En Mónaco es día de efemérides. Cada 12 de marzo, los miembros de la dinastía Grimaldi recuerdan uno de los momentos más emocionantes que se ha vivido en el seno de palacio. El regreso de la princesa sucedió hace tres años. Por entonces corría el año 2022 y la Familia Real no atravesaba su época apacible. El núcleo duro de la dinastía, capitaneada por Alberto II, estaba en boca de todos. Pero no precisamente por algo que atañese al monarca, sino que la persona de la que todo el mundo hablaba era Charlene Wittstock, su mujer.

La princesa consorte del principado llevaba desaparecida desde hacía mucho tiempo. Una ausencia prolongada que hizo saltar todas las alarmas entre los más observadores de las monarquías, en una preocupación que bebía directamente del secretismo acerca de su situación. Sí, como el pasado 2024 sucedió en el Reino Unido con Kate Middleton, y con la coincidencia de que el caso de Charlene estaba ligado con su salud. La cuestión es que para entender como se dio su vuelta a Mónaco -y a la vida pública- tras tanto trasiego, es preciso echar un vistazo a los antecedentes.

Charlene de Monaco
Gtres

El calvario que marcó el 2021 de Charlene

En mayo de 2021, dos meses después de llegar a su Sudáfrica natal para lacelebración de los funerales por la muerte del rey de los zulúes, la cuñada de Carolina de Mónaco enfermó. Además, de forma grave, hasta el punto de que su estado le impedía incluso volver a su casa en Europa. De ahí que la última vez que había sido vista en público fue el febrero previo al viaje a la tierra donde se crio. El día 9 de aquel mes, Charlene apareció junto a su marido y los mellizos Jacques y Gabriella, sus hijos, en la celebración de Santa Devota. Después, la nada.

Qué tan grave le sucedió para que ni regresar a Mónaco pudiese, se preguntarán los que no siguieron el día a día de esta incertidumbre que mantuvo en vilo a la crónica real. Una incógnita que tenía fácil respuesta, pues lo que le impedía a la exnadadora retomar su vida fue una infección otorrinolaringológica. Es decir, una afección del oído, la garganta y la nariz, cuyo origen quedó en el aire -aunque se llegó a hablar de que podría haber pasado por alguna cirugía estética-, que resultó ser incompatible con viajar en avión.

Charlene y Alberto
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Tan sencillo como que la presión de sus oídos no lograría igualarse al subirse en una aeronave, y en ningún supuesto podría haber soportado estar por encima de los 20.000 pies de altura. Sea como fuere, y pese a que dada la preocupación generalizada se hizo de dominio público que esta era la delicada situación que estaba atravesando, los rumores sobre una posible crisis con el príncipe soberano no cesaban. Hasta el punto de que, todavía en Sudáfrica, Charlene optó por pronunciarse al respecto en una entrevista para el canal sudafricano News24, en donde desmintió que hubiese cualquier problema marital.

Y por fin pudo volver a Mónaco... Pero no del todo

Afortunadamente, y después de una visita de Alberto y los niños al continente africano en agosto, el 8 de noviembre de 2021 se hizo por fin efectivo el retorno de la princesa a palacio. Con mascarilla, el pelo más oscuro que de costumbre y visiblemente más delgada No obstante, la vuelta a la normalidad y a la unión de la familia que en las redes sociales de los Grimaldi se describió como "un reencuentro lleno de alegría y emoción" fue un espejismo. Porque tres días antes del Día Nacional del Principado, que se celebra cada 19 de noviembre, un nuevo comunicado oficial aludió a que Charlene precisaba de "un periodo de calma y descanso".

Regreso Charlene a Mónaco
@hshprincesscharlene

Las dudas entre los cronistas reales surgieron de nuevo, aunque menos vinculadas ya a su relación con el sucesor de Raniero III, si no a problemas de salud todavía más graves. Sobre todo atendiendo a que el mencionado comunicado refería a "un estado de profunda fatiga general", que fue en realidad lo que motivó su ingreso voluntario en una clínica. Una clínica psiquiátrica, dedicada a la salud mental, y de las más exclusivas que hay en el mundo.

Constancia de ello dejó el diario alemán 'Bild', al revelar que el espacio elegido por la princesa para pasar ese trance había sido el Paracelsus Recovery, un centro en Suiza para tratar adicciones, trastornos alimenticios y diferentes tipos de problemas que atañen a la salud mental. Atención personalizada las 24 horas del día, en un entorno con todo tipo de facilidades y por un coste que oscilaba entre los 95.000 euros  la semana a los 350.000 por mes. Un elevadísimo precio que Charlene dejó de pagar por su bienestar en marzo de 2022, pues el 12 volvió, esta vez sí que de forma definitiva, a Mónaco. El fin de los pesares. Su renacer.