Nunca buscó ser conocida, pero a Paloma Rocasolano no le ha quedado más remedio que atenerse a la exposición por herencia familiar. Herencia inversa, además, puesto que lo de ser personaje público le viene porque su hija es la Reina. Y es que la madre de Letizia, como su hermana Telma -e incluso su padre Jesús Ortiz después de algún toque de atención en los primeros años- han optado por mantenerse en un segundo plano. Todo sea por evitar cualquier paso en falso que pueda desdibujar la metódica y perfeccionista forma de trabajar de su hija.

Sea como fuere, y por mucho que intenten no estar en la primera línea de atención mediática, es inevitable que los más observadores de la Corona quieran saber sobre ellos. Sobre esas blindadas vidas, sobre sus amores -ya hace muchos años que Paloma y Jesús están separados- e incluso sobre sus planes de ocio. Informaciones que no acostumbran a salir a la luz, puesto que la discreción impera, pero tratar de ser uno más entre la ciudadanía a veces se vuelve un imposible.

Para muestra, la última aparición pública de la suegra del rey Felipe de la que ha quedado constancia. En la previa a las fiestas y en un marco en el que podría haber pasado desapercibida, pero con la que terminaba por sorprender a todos los presentes y a la prensa, que rápido inmortalizó el momento. En un alarde de naturalidad e ilusión festiva, tan propia de los días que nos ocupan, Paloma Rocasolano ha disfrutado de un plan de lo más especial. Y lo ha hecho junto a una de sus nietas.

En Madrid sin su chico, pero al lado de su nieta

Claro está que esa nieta no era la princesa Leonor, que ahora mismo está inmersa en su formación militar en la Escuela Naval de Marín, ni la infanta Sofía, instalada en Gales durante el curso escolar en su último año de Bachillerato Internacional: Tampoco Carla Vigo, hija de la malograda Érika, ni Amanda, la mayor de las hijas de Telma. Quien estuvo junto a ella fue la pequeña, Erin, nacida en el verano 2021 fruto de la relación actual de Telma Ortiz con el irlandés Robert Gavin Bonnar.

No es de extrañar que solo la menor de sus nietas estuviese junto a ella, porque el plan era nada más y nada menos que disfrutar del tradicional encendido de las luces de Navidad que da el pistoletazo de salida a las fiestas en Madrid. Y como una madrileña más -aunque en realidad es originaria de Asturias-, allí estaba ella. Con el bolso colgado al hombro y luciendo un abrigo gris que contrastaba con la bufanda y una estilosa boina francesa en color rosa. Una ocasión de excepción para fundirse con la multitud en la que se dejó ver de lo más afectuosa con Erin, pero en la que faltó una de las personas más próximas a ella: su pareja.

Paloma Rocasolano
Gtres

En las imágenes disponibles de esta salida por las calles de la capital no hay constancia alguna de que junto a Paloma estuviese Marcus Brandler, el hombre con el que comparte su vida desde hace algunos años. Algo que no debiera ser leído como una señal de que las cosas no van bien entre ellos, pues basta con recordar todo el tiempo que han compartido este verano instalados en un pueblo de Murcia, alejados del bullicio de la urbe durante la temporada estival. Eso y que a Marcus no le apasiona la idea de la notoriedad, de modo que no es extraño que prefiera ausentarse cuando sabe que puede convertirse en el centro de atención.

Paloma, una abuela presente y orgullosa

Esa presión mediática con la que Paloma no tiene otra opción que lidiar. Sobre todo siempre que se da un evento de cara a la galería, porque las cosas de casa pueden quedarse en casa y no hay por qué mostrarlas. En cualquier caso, si se trata de acontecimientos tan destacados como los Premios Princesa de Asturias, su faceta de abuela orgullosa se antepone a cualquier pudor para demostrar que está ahí para los suyos.

Paloma Rocasolano
Gtres

Para su hija, pero sobre todo para sus nietas. Prueba de ello quedó en la entrega de galardones del pasado octubre de 2024. Como de costumbre, Rocasolano volvió a demostrar que está presente cuando debe estarlo y no falló a la cita en el Teatro Campoamor de Oviedo. Además, en un año señalado para Leonor, que por primera vez presidió la ceremonia siendo mayor de edad. Y su abuela, feliz de ver cómo avanza a pasos agigantados en la preparación para ser la próxima soberana, no podía ocultar su enorme dicha.