Antes de Matthias Khün, antes de José Frade e incluso antes de Marc Ostarzevic, en la vida de Norma Duval estuvo Jorge. Un amor surgido entre lentejuelas y plumas del Folies Bergère, el cabaret parisino en el que trabajaba la vedette. Una relación fugaz, que apenas duró seis meses, pero que planearon ver culminada con una boda por todo lo alto. Aunque, en lugar de eso, lo que ocurrió fue un arresto: el de Norma.
Cuando Jorge García Lago, un joven perteneciente a una acomodada familia gallega, se fijó en Norma Duval, la vida se le detuvo. Al verla envuelta en ese halo brillante del escenario sintió un flechazo inmediato. Era 1981 y la artista era una de las grandes estrellas del cabaret. “Él es un hombre que me ha calado en el corazón”, le contó entonces a Lecturas. Ella parecía también loca de amor por este chico que padecía una gravísima enfermedad muscular.
Querían casarse cuando ella acabara la temporada y dejarlo todo organizado para, en julio, poderse dar el tan ansiado ‘sí, quiero’. Para ello, Jorge invitó a Norma Duval a instalarse en el domicilio familiar; un elegante piso situado en el Paseo de la Castellana. La versión de la artista sostenía que, en todo momento, la madre de su novio había sido muy cariñosa con ella y que hasta le había dejado una nota de bienvenida a la casa, que no dudó en aportar como prueba cuando las cosas empezaron a torcerse…
Norma Duval, una novia detenida y esposada
“La madre de Jorge me sugirió que me instalara en un ala de la casa y Jorge no se movió de su cuarto. La razón era evitar a Jorge, dado su estado físico, entradas y salidas para ir a visitarme”, contó Norma Duval a la revista Lecturas ese mismo año. Y es que, pese a esa primera nota, la familia de Jorge no parecía conforme con esta relación. Y, cuando a la catalana se le planteó la oportunidad de dar una entrevista en la televisión, absolutamente todo saltó por los aires.
Su entonces suegra la puso en la complicadísima disyuntiva de tener que decidir entre este trabajo y su hijo; y la vedette, que no pensaba tolerar tremendo desaire, abandonó la vivienda. El problema vino cuando esta quiso recuperar sus cosas. Entonces se lo impidieron y ella acabó denunciada por allanamiento de morada, con el resultado de esta ‘novia’ esposada.
Los planes nupciales jamás llegaron a verse materializados. Y Norma Duval solo acudió a los Juzgados a interponer una denuncia por retención ilegal, malos tratos e injurias y no a firmar los papeles matrimoniales.
Las bodas de Norma Duval: privadas y secretas
Norma Duval y Marc Ostarzevic
Pasaron once años más hasta que Norma Duval volvió a tener ganas de pasar por el altar. Fue con el padre de sus hijos, el exbaloncestista Marc Ostarzevic, en una privadísima boda que tuvo lugar en a las afueras de París, donde se habían conocido. A la misma acudieron muy pocos invitados, tan solo ellos, sus hijos y algunos familiares.
Norma y Marc fueron la cara de los excesivos años 90; híper bronceados, vestidos de blanco, con el rostro lleno de brillos y posando al lado de una piscina en Mallorca. Se llevaban una gran diferencia de edad, pero la chispa entre ellos era innegable. Al año de conocerse ya vivían juntos y dos más tarde ya tenían su primer hijo en común. Y aún vendrían dos más.
Pero, con el nuevo milenio, a Norma y a Marc se les acabó el amor. En 2001, tras casi una década de matrimonio y 18 años de relación, acababan con su historia. Ella sentía que esa relación ya no podía dar más. En sus memorias, utiliza la palabra “agotamiento” a la hora de escoger un motivo para la separación.
Norma Duval y José Frade
A Norma Duval aún le esperaban dos bodas más. Quizás salió escaldada de su primera intentona nupcial, pero lo cierto es que no le cogió miedo al ‘sí, quiero’. En 2004 se casó con José Frade, uno de los mayores empresarios del entretenimiento de nuestro país. No era un romance flor de un día, al parecer, en los ochenta ya se habían mirado con ilusión pero hubieron de pasar veinte años para poder consumar (por lo legal) su amor.
Y si íntima había sido su primera boda, la segunda fue sorpresa directamente. Nadie esperaba este paso por parte de la pareja. Un enlace que cogió a todos de improviso, hasta al representante de Norma Duval, que no sabía absolutamente nada de los planes de su cliente.
A los cinco años se divorciaron. No había vuelta atrás. Norma Duval explicaba que esta vez, en el fracaso de su matrimonio, una fuerte discusión había jugado un papel crucial. Renunció a todo lo que podía venir de Frade y esto incluyó hasta una pensión. Su relación estaba rota para siempre.
Norma Duval y Matthias Khün
Pero el amor todavía le tenía guardado una bala más en la recámara. Matthias Khün, empresario, adineradísimo y dueño de, nada menos, que de una isla, Tagomago; que se ha convertido en el refugio preferido de la exvedette. Esta tampoco ha sido una relación sencilla, pues ha estado plagada de crisis, rupturas y reconciliaciones. Finalmente, y haciendo uno de esos gestos ya tan de Norma, anunció su boda vía su revista de cabecera. Ella y el alemán se habían casado en una boda secreta en Suiza, con un paisaje nevado de fondo y unos amigos como únicos testigos.
A sus 67 años, Norma Duval sigue creyendo en el amor como esa chiquilla envuelta en plumas y brillo. Sin miedo a los tropiezos y siempre dispuesta a dar una nueva oportunidad a Cupido.