No es reina, pero ni falta que le hace. Marie Chantal Miller, la esposa de Pablo de Grecia, ha conseguido el premio doble de la lotería: dinero y estatus. Y, cuando una se maneja por según qué esferas, no hay galardón mejor.
Marie Chantal Miller se mueve con la misma soltura en un brunch para mujeres empresarias celebrado en Chelsea -el barrio más pijo de Londres-, que en una cena de estado que festeja la mayoría de edad de un heredero europeo. Todo lo hace con las mismas maneras refinadas, una sonrisa imperturbable y una cabellera que brilla como mil soles. La reina sin corona se ha convertido en lo aspiracional, el ideal que muchos y muchas desearían para sí mismos, porque solo ella ha logrado lo que parecía imposible.
Sus enemigos la tachan de arribista, de interesada. Una mujer capaz de hacer cualquier cosa con tal de conseguir su objetivo. Quizás lo sea. O quizás solo haya aprendido de su padre, un verdadero tiburón para las finanzas, a oler y detectar dónde se hallaba la mejor oportunidad. En lo que unos ven una falta, otros encuentran una auténtica virtud.
Los orígenes de Marie Chantal Miller
Marie Chantal Miller nació en Londres, pero creció en Hong Kong, acudiendo a uno de esos centros de enseñanza donde solo estudia la élite. Estudiantes con faldas de tablas, coletas con lazos y niñeras esperando en la puerta. En casa se ensalzaba la cultura del esfuerzo, del trabajo y de construir uno mismo sus propias oportunidades. El discurso neoliberal llevado al terreno doméstico.
Su padre, Robert Warren Miller había hecho una verdadera fortuna al fundar una cadena de 'duty frees', las tiendas libres de impuestos que se localizan en los aeropuertos. Este americano, con estupendo olfato para los negocios, se enamoró en los años sesenta de María Clara, una joven de origen ecuatoriano que, cuando se casó con el empresario, decidió romper con su pasado y con sus orígenes. Entonces decidió cambiar su nombre por Marie Chantal, creyendo que, de este modo, sería más aceptada en el elitista círculo en el que se codeaban.
Tras vivir en Nueva York y Londres, donde nacieron sus tres hijas (la mujer de Pablo de Grecia es la mayor), se mudaron a Asia, donde el negocio de Robert podía multiplicarse y seguir creciendo.
Cuando las niñas ya habían pasado los diez años, regresaron al Reino Unido donde se convirtieron en las jovencitas más estilosas y preferidas por las revistas de sociedad. María Clara veía en Marie Chantal, Pía y Alexandra, la consumación de sus sueños.
¿Cómo conoció a Pablo de Grecia?
Interesada por el dibujo y el arte desde niña, en 1987 se marcha a vivir a Nueva York, becada por, nada más y nada menos que Andy Warhol, que se convierte en uno de sus valedores y auspicia su creación artística. De hecho, el icónico fotógrafo hasta la inmortalizará en una de sus obras.
Marie Chantal es una de las imprescindibles de la escena neoyorkina. Tiene talento, belleza y sabe cómo desenvolverse por los ambientes más selectos, pero, también, por los más underground; lo que le permite tener las amistades más diversas. A pesar de que ya hace vida en los 'states' aún conserva numerosos compromisos ligados a sus padres, como lo fue acudir a la boda del hijo de un importante naviero griego. Aquello que parecía un plan aburridísimo, acabó uniéndola al amor de su vida.
En 1993, Stavros Niarchos celebraba el enlace de su primogénito y, durante toda la fiesta, el banquero Alecko Papamarkou no dejó de insistir al príncipe griego que conocía a una chica perfecta para él. Durante toda la velada le insistió en que Marie Chantal, además de ser una verdadera belleza, era una chica muy interesante y de lo más culta. Cuando al fin se produjo la presentación, las chispas saltaron al instante. Los dos jóvenes empezaron a hablar de inmediato, sintiéndose profundamente atraídos.
Dos meses más tarde de aquello, los dos ya paseaban de la mano por Nueva York. La reina de la Gran Manzana mostraba sus lugares favoritos a su nuevo novio, quien se había trasladado a Estados Unidos junto a su primo, Felipe. Uno había reparado en la ciudad de los rascacielos siguiendo el amor y el otro dejándolo atrás, puesto que el príncipe español acababa de romper su relación con su primera novia, Isabel Sartorius.
Boda y una familia numerosa
En 1995, en Londres, Pablo y Marie Chantal se daban el ‘sí, quiero’ a través del rito ortodoxo. La inglesa no tuvo problema en abrazar la religión de él y en acercarse, lo máximo posible, a toda la cultura y tradición griega. Un año después de aquello, nacía la primogénita del matrimonio, Olimpia, que vino seguida de Constantino, Aquiles, Odiseas y Artístides.
Una estupenda familia numerosa que vivía cómodamente en el centro de Londres y que inspiró el gran proyecto profesional de Marie Chantal. Porque, una vez que sus hijos crecieron y no la necesitaron tanto, la británica empezó a desarrollar un trabajo que aunara algunas de sus pasiones, una era el dibujo y el diseño, y, la otra, sus pequeños. Basándose en sus experiencias, sus necesidades y sus gustos, creó una marca de ropa infantil que pronto se convirtió en una de las más solicitadas por las clases altas británicas.
La fortuna de Marie Chantal
Hablamos de conjuntos de algodón orgánico, vestidos coquetísimos y polos que permiten jugar y disfrutar cómodamente. Viendo el éxito que tenía su propuesta infantil, decidió expandir el negocio y sumar menaje para el hogar, así como ropa y pijamas para adulto; siempre aspirando a esa “cosiness” que Marie Chantal ha destacado en su marca.
Su fortuna se fija en torno a unos 500 millones de euros, después de que en 2018 saliera a la luz que había ganado 470 gracias al fondo de inversión familiar. Su padre dejó muy bien situadas a sus tres hijas, puesto que Marie Chantal no es la única de los Miller que lleva una vida de auténtico lujo. Sus hermanas, mujeres de la jet-set que se dedican a las inversiones, también mantienen este tren de vida altísimo.
A esto hay que sumar lo que ha logrado gracias a su marca de ropa, que lleva su propio nombre, además de todas las propiedades familiares de las que disponen. Nos referimos a su vivienda en Londres, una casa en Nueva York (donde viven desde 2017 después de que Pablo aceptara un nuevo trabajo en Estados Unidos), una mansión en los Hamptons, un ‘cottage’ en el campo inglés y, por si todo esto no fuera suficiente, una residencia en Bahamas.
Marie Chantal no es reina, pero vive como tal. Quizás, con una corona no habría podido permitirse semejante dispendio. Al final, puede que haya salido ganando: tiene el título oficioso, pero sin las responsabilidades de lo oficial.