Si uno repasa a los ancestros de Letizia, al menos por el lado Rocasolano, uno tendrá suerte si se topa con el nombre de Otilia, a menudo ‘borrada’ o no tenida en cuenta a la hora de conformar las ramas familiares del intrincado árbol genealógico de la consorte española.
Los antepasados de su marido, Felipe VI, se pueden contemplar en los libros de historia, donde abundan las traiciones, segundas oportunidades y los hijos de otros matrimonios; pero los de la Reina no van a la zaga. Y es que, pese a que jamás habla de ella, ni tampoco la invitó a su boda, Letizia tiene una tía que, a pesar de su consanguinidad, siempre ha preferido mantenerla al margen.
La abuela de Letizia, una viuda joven con una pequeña a su cargo
Lancemos un rápido vistazo al organigrama familiar de los Rocasolano, concretamente a las ramas que descienden hasta Paloma, progenitora de la consorte. En el mismo nivel donde uno encuentra su nombre y el de su hermano, Francisco, también existe el de otra mujer: Otilia.
La misteriosa Otilia es la primogénita de Enriqueta Rodríguez, la abuela de Letizia que se casó muy joven y enviudó al poco tiempo. De este matrimonio nació una pequeña, Otilia, cuyos datos parecieran haber sido ‘borrados’.
Mientras que de Francisco Rocasolano hemos sabido que su nieta Letizia tenía absoluta devoción por él, que le adoraba y que, cuando falleció en 2015, ella quedó completamente deshecha, de la abuela de Letizia, Enriqueta, hemos sabido muy poquito.
Francisco era taxista de profesión y en 1950 se convirtió en el segundo marido de Rodríguez, que aportó una hija al matrimonio, Otilia. Él vivía en Madrid y ella había llegado desde Asturias hasta la capital buscando nuevas oportunidades y poder salir adelante junto a su pequeña.
Paco y Enriqueta, los abuelos maternos de Letizia
Paco, como todos le conocían, se enamoró de Enriqueta y quiso ser el salvavidas que esta necesitaba. Y vaya si lo fue. Formaron una familia estupenda que, dos años más tarde, vio cómo se hacía más grande con la llegada de Paloma y, tiempo más tarde, cómo volvía a aumentar de tamaño con la llegada del niño, Francisco, que heredó de su padre su pasión por los coches, la mecánica y la automoción.
Paco y Enriqueta tenían formas de ser contrarias. Él era el desparpajo en persona, quizás por ese pasado al volante, dando conversación a todos sus clientes; mientras que Enriqueta era mucho más reservada y tímida. A lo mejor por eso nunca supimos nada de su Otilia, a la que, poco a poco, la historia fue borrando.
Cuando en 2003 todos supimos que la presentadora de los informativos de la televisión pública se casaría con el futuro Rey de España, los abuelos de la periodista vivieron un seísmo absoluto. De la noche a la mañana perdieron su anonimato, puesto que todos queríamos saber todo sobre la familia que iba a emparentar con la Corona. Y ahí estaba Paco, con su sonrisa bonachona y sus ganas de dejar titulares para el recuerdo, como aquel en el que manifestaba lo mucho que le gustaba “tomar el aperitivo con los camaradas”, puesto que, en la guerra, había pertenecido al bando republicano, “a los rojeras”, como solía decir.
Enriqueta era lo opuesto. No quería hablar y tampoco le gustaba pronunciarse. Era retraída y discreta, además, su hija Paloma había pedido a sus padres que, por favor, no contestaran a las preguntas de la prensa. Sonrisas, “gracias” y poco más. Y a eso se aferró la asturiana, quien ni en un millón de años se imaginó departiendo con la realeza.
El borrado de la tía de Letizia
En aquel 2003 se empezó a trazar el árbol genealógico de Letizia Ortiz y, cuando se escribía, no era raro que apareciera el nombre de su tía Otilia. Pero, conforme pasaban los años, entendimos que ese miembro de su familia era solo una sombra.
Otilia, la tía ‘borrada’ de la Reina, no acudió a la boda de su sobrina con el futuro Rey. Tampoco participó en sus eventos más destacados ni en los que tuvieron que ver con Leonor y Sofía, sus sobrinas nietas. Otilia, simplemente, se desvaneció.
Jamás se ha explicado qué pasó con ella, qué motivó esta escasez de vínculo, pero lo cierto es que, a día de hoy, la presencia de Otilia en la vida de Paloma Rocasolano es solo un recuerdo. Tal y como se asegura en El Confidencial, no hay contacto entre hermanas, el vínculo está roto; mucho más desde que en 2008 falleciera Enriqueta el único nexo que les quedaba.
De los escasísimos datos que se conocen de esta misteriosa mujer, que siempre ha optado por el anonimato, es que está casada y que tiene hijos. Ninguno de ellos tampoco acudió al multitudinario enlace real de hace 20 años.
Otilia, a diferencia de la tía Henar (hermana de Jesús Ortiz, padre de Letizia) o de su primo David, que sí han sido un verdadero quebradero de cabeza para la Corona, no ha supuesto un solo problema para su sobrina. Dada su discreción, esta no resulta ni un familiar incómodo para la Reina; tan solo, una presencia difusa, que, cada cierto tiempo, vuelve a adquirir relevancia cuando la prensa recuerda a la hermana 'perdida' de Paloma.
El borrado de Otilia ha sido en ambos sentidos. Por alguna razón que desconocemos y que jamás sabremos, a la familia de Letizia nunca le ha interesado que este familiar adquiera relevancia, y, por otro lado, a ella tampoco le ha interesado ser relacionada con la Reina. Quién sabe, puede que le ocurra como a don Francisco Rocasolano y que también sea del bando republicano.