Reinas, consortes, infantas y princesas. Todas ellas, en apariencia, protagonistas de vidas repletas de abundancia y riqueza. El sueño de cualquiera. Pero, cuando uno escarba más, descubre que no era oro todo lo que relucía…

Victoria Eugenia de Battemberg, la bisabuela de Felipe VI, no dudó en catalogar esta desdicha de “maldición”. Una vida alimentada por la pena y por el disimulo. Por hacer ver a los demás que todo marcha divinamente cuando una, por dentro, se cae a trozos. 

Letizia parece encontrarse en esta tesitura. Una huida hacia delante que tiene un único fin: que su hija llegue a reinar. Pese a que sus detractores llevan años intentando apartarla, menospreciarla y hundirla, ella se mantiene firme. Aunque hay días que todo se hace cuesta arriba. Al final, tal y como decía la esposa de Alfonso XIII “es muy difícil. No se puede luchar. ¡Es una maldición”.

El pesado lastre de infelicidad de las damas de la Corona española

“Las mujeres de esta familia nunca han sido felices”, dijo Ena, como era llamada de manera familiar la reina. Y todos los episodios posteriores no hacen más que darle la razón. 

En su columna para la revista Lecturas, Pilar Eyre recogía una entrevista realizada a la inglesa Victoria Eugenia, que nunca se sintió ni querida ni apoyada por el pueblo español. “Nunca me han querido. He sido una reina muy desgraciada”, le dijo a Jaime Peñafiel. Ser extranjera no jugó, ni mucho menos, a su favor, más bien todo lo contrario. Sus costumbres eran tachadas de raras y extrañas; y, aunque renunció a su fe para abrazar la religión católica, sintió que nunca había hecho lo suficiente para una nación que siempre parecía insatisfecha con su trabajo, y de la que tuvo que huir al declararse la Primera República. 

Ena hablaba de desdicha y de tristeza y no lo hacía solo por no haber sido querida en el país que la acogió en 1906. Victoria Eugenia tampoco fue querida por su marido. A pesar de que Alfonso III y la nieta de la reina Victoria se casaron enamorados, el idilio les duró solo un aniversario. Para el año, él ya la detestaba. ¿El motivo? Haber traído la hemofilia a su familia y que esta les arrebatara al heredero. 

La madre de Victoria Eugenia se lo transmitió a sus hijas y estas, a su descendencia. La hemofilia es una enfermedad mortal para los varones, mientras que no para las mujeres, que solo se convierten en portadoras de esta anomalía genética.

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Un retrato de Victoria Eugenia de Battemberg

En total, por este problema de coagulación, Ena y Alfonso XIII perdieron dos hijos, lo que provocó un dolor como ningún otro a la inglesa. Esto sumado a las incesantes infidelidades de su marido, provocaron en ella ese sentimiento de tristeza perenne que después ella calificaría de  “maldición” para todas las mujeres de la familia real española. 

Los reyes, en el exilio, acabaron sus vidas cada uno por su lado y sin dirigirse la palabra. Uno en Roma y otra en Suiza. Jamás se separaron de manera oficial, pero lo cierto es que su vida matrimonial era inexistente (casi desde el principio). "No quiero volver a verte la cara", le llegó a espetar ella a él, un deseo que el protocolo ha desestimado pues, desde hace años comparten última morada juntos en El Escorial. 

Las otras desgracias de las reinas

Lo cierto es que las que vinieron detrás no hicieron más que darle la razón a Ena. María de las Mercedes, que se casó con don Juan de Borbón, hijo de Victoria Eugenia, también vivió en sus carnes lo que era la depresión y los fallecimientos trágicos. Ella, como su suegra, también tuvo que despedir a uno de sus vástagos, el infante Alfonso, el más pequeño de toda su decencia. 

Aquel disparo accidental perpetrado por su hijo Juan Carlos hundió sin remedio a María de las Mercedes de Borbón y Orleans. Alfonsito falleció en el acto cuando una bala del revolver con el que jugaba con su hermano mayor acabo alojada en su cabeza. La escena dantesca siempre acompañó a la condesa de Barcelona, quien acabó abusando del alcohol para hacer más llevadera la vida sin su hijo. 

Tampoco Sofía se escapó de su trágico destino. Tal y como asegura la periodista catalana en su columna, la emérita está devastada con la publicación de todos los audios de su marido y Bárbara Rey. La vedette grabó al Rey hablado largo y tendido sobre temas como su matrimonio fallido con la griega o su escasa relación con esta. 

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“Su situación, como la de su nuera, en estos momentos también es preocupante: me han contado que no duerme ni come, y llora mucho”, aseguraba Pilar Eyre; que también remarcaba el agobio de Felipe al ver a su madre en semejantes circunstancias. Doña Sofía no es ninguna niña. Ya tiene 85 años y, pese a que su salud es buena, tal y como siempre han remarcado, lo cierto es que, desde hace un año, se le acumulan los disgustos. La muerte de su hermano, la enfermedad de Irene y, ahora, la humillación pública a la que se ve sometida con la exposición de cómo Juan Carlos hablaba de ella. Un ánimo bajo también puede incidir en una bajada de defensas, lo que provocaría que la salud de la emérita se resintiera

Esta mala suerte también acompaña a mujeres como princesas e infantas. Pilar de Borbón definió su vida como "demasiado dura" cuando le preguntaron si volvería atrás en el tiempo. Vivió en el exilio, sufrió estrecheces, perdió un hermano, se quedó viuda con apenas 50 años y padeció una larga enfermedad. No es de extrañar que no quisiera volver atrás. 

Las horas bajas de Letizia, que se ve la siguiente víctima de la maldición

Letizia lleva meses apesadumbrada. El cerco de sus contrarios cada vez es más estrecho y todo esto podría estar minando el carácter confiado de la Reina. Tal y como asegura Pilar Eyre, estos están haciendo ver que ha sido ella la que se encuentra tras la filtración de las cintas de Juan Carlos y Bárbara Rey. Se empeñan en que quiere hundir la Corona, cuando, lo único que desea, es allanarle el terreno a su hija. 

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Apocada y arrinconada. Así la vieron muchos de los asistentes al desfile militar del 12 de octubre, cuando Leonor, igual que ocurriese en su cumpleaños, salió a abrazarla y a mostrarle su apoyo.

Recordemos que esa misma actitud la vimos un año atrás cuando Jaime del Burgo volvió a escena para hablar de su supuesta relación con la consorte. Necesita apoyo urgente. Pues hasta una mujer como ella, fuerte y profesional, requiere una importante red de seguridad que no la deje caer. Por suerte, sus hijas y su marido no le sueltan la mano.