Este miércoles, 17 de julio, se cumplen cuatro años de la boda de Beatriz de York con Edoardo Mapelli Mozzi. El enlace fue de lo más comentado, y no precisamente por su ostentosidad, todo lo contrario. Fue, probablemente, uno de los enlaces royal más lowcost de todos los tiempos y, sobre todo, muy íntimo. La pareja corrió con todos los gastos de la boda, y el coste del contribuyente fue cero, ya que fue totalmente privada. La familia de Beatriz pagó desde las flores hasta la seguridad de la boda.
Pero, sin duda alguna, lo más destacable es que hasta incluso ahorró en el vestido de novia, ya que se tomó muy en serio eso de llevar algo prestado. Beatriz reutilizó uno de los vestidos de Isabel II. Pero, además, también portó la tiara Fringe, que fue la que llevó la reina Isabel II en su boda con Felipe de Edimburgo. Se trata de una pieza que data del año 1830 yque cuenta con gemas pertenecientes a un collar de la reina Victoria. Esta joya tan especial esconde una desventurada historia. ¡La desvelamos!
La historia de la tiara 'maldita' Fringe
Corría el año 1947 cuando Isabel II, que en aquel momento era princesa, se aventuró a pronunciar el "sí, quiero" junto a Felipe de Edimburgo. Deslumbrante, radiante y pletórica. Así se mostraba la heredera al trono británico en aquel momento en su llegada a la abadía de Westminster. Ninguno de los más de 2.000 invitados podía pensar que antes de aparecer, Isabel II había tenido que lidiar con el infortunio por la tiara que llevaba. Su 'algo prestado' había sufrido un duro revés. La tiara Fringe, que había recibido de su madre, que a su vez había sido un regalo de la madre de su marido, la reina María, se había partido en dos.
La rotura de la pieza, formada por más de una decena de flecos de diamantes, logró desatar la locura y el nerviosísimo en el Palacio Real. Sin embargo, según cuentan, la reina Isabel supo mantener las formas, haciendo gala de su tranquilidad y carácter comedido. "Todavía tenemos dos horas y hay otras tiaras", expresó la por entonces Princesa.
Afortunadamente, todo se pudo solucionar, ya que al tratarse de un enlace esas magnitudes, el joyero real, Garrard , estaba ahí presente para solucionar el entuerto. Rápidamente, sus manos se pusieron a trabajar para poder solucionar lo que había ocurrido con el margen de dos horas, que es lo que faltaba para la boda. No obstante, el joyero necesitó trasladarse hasta su taller, por lo que tuvo que ser escoltado por la Policía hasta llegar allí y contar con todas las herramientas necesarias.
Garrard logró soldar de manera rápida y eficaz la pieza. Tras esto, regresó a Palacio tan solo unos minutos antes de que la ceremonia diese comienzo. Ni que decir tiene que esos minutos estuvieron marcados por el nerviosismo, aunque finalmente Isabel II logró deslumbrar con ella puesta.
¿QUé LE PASÓ A LA TIARA?
Durante muchos años, nunca llegó a esclarecerse del todo qué le sucedió a la tiara para que se rompiera. ¿El principal culpable que fue señalado? El peluquero. Al principio se contó que fue él quien, por accidente, rompió la tiara, y esta fue la teoría que sonó con más durante mucho tiempo.
Sin embargo, años más tarde, la propia Isabel le contaría a Kate Middleton la historia oficial de aquel desastroso accidente. "No sabía que la pieza había sido un collar y sin querer toqué el broche que unía las partes. Pensé que la había roto para siempre. Me sentí bastante alarmada, pero afortunadamente pudieron arreglarla a tiempo", confesó la difunta Isabel II.
Beatriz de York la llevó por última vez
La última vez que Isabel II la llevó fue durante el retrato por el Jubileo de Diamantes en 2011. Los dos únicos miembros de la familia real que la han llevado han sido la princesa Ana, quien la portó en su boda de 1973, y más recientemente Beatriz de York en su enlace de 2020.
Como hemos mencionado, para su vestido, Beatriz optó por reutilizar también un vestido de su abuela, con un diseño vintage del modista británico Norman Hartenll. La tendencia de lo vintage en los vestidos nupciales es algo que cada vez estamos viendo más; por lo la royal no dudó en unirse también a la tendencia. Este vestido en concreto llevaba unos volantes muy discretos en la zona de la falda, con mangas globo y escote cuadrado.