Cuando en el inicio de este 2024 anunció Telecinco a Arantxa del Sol como concursante de la última edición de 'Supervivientes' fueron muchos los que tuvieron claro que esta no iba a ser una edición cualquiera. No porque su fichaje no fuese interesante, sino por todo lo contrario. La mítica presentadora de la década de los 90, de vuelta a la pequeña pantalla tras una larga temporada alejada de los focos. Esta vez sin el sosiego de un plato y dispuesta a enfrentarse a un reto mayúsculo. Honduras aguardaba y la aventura comenzó.
Una andadura que la asturiana emprendía a los 51 años y con una vitalidad envidiable. Lo anterior a pesar de los obstáculos que se encuentra o traía consigo, como una lesión que se hizo antes de poner rumbo al Caribe. Allí estuvo acompañada por una cantera de VIPS variopinta como pocas, con rostros que iban desde Carmen Borrego hasta el rapero Arkano pasando por Ángel Cristo Jr., en un reto que vivió con una única pena: alejarse de su familia. Durante un tiempo, claro está. El caso es que el hogar que ha construido junto al torero Finito de Córdoba, con quien se casó ya hace más de dos décadas, es su lugar seguro. No solo por su marido, que también, sino por sus dos grandes alegrías: su hijo Juan Rodrigo y ella, Lucía Serrano, su hija.
Así es Lucía Serrano, la hija de Arantxa del Sol
No es sorpresa para nadie que sea seguidor del formato saber que todos los Robinsones encargar a alguien que dejan en tierra la ardua tarea de ejercer de defensores durante el tiempo que permanezcan en el concurso. En el caso de Arantxa, todo parecía apuntar a que su elección había sido su marido. Sin ir más lejos, fue él quien estuvo presente en la gala del estreno. Sea como fuere, en la primera emisión del especial 'Tierra de nadie' la cosa fue bien distinta. Y es que para sorpresa de muchos, era la mayor de sus hijos quien sorprendió en el rol de representante de la 'superviviente' desde Madrid.
Lucía Serrano nació en el 2002 y tiene 21 años. La joven, para muchos una desconocida, sí tiene cierta trayectoria. No precisamente en la televisión, puesto que esa fue la primera vez que aparecía aunque su soltura indicase lo contrario. Sí que se había dejado ver, por ejemplo, en algunos eventos junto a su madre. En cualquier caso, su terreno de actuación es el propio de la generación Z: las redes sociales. Una 'influencer' en potencia, con más de 80.000 seguidores en su cuenta personal de Instagram en la que comparte contenido variado y cuidado al milímetro.
Basta con echar un vistazo a su perfil para descubrir que Lucía sabe de estética y plasma con gusto los momentos de su día a día. No es de extrañar, puesto que además de ser una aficionada a la pintura y el dibujo, se formó en la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología. El bagaje ideal para mostrar compartir con los internautas los momentos de su día a día, los planes que hace junto a su chico, lo mucho que le gusta montar a caballo e incluso cómo ayuda a su padre a ponerse el traje de luces.
La una por la otra: una relación madre e hija muy estrecha
Pero no solo hay espacio para lo más superficial en el perfil de Lucía. Fue precisamente con motivo de la partida de su madre hacia los Cayos Cochinos que la joven apostó por descubrir su faceta más sentimental. Un mensaje de despedida que dejaba constancia del amor profundo que Arantxa y su hija se profesan acompañado de una tierna instantánea de la infancia. "Empieza una de las aventuras más grandes de tu vida y no podemos estar más orgullosos de ti, de tu sacrificio diario, tu entrega y tu valentía. Aprovecha la experiencia, aprende, disfruta de tus compañeros, proponte nuevos retos, llora, ríe, sé tú, ábrete porque tu corazón vale oro y no debes dejarte nada grande para ti sola", le dedicaba entonces.
"Recuerda, cuando llegues al final de la travesía nuestro puerto estará esperándote con los brazos abiertos", añadía como conclusión a esta preciosa misiva. La realidad de que, cuando Arantxa regresó, allí tenía a los suyos. Un cariño que ni siquiera un océano puede apagar, así como tampoco las opiniones negativas de los demás. Para muestra, las declaraciones que recientemente ha ofrecido la propia Lucía en una entrevista para el digital 'Vanitatis'. "Mi padre trabaja en un sector donde hay muchos detractores y mi madre, al ser una figura pública, también ha recibido muchas críticas a lo largo de su carrera", exponía, para después exponer que "por eso la oportunidad de ir a defender a mi madre en 'Supervivientes' y sacar las garras por ella me llenó mucho por dentro".
Su padre como gran inspiración y una debilidad especial por su hermano
Ha sido precisamente en esta charla con el citado medio donde, además de incidir todavía más en cuan estrecho el vínculo con su madre, se ha abierto sobre la relación con Finito de Córdoba. "¿Qué es lo que más me inspira del mundo? Mi padre. Por eso empecé a hacerle retratos y a dibujarle", se confiesa, uniendo a su progenitor con su pasión creativa porque "cuando me he guiado por el amor y la admiración por mi padre me han quedado dibujos increíbles". Y es que el cariño que se profesan el torero y su hija es inconmensurable, hasta el punto de que "siempre voy a verlo antes de salir" "algunas veces" le deja el diestro ser ella quien le viste en la previa a una corrida.
Sin olvidar, eso sí, su gran debilidad, que es su hermano Juan Rodrigo. De algún modo, el gran regalo de su vida, pues "desde que tengo uso de razón le pedía a mis padres que quería un hermano". Tales eran sus ganas que "cuando a mi madre le hicieron al ecografía y nos dijeron que era un niño (...) me puso a abrazar a mi padre y a gritar de emoción". El pequeño, al que define como "muy inteligente" y bondadoso, es la tercera pieza que completa su puzle personal. El rompecabezas de una familia unida ante todo.