Los árboles perfectamente ornamentados y las luces de colores decorando las calles anticipan la inminente llegada de la Navidad. Un momento de lo más emocionante en el que los pequeños estallan en ilusión, mientras que los mayores conviven también con la nostalgia. Con ver que algunos ya no ocupan una silla en las comidas familiares. Con esa soledad que, a pesar de estar bien acompañada en todo momento, también acecha a doña Sofía.
Justo cuando el frío se ha instalado en la capital, y como en la mayoría de hogares del país, en la Zarzuela también se preparan para las fiestas venideras. Al menos, aquellos que todavía pernoctan allí, en el edificio central que va más allá del Pabellón del Príncipe -la residencia privada del rey Felipe, Letizia y sus hijas- y el hogar de la emérita. También de Irene de Grecia, claro. Su inseparable hermana pequeña, cada vez más deteriorada por la enfermedad que parece, pero eterna compañera de vida.
Y es el hecho de que las celebraciones están a la vuelta de la esquina plantea una gran incógnita. Esa que atañe a quiénes serán los que consigan que la sonrisa de Sofía deje de ser forzada para poder disfrutar genuinamente de días tan especiales. ¿Qué miembros de la familia del Rey tienen previsión de pasar por palacio y estar junto a ella? Por todos es sabido que, a diferencia de don Juan Carlos, desde hace años afincado en el golfo Pérsico, es su esposa el nexo de esta estirpe resquebrajada. De ahí que los posibles visitantes sean muchos, pero los hay que tienen más números que otros de acompañarla en fechas tan señaladas.
Los familiares que podrían pasar por Zarzuela
Es esta una conclusión que se extrae de las dinámicas que han imperado entre los Borbones en los últimos tiempos. Evidentemente, unas que se desmarcan del núcleo duro de la Familia Real propiamente dicha, pues tanto Felipe como Letizia ya viven en su particular parcela del recinto palaciego. Esa casa propia que también es casa de Leonor y Sofía, sus nietas. Ambas regresarán a su hogar por Navidad, claro está. La mayor cuando el día 20 concluya su periodo académico en la Escuela Naval de Marín, mientras que la pequeña volverá antes, ya que el jueves 11 comienzan las vacaciones del internado de Gales donde estudia el Bachillerato Internacional. Pero, ¿qué hay de esos nietos que podrían compartir techo con su abuela de forma inesperada este diciembre?
Aunque hace algunos años se hubiese leído impensable, el apellido Urdangarin se impone en esta idea. Más todavía si se revisa lo acontecido en los últimos tiempos. Una época en la que los hijos de la infanta Cristina han ido de aquí a allá. Entre España, Suiza y el Reino Unido, pero siempre procurando sacar tiempo para estar con su abuela más allá de los actos públicos que han requerido de su presencia. En términos generales, con la excepción de Pablo, instalado en Barcelona, con pareja estable y centrado en su carrera como deportista en la ciudad condal, los demás llevan años de mudanza en mudanza. De país en país, hasta el punto de haber llegado a vivir temporadas en el hogar de Sofía e Irene de Grecia. Véase el caso de Irene Urdangarin, la más joven de las hijas de la infanta Cristina, que se alojó en Zarzuela en los meses posteriores a su voluntariado en Camboya.
Y estaba encantada. No solo porque pudo sacarse el carné de conducir en Cuenca, sino también porque en Madrid es donde vive Juan Urquijo, su novio. Un caso similar al de su hermano Miguel, el tercero, que también optó por quedarse con la emérita tras finalizar su carrera de Biología Marina en el Reino Unido. Sin olvidar a Juan, el mayor de todos, y del que se dijo el pasado septiembre que se estaba planteando dejar su trabajo en Londres y tomarse un año sabático para pasarlo en palacio. Un supuesto posible que, en cualquier caso, nunca se terminó de dar. Y no, no es que los Marichalar la olviden. Por todos es sabido que tanto Froilán como Victoria Federica adoran a la exmonarca. No obstante, su ritmo de vida actual -con él viviendo en Abu Dabi como su abuelo y ella centrada en su faceta como personaje público- no termina de casar con alojarse en la residencia real.
Un motivo para sonreír entre la tristeza
Es de recibo poner sobre la mesa el apoyo inmarchitable de todos sus allegados a la reina en esta delicada época, sabiendo omitir las rencillas del pasado para estar a su lado. Sus hijos son los primeros conscientes de que deben darle un motivo para sonreír en su enorme tristeza por haber perdido a familiares, convivir con el deterioro de su hermana y los incesantes escándalos de Juan Carlos I. Por lo anterior, Felipe no duda en verla cuando que su apretada agenda se lo permite, e incluso se la llevó a sus vacaciones privadas este verano.
También las infantas han sacado hueco para visitar a su madre o hacer planes con ellas en la medida de lo posible. Sin ir más lejos, ninguna de las dos falló a su cita en Atenas el pasado septiembre con motivo de la boda de su prima Teodora de Grecia. Reunión en la que, de nuevo, los Urdangarin -en este caso Juan, Miguel e Irene- volvieron a demostrar su cercanía con la reina. Sus primos Froilán y Victoria, en cambio, desestimaron la invitación.