Todas sabemos que Jane Austen es una de las escritoras más famosas de la historia. Una autora que supuso un antes y un después en la literatura, considerándose hoy en día sus obras clásicos de la novela inglesa.
Habiendo nacido y viviendo en la época de la regencia, su vida y su obra están bañadas del contexto social y cultural que le tocó vivir. Esto, por supuesto, implicó que su condición de mujer le dificultara su trabajo como escritora. De hecho, en un primer momento, publicó bajo un pseudónimo.
Fue con la publicación de Sentido y sensibilidad, cuando reveló por primera vez su género, firmándolo como "By a Lady" (escrito por una señorita). Comenzó a adquirir popularidad y, en 1812 su identidad empezó a ser conocida por todos.
¿Cuál es la obra más conocida de Jane Austen?
Jane Austen era una autora muy reconocible, pues tenía un gran sentido de la ironía y del humor. Sin embargo, también era rebelde e inconformista, y este espíritu se reflejaba en sus obras románticas. En ella, criticaba aspectos como la educación de la mujer en la época; defendía el matrimonio por amor y le preocupaban temas de índole social.
Entre sus obras, hay una que es conocida por encima de todas: Orgullo y Prejuicio. Publicada en. XXX, es probablemente una de las novelas de amor más leídas de todos los tiempos. A ella, se le suman otras como la ya mencionada Sentido y sensibilidad o Emma. Todas ellas adaptadas a la gran pantalla.
¿Cuál es la frase más conocida de orgullo y prejuicio?
Una de las citas más célebres de la obra es también una de sus frases más románticas: "En vano he luchado. No servirá de nada. Mis sentimientos no se dejarán reprimir. Debes permitirme que te diga cuánto te admiro y te amo."
La pronuncia Mr. Darcy a Elisabeth Bennet en esta historia en la que Austen defiende el matrimonio por amor verdadero.
Las 25 frases bonitas de Jane Austen que te enamorarán
- Nuestras cicatrices nos hacen saber que nuestro pasado fue real.
- No hay encanto igual a la ternura de corazón.
- Debes ser el mejor juez de tu propia felicidad.
- Deseo como todos los demás ser plenamente feliz, pero como todo el mundo, eso ha de ser a mi manera. La grandeza no va a hacerme feliz.
- No es el tiempo ni la ocasión los que determinan la intimidad: es sólo el carácter, la disposición de las personas,
- No es lo que decimos o pensamos lo que nos define, sino lo que hacemos.
- La imaginación de una dama es muy rápida; salta de la admiración al amor y del amor al matrimonio en un momento.
- Quizás son nuestras imperfecciones, las que nos hacen tan perfectos el uno para el otro.
- Mi buena opinión, una vez perdida, se pierde para siempre.
- No me consideres ahora como una elegante mujer que intenta contagiarte, sino como una criatura racional que dice la verdad desde su corazón.
- Las maneras de un hombre pueden ser tan buenas como las de otro, a todos nos gusta lo mejor de nosotros mismos.
- Ella era sensata e inteligente, pero ansiosa en todo; sus penas, sus alegrías, no podrían tener moderación.
- Hay tantas formas de amor como momentos en el tiempo.
- Una mente viva y a gusto, no puede ver nada, no puede ver nada que no desee.
- Lo que está bien hacer, no se puede hacer demasiado pronto.
- ¡Después de todo, declaro que no hay placer como leer! ¡Cuanto antes uno se cansa de cualquier cosa que no sea un libro! Cuando tenga mi propia casa, seré miserable si no tengo una excelente biblioteca.
- Las cosas tontas dejan de ser tontas si las hacen personas sensatas de una manera imprudente.
- Hay terquedad en mí que nunca puede soportar estar asustado por la voluntad de los demás. Mi valor siempre se eleva en cada intento de intimidarme.
- Historia real y solemne, no me pueden interesar… Las disputas de papas y reyes, con guerras y pestilencias en cada página; todos los hombres son tan buenos para nada, y no aparece casi ninguna mujer.
- Las locuras y las tonterías, los caprichos y las inconsistencias me desvían, lo reconozco, y me río de ellos cada vez que puedo.
- Su propio placer o su propia tranquilidad fueron siempre los principios que guiaron su conducta.
- El dinero sólo puede dar felicidad allí donde no hay ninguna otra cosa que pueda darla.
- Pensaba que la poesía alimentaba el amor.
- Culpó a su propio corazón por esa recóndita tendencia a formarse ilusiones que hacía tanto más dolorosa la noticia.
- Confío en que los absolutos tienen gradaciones