El universo de las francesas es, sin atisbo de duda, uno de los más seguidos e inspiradores del mundo. ¿La razón? Ese ‘je ne sais quoi’ que las convierte en símbolo de elegancia, saber hacer y, sobre todo, idoneidad, sea cual sea el ámbito estético que deseemos tratar. Desde sus tratamientos de belleza más usados, entre los que minimalismo y delicadeza imperan como rasgos distintivos; pasando por su personalidad, discreta a la par que femenina y sofisticada, hasta llegar a su estilo de vestir, uno de los pilares por los que, hoy día, las francesas están en el podium de mujeres influyentes.
Ahora bien, si durante años e, incluso, décadas, el estilo y cuidado de las francesas ha sido objeto de análisis e imitación, junto a ellos siempre ha existido un escenario oculto que, quién lo descubría, se convertía en pleno seguidor. ¿De qué se trata? Del universo olfativo francés, o lo que viene a ser lo mismo, aquellos perfumes franceses que aguardan en los tocadores femeninos más influyentes.
Según nos explica Mylène Thioux, experta perfumista de Equivalenza, “los perfumes franceses se distinguen por su riqueza y complejidad aromática, fruto de una tradición perfumera que se remonta a la época del Renacimiento. Utilizan ingredientes de alta calidad con notas de ámbar, jazmín y vainilla, logrando combinaciones únicas que abarcan una amplia gama de familias olfativas.”
Hablamos de fragancias que, como ocurre en otros ámbitos, como la moda y la belleza, evocan la sencillez, elegancia y versatilidad que caracteriza a nuestras vecinas europeas, transmitiendo a través de diferentes notas las personalidad de las propias mujeres francesas.
“El gusto olfativo de las mujeres francesas se caracteriza por una preferencia por fragancias que sean tanto atemporales como versátiles, capaces de acompañarlas en cualquier momento del día o en ocasiones especiales”, apunta Mylène Thioux, quién añade, además, que “buscan perfumes que exudan suavidad, con toques florales delicados, pero que al mismo tiempo no sean demasiado dulces o empalagosos. Prefieren aromas que proyecten una sensación de feminidad y sofisticación, sin perder la elegancia”, desembocando en un perfume de estas características.
¿Quieres conocer todo lo que los perfumes franceses pueden aportar a tu imagen personal? ¿Buscas adquirir el saber hacer francés, pero sientes que más allá del estilo, te falta el último detalle? Para que te sumes al secreto mejor guardado de estas musas de la moda, desde la redacción de CLARA recogemos diez de los perfumes franceses más icónicos que, además de poseer notas magníficas, se han convertido por méritos propios en los más vendidos de la industria perfumista (de todos los tiempos).
La historia detrás del perfume francés, explicada por un maestro perfumista
Para entender la importancia de los perfumes franceses o, sencillamente, de Francia dentro de la perfumería occidental, hay que remontarse bastantes siglos atrás. Todo comienza con un nombre, Catalina de Medici, reina de francia en el siglo XVI, quien, como nos cuenta el maestro perfumista Daniel Josier, “en un viaje desde Florencia a Francia, paró en una pequeña población de la costa azul francesa, llamada Grasse, y ahí realizó el primer gesto documentado de perfumarse para gustar, para agradar o seducir (las esencias en aquellos años se usaban para tapar los malos olores, porque lo de la higiene como que no se llevaba...) al impregnar sus guantes en un aceite de rosas.”
Además, no podemos obviar la influencia de la propia Grasse en la historia del perfume. “Se trata de una población a unos 10 kilómetros de Cannes, en la Riviera Francesa y cerca de la Provenza, la cual, debido a esta situación geográfica, resultaba fácil acceder a los campos de cultivo de la Provenza, empezando allí la tradición de destilar todas las flores de la región, generando esa incipiente industria en Francia”, añade Josier.
Durante los siglos posteriores, Francia siguió por delante en técnicas de destilación y extracción para lograr perfumes más complejos y refinados. “Hasta que en el siglo XIX, tras la revolución industrial, apareciesen casas tan emblemáticas como Guerlain (1828) y Caron (1904) y. un poco más tarde, Chanel (que lanza su icónico nº5 en 1921), estableciendo a Francia como líder en el diseño de perfumes de lujo”, concluye Daniel Josier.
¿A qué huelen los perfumes franceses?
Siguiendo el mantra de la imagen francesa, los perfumes de esta región simbolizan a la perfección el ‘menos es más’ del que tanto se habla en moda. A diferencia de los mercaderes árabes (perfumes muy intensos y oscuros) o las escuelas del renacimiento italianas, con aguas de colonia frescas, la tradición de la perfumería francesa es, en palabras del maestro Josier, “la de hacer perfumes más complejos, más refinados y elegantes. Y eso es lo que evocan los perfumes franceses, el refinamiento y la elegancia. La mujer francesa, en general, busca fragancias sofisticadas, elegantes pero poco invasivas y aplicándose moderadamente.”
Se tratan de perfumes que, pese a su sencillez y feminidad, suelen tener notas muy trabajadas que combinan lo dulce, lo sensual y lo fresco. “Estas fragancias no solo buscan agradar, sino transmitir una sensación: amor, poder, dulzura, o incluso misterio, siempre con ese toque refinado que es tan característico de la perfumería francesa”, defiende Mylène Thioux, de Equivalenza.
