por qué lo hizo así? El propio músico lo explicó a El Mundo, “a Dani le acababan de diagnosticar el síndrome de Asperger (una condición parecida al autismo). Ahora pienso que sí es razonable aclararlo, pero, en aquel momento, eso habría dado una dimensión mediática al problema”. Por eso no dio mayores explicaciones, ni a sus compañeros tampoco.
Se centró entonces en su vida personal y en pasar el máximo tiempo posible con su hijo. Un lema que sigue manteniendo. Pero su matrimonio fue debilitándose conforme pasaban los años. Finalmente, en 2002, la pareja anunció su separación. Fue uno de los divorcios más salvajes del mundo del ‘cuore’. Marta Gómez quiso disolver su pareja ante la justicia británica y, para ello, contrató a Fiona Shackleton, una de las mejores abogadas expertas en esta clase de pleitos, quien llegó a defender a Carlos III. Él acabó corriendo con todas las costas de la letrada, pero deseaba ir a por todas por tal de lograr la custodia de Daniel.
“Mi hijo Daniel tiene cualidades singulares para la música. Aparte de tocar distintos estilos al piano y la batería, tiene oído absoluto. Es capaz de identificar varias notas tocadas a la vez por complejo que sea el acorde”, contó al periódico El Mundo, donde destacó su talento como pianista.
La etapa más tranquila de José María Cano, entre palacios y pinturas
Mientras daba salida a toda la frustración que le provocó su divorcio y, buscando nuevas vías artísticas con las que dar rienda suelta a su creatividad, empezó a pintar. Y de aquellas pinturas casi terapéuticas, su profesión a día de hoy. “Yo no hago las cosas por un porqué realmente. Me van pasando. Me fijo mucho. Decido poco. Intento ponerme a favor de las cosas siempre que no contravengan mi manera de entender esta vida. Ojalá sencillamente lo único que tenga que hacer es pintar hasta el final. Un trayecto que no me va a molestar nada recorrer sin sobresaltos”, contó en una entrevista al Ayuntamiento de Pozuelo, donde vive cada vez que viene a Madrid. “Cuando voy a Londres, trabajo más en el aspecto de comunicación de mi obra y, en cambio, cuando estoy aquí, sencillamente trabajo".
Una vida a caballo entre Madrid, Londres y, desde hace unos años, también Lisboa y Malta. En las dos últimas ha realizado sus inversiones patrimoniales más destacadas, adquiriendo sendos palacetes históricos. Lo cierto es que José María, además de para la música, siempre poseyó un infalible olfato para los inmuebles, puesto que su domicilio en las islas británicas tampoco anda exento de historia: el autor de ‘Peter Pan’ se inspiró en esta casa a la hora de describir el hogar de Wendy y del resto de sus intrépidos hermanos.
En 2017 y por tres millones y medio de euros, compró el palacio de San Vicente de Fora, el refugio final de los Braganza, donde yacen enterrados los últimos reyes portugueses. Ubicado en uno de los barrios más encantadores de la capital portuguesa, Graça, al lado de la Feira da Ladra, data del siglo XVII y consta de casi 3.000 metros cuadrados, de los que 850 son del palacio y, el resto, de jardines de estilo neoclásico, perfectos para pasear entre ellos, inspirarse y evadirse de lo que fue ser una estrella del Pop.
Este palacio no solo es refugio para José María, puesto que, además, lo utiliza como negocio, ya que lo alquila para eventos y fiestas privadas. Como fiesta fue el baile de máscaras venecianas que organizó hace 4 años para una buena amiga, Sandra García Sanjuán, responsable del festival Starlite. El artista abrió su palacio para los cientos de invitados del 50 cumpleaños de su íntima y solo pidió una cosa: que ellas no llevaran tacones, porque podrían destrozar el delicado pavimento del siglo XVII.
No ha sido la única fiesta celebrada en sus palacios que ha trascendido. En 2022, celebró una mascarada en otra de las joyas de su patrimonio, su casa en Malta, que empezó siendo un almacén de frutas en 1689 y que ha acabado albergando la inmensa colección de arte de José María. Esta vez, el dress code de la fiesta que celebró, aprovechando la cercanía del puerto y del mar, fue de inspiración pirata. Y ahí estuvieron Susanna Griso, Paula Echevarria o Paloma Cuevas blandiendo espadas y luciendo botas mosqueteras.
“Cuando no estoy con mi hijo, trabajo todo el tiempo. Me levanto, trabajo; como, trabajo; voy al baño -sonríe-, trabajo; duermo, trabajo”, contó en una entrevista, ahondando en esa fama de asceta austero que tanto le gusta dar. Un ermitaño cuyas piezas de arte se venden al alza. Sus pinturas, que firma como Cano de Andrés, han recorrido los mejores museos de arte contemporáneo y se subastan por grandes sumas de dinero. Uno de los más espectaculares, el que dedicó a Jack Ma, creador de la web Alibaba, obtuvo un precio de venta de casi 400.000 euros.
No se le conocen más amores que la madre de su hijo, aunque, en la biografía de la política Carme Chacón se dijo que habían cosechado una relación muy especial. También se rumoreó que había tenido flirteos con las modelos Marisa Jara y Cristina Piaget, pero ni él ni ellas confirmaron nada.
Por supuesto, la relación con Nacho sigue igual de tensa que a finales de los 80, en eso nada ha cambiado. Su odio es tal que, dicen que, cuando falleció su padre, ese hombre que mandó copias a todas las radios de España, los dos hijos no quisieron coincidir y acabaron haciéndole dos funerales por separado. Con esta animadversión, no hay ni 'Fuerza del destino' que les una.