Siempre está en boca de todos y no es de extrañar. El amor entre Felipe y Letizia, bajo el inagotable foco de los observadores de la Corona. Con el precedente de unos Reyes, los eméritos, que no supieron cuidar su relación y ni siquiera hacían vida de pareja como tal, conocer los entresijos del matrimonio de Sus Majestades suscita un interés máximo. Eso sí, con la particularidad de que, al menos de cara a la galería, atraviesan ahora uno de sus mejores momentos.
No hay más que echar un vistazo a todas sus apariciones conjuntas durante los últimos tiempos. Sea en el plano oficial, apoyándose y mostrándose cómplices aunque el pretexto sea cumplir con la agenda institucional, o en el personal. Y es que precisamente han destacado en los últimos meses esas salidas privadas, a cenar en restaurantes e incluso al cine, de las que están gozando el Rey y su esposa ahora que viven una 'segunda juventud'. Justo cuando sus hijas ya han dejado el nido y, tras muchos años, vuelven a tener tiempo para ellos.
El caso es que, evidentemente, no siempre ha sido esto así. Como cualquier otra pareja, la que forman el soberano y la consorte ha tenido que atravesar periodos menos buenos en los ya veinte años que llevan de casados. Etapas oscuras, de crisis, en esas que difícilmente parece posible seguir adelante de la mano y cualquier pequeña cosa provoca un enfado. Prueba de ello quedó en la última vez que estuvieron en la ciudad de Roma, hace diez años y cuando tan solo se cumplían unos meses desde que comenzaron a ocupar el primer escalafón del poder.
Una primera vez en Roma protagonizada por la tensión
En ese principio de la jefatura de Estado, y en el marco de una gira por diferentes países de la Unión Europea, Felipe y Letizia pusieron rumbo a la capital italiana. Como siempre, con una apretadísima agenda llena de eventos a los que debían asistir, tal y como ha sucedido en este noviembre de 2024 durante su segundo periplo por la ciudad. No obstante, lejos de la buena sintonía -y alarde de elegancia y saber estar- que han demostrado en esta segunda vez, la primera fue más bien amarga.
Ha sido Pilar Eyre, periodista experta en Casa Real, quien ha sacado a relucir este conflicto del pasado cuando la historia se repite en términos geográficos. En un vídeo para su canal de YouTube que en su título refiere a "cuando el matrimonio real se tambaleaba", la cronista recuerda a un acto en la embajada de Roma justo en el momento en el que "estaban pasando una crisis personal muy importante". "Habían tenido encuentros un tanto incómodos en público, ese verano -2013- Felipe y Letizia apenas estuvieron juntos en Mallorca", recuerda Eyre, para después exponer lo que aconteció en la embajada.
"Muchos españoles que estaban en esa recepción, también había periodistas, contaron que no se habían dirigido la palabra. Que las miradas que cruzaban eran hostiles. Que cuando pasaba Felipe por detrás de Letizia ella se daba la vuelta", refiere la comunicadora en esta pieza sobre un momento de máxima tensión. Con la particularidad de que "él estaba normal como siempre, era ella la que tenía gestos más expresivos", derivando en que "todo el mundo se dio cuenta de que se habían peleado o que estaban pasando un bache importante".
El desaire de Letizia que más descolocó a los presentes
"Lo más llamativo fue que, cuando llevaban un rato charlando con todo esta gente que estaba muy ilusionada, que hacían cola y se ponían en corrillos para poder hablar con ellos (...), Felipe estaba hablando con un grupo de gente muy animado, y en ese momento se acercó Letizia", prosigue en su relato la periodista catalana, sobre el desaire que más atónitos dejo a los allí presentes. Y es que la Reina, "con la cara crispada y un tono de voz muy destemplado", se habría aproximado "de malas maneras" para decirle a su marido "oye, bueno vámonos, esto ya está cerrando, para de hablar y vámonos".
En el devenir de ese reproche en público, "la gente quería pararla, la querían detener para hablar con ella en ese ratito, pero con un gesto muy airado salió del salón". "Felipe, evidentemente, no tuvo más remedio que seguirla. Dijo 'lo siento', se levantó de hombros e hizo un gesto como de 'algo pasa, pero no sé qué es'". Y era evidente que algo pasaba, pues tal y como señala Eyre, "en ese momento, todos los españoles nos dimos cuenta de que estaban pasando una crisis importante de la que no sabíamos si iban a salir o no". Afortunadamente, consiguieron superar el bache y una década después siguen juntos.