“Muy poca gente sabe quiénes somos, solo saben que somos daneses”. Cuando Joaquín de Dinamarca hizo las maletas junto a toda su familia después del terrible desplante de su madre, sabía que empezaba una nueva vida que nada iba a tener que ver con los palacios, los castillos y los tratamientos de Su Alteza. A sus 54 años, el hermano menor de Federico X entraba en el mundo real (que no de la realeza) a la fuerza.
En 2023, la reina Margarita de Dinamarca tuvo uno de los gestos más polémicos de todo su reinado: despojó a sus nietos por parte de su hijo menor, Joaquín, de todos sus títulos nobiliarios. Se acabó lo de ser príncipes. A partir de entonces, solo lo serían los hijos del heredero directo; no los del segundo. Fue un movimiento que generó un verdadero seísmo en la Corona danesa, entonces, tan apacible y tranquila. La llamativa decisión de la monarca le valió numerosas críticas, y ella acabó reconociendo un pequeño mea culpa: quizás se había equivocado en las formas; pero no en la tajante decisión que había tomado.
Joaquín, el Harry danés
Federico y su familia, su mujer Marie y sus dos hijos Henrik y Athenea, llevaban tiempo buscando su lugar en el estrechísimo mundo de la monarquía danesa. Y es que, una vez que tanto el papel del monarca como el del heredero están resueltos, ¿qué queda? ¿El de ser meramente la Corte? Necesitaban marcar su propio camino.
Hartos de ser ninguneados, el matrimonio dio un ultimátum que recuerda, de manera irremediable, al órdago que lanzaron hace 4 años Harry y Meghan: ‘si no acatáis mis normas, me marcharé del país’. Pero, en el caso de los daneses, estos jugaron bastante mejor ese farol que se marcaron casi a la vez.
Mientras que en Inglaterra la reina Isabel despidió al príncipe y a su mujer (casi) dándoles con la puerta en las narices, despojándoles de sus responsabilidades en la Corona y relegándoles a un plano de mera anécdota; a los daneses, el pulso les salió mucho mejor.
Margarita les ha permitido seguir de lo más vinculados a la institución, como vimos hace 6 meses durante la proclamación de Federico y Mary como nuevos reyes del país, cosa que no ocurrió cuando Carlos III fue coronado. En el caso de la subida al trono de Federico X, Joaquín estuvo en una discreta segunda posición aunque sentado en el lugar de honor, junto al resto de familia real, pero nada que ver con Harry quien, en la coronación de su propio padre, tuvo categoría de mero invitado; junto al resto de sus primas, siendo uno más del cortejo.
Lo cierto es que esto que viven Harry y Meghan no es lo que a ellos les hubiera gustado. Ellos habrían querido tener un poco de ambos mundos, ser un poquito anónimos y un poquito ‘royals’. Los Hannah Montana de la realeza. Pero a Isabel II no le gustaban esas medias tintas. O estaban con ella o contra ella, y, cuando partieron hasta Estados Unidos, sus oportunidades de volver a representar a la Casa Real británica quedaron relegadas a cero.
Joaquín y Marie han sabido encontrar un equilibrio a veces imposible. Han sabido tomar el espacio suficiente para no desvincularse del todo y continuar ligados al terreno royal. Por suerte para ellos, Margarita se lo permitió. Aunque esto supusiera que sus descendientes perdieran los títulos. No es mala transacción, puesto que han sabido quedarse con las cosas buenas de ambos mundos.
La polémica decisión de Margarita
Aquella comunicación pública enfureció a Joaquín y a toda su familia. Lo cierto es que Margarita, con aquella decisión polémica, lo que trataba era de evitarle a su hijo Federico que él tuviera que pasar por tremendo trago. De esta manera lo hizo ella y se lo ahorró a su heredero. ¿Que ella tenía que quedar como la mala de cuento? No pasaba nada, no quería sumar más tensión entre los hermanos, quienes mantienen, desde hace años, una relación muy complicada.
Federico y Joaquín llevan años más cerca de ser enemigos que afines. Quizás, el origen de esta tensión se puede hallar cuando el Parlamento danés planteó la peliaguda cuestión de si los derechos dinásticos debían pasar del heredero a su hermano debido a sus continuas polémicas de juventud. Margarita intercedió por su hijo predilecto y le allanó el camino, pidiendo perdón y prometiendo que el príncipe se enmendaría y que no volvería a cometer errores. Algo que nunca se cumplió.
Joaquín ya se veía como futuro rey, pero todas sus ilusiones acabaron chafadas con aquel comunicado de su madre. Y ahí no acabaron los conflictos entre hermanos. Cuando Federico conoció a Mary, se dispararon los rumores de que Joaquín también estaba enamorado de ella. Entonces, él estaba casado con la princesa Alexandra y tenían dos hijos, Nicolás y Félix, pero toda la información que se publicó entonces, sin duda, hizo mella en su matrimonio. Finalmente, la pareja se rompió y él volvió a enamorarse de nuevo.
Marie Cavallier y una nueva vida fuera de Dinamarca
En 2007 Joaquín presentó a su nueva pareja: Marie. Su nombre no solo era el mismo que el de su cuñada, sino que, además, ambas mujeres guardan un asombroso parecido. Esto, lejos de disipar los comentarios maliciosos, los disparó aún más. ¿Había escogido el príncipe a una ‘doble’ de Mary? ¿La estaba obligando a parecerse a ella? Lo cierto es que toda esta clase de rumorología no hizo más que separar a la familia. La ruptura ya era una realidad.
El matrimonio tuvo dos hijos, Henrik y Athenea, y todos vivieron en Copenaghe hasta que en 2019 tomaron la decisión de mudarse a París. De esta manera, el hijo de la reina se fraguaba su propio camino, aunque, eso sí, sin desvincularse del todo de casa real; puesto que continúa percibiendo una prestación anual como miembro de la corona.
Pero, en esta vida, no todo es el dinero. También es importante el orgullo y el de Joaquín, quedó herido cuando su madre tomó la decisión de desposeer a sus hijos de los títulos nobiliarios. Quizás por eso, escandalizados por el feo de la reina Margarita, la familia volvió a mudarse y, esta vez, fuera de Europa. “No son solo los títulos, es también su nombre. Su identidad”, pelearon el padre de los príncipes destronados.
Desde septiembre de 2023, Joaquín y Marie están instalados en Washington, donde él trabaja en la embajada danesa, dedicado a la parte de defensa. Desde entonces, solo le hemos visto regresar a su país de origen para presenciar la proclamación de su hermano. Quizás, en parte, por obligación y por mandato materno.
En Estados Unidos llevan una vida anónima, lejos de las ataduras del protocolo, pero íntimamente ligados con Dinamarca. Y eso, aunque a ellos no les gusta y darían lo que no tienen por recuperar el tratamiento real; otros como Harry y Meghan darían lo que no tienen por acariciar semejante pacto.