Pero, ¿cómo podríamos describir su aroma? O, mejor dicho, ¿a qué huelen los perfumes franceses? La clave está en sus notas y, en su conjunto, en las familias que las conforman. Según nos explica Jérôme di Marino, experto perfumista en la casa de fragancias Mane, “las fragancias que dominan son las florales, pero con una preferencia para los florales orientales o gourmand. Las francesas aceptan más fácilmente unas notas con un fondo empolvado o amaderado, pero también las facetas afrutadas seducen a la gran mayoría de las mujeres sin diferencia de edad.”
Qué firmas francesas son las más populares del sector
Y si tus dudas en materia de perfumes franceses es, más allá de su enfoque u aroma, qué nombres propios simbolizan a esta industria icónica, Daniel Josier aclara: “clásicos como Guerlain, Chanel, Dior, Yves Saint Laurent, Lancôme, Hermès o Givenchy son básicos de la perfumería francesa y vienen de la tradición de marcas como la propia Guerlain, y Jean Patou, Fragonard y Molinard.”
Además, si queremos ampliar nuestro catálogo y enfocarnos en casas más modernas, no podemos dejar de hablar de nombres tan significativos como “Maison Francis Kurkdjian, Diptyque, Serge Lutens o Annick Goutal”, entre otros.
Los perfumes franceses más icónicos que debes probar, al menos, una vez en la vida
¿Quieres poner en práctica todos estos conceptos? O, sencillamente, ¿quieres añadir a tu tocador de perfumes una fragancia francesa que evoque este ‘savoir faire’ elegante y enigmático de las propias musas europeas? Sean cuales sean tus deseos, en CLARA seleccionamos diez de los perfumes más icónicos (a la par que vendidos) del universo francés.
Chanel Nº5 de Chanel (1921)
Es el epítome del lujo intemporal. Con sus notas de aldehídos y flores como el jazmín y la rosa, esta fragancia, en palabras de la directora de formación de Druni, Rosa Roselló, “ha sido el emblema de la feminidad sofisticada desde 1921.”
Shalimar de Guerlain (1925)
Podríamos hablar de él como el primer perfume oriental del mundo, pero también como uno de los favoritos del mundo francés. Este, “con su mezcla de vainilla, ámbar y bergamota, sigue siendo el rey de los aromas seductores”, defiende Roselló.
Joy de Jean Patou (1930)
Durante años se conoció como “el perfume más caro del mundo” y lo cierto es que, su exclusividad económica, se traslada a la perfección a una exclusividad olfativa, con notas florales como la rosa de Bulgaria, el jazmín o rosa de mayo entremezclándose con un fondo de almizcle y sándalo.
Miss Dior de Christian Dior (1947)
“Una declaración de amor en forma de perfume”, destacaba Rosa Roselló de Druni, sobre este súper ventas que, hoy día, sigue arrasando gracias a sus notas de rosa, mandarina y pachulí, “perfectas para mujeres románticas y modernas”, añade la experta.
L'Air du Temps de Nina Ricci (1948)
Diseñada por el maestro perfumista Francis Fabron, esta fragancia de Nina Ricci sigue sumando una amplia lista de seguidoras tras más de 60 años de trayectoria. Hablamos de una fragancia floral, que en notas tan clásicas como el jazmín, la rosa y el clavel, evocan a la perfección la feminidad y discreción de la mujer francesa.
L'interdit de Givenchy (1957)
Para esa mujer intrépida, atrevida, que rompe las reglas, nació L'interdit de Givenchy, en el año 57. Esta fragancia, líder de ventas más de cincuenta años después, presume de una fórmula reinventada con notas de azahar, jazmín y nardo que, en contraste con el vetiver y el pachulí, consiguen un aroma enigmático, atractivo y, sobre todo, atemporal (de ahí su éxito).
J'adore de Christian Dior (1999)
Se ha convertido, junto a Miss Dior, en el icono olfativo de la casa francesa, manteniendo su valor y popularidad durante más de una década. Entre sus notas podemos puntualizar un adictivo cóctel floral y frutal, en el que notas de ylang-ylang, se funden con notas florales y afrutadas como la rosa damascena o los jazmines grandiflorum y sambac.
Aqua Allegoria Pamplelune de Guerlain (1999)
Favorita entre mujeres de todas las edades, Aqua Allegoria fue la primera de la amplia lista que construye esta gama de fragancias. Entre sus características olfativas descubrimos destellos frutales de mandarina, junto al frescor de la albahaca y un corazón amaderado que aporta peso y longevidad.
Terre d’Hermès de Hermès (2009)
Aunque es un perfume masculino, “muchas mujeres francesas aman usarlo por su frescura terrosa y cítrica que desprende autenticidad”, destaca Roselló. Entre sus notas encontramos un enfoque cálido y, como dicta su propio nombre, terroso, con pomelo, cedro o shiso entre las principales protagonistas.
La vie est belle de Lancôme (2012)
Con el iris gourmand como protagonista, esta fragancia -una de las más novedosas del mundo francés- sigue siendo un éxito de diez años después. Se trata de “un tributo a la felicidad. Este perfume dulce y luminoso combina el iris, el praliné y la pera para un aroma inolvidable”, concluye Rosa Roselló.