El silencio y la voluntad de no alertar siempre han sido una de las máximas en lo que concierne a la información sobre el matrimonio entre Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock. No obstante, precisamente eso ha sido lo que en infinidad de ocasiones ha generado el efecto contrario. La sombra de la rumorología acerca de la infelicidad de la princesa nunca ha terminado de desvanecerse. Esas historias de incomprensión, incomodidad e incluso intentos de fuga, siempre en el aire. 

Una serie de relatos a los que ahora se ha arrojado un poco más de luz, después de que una persona que estuvo muy cerca de la exnadadora en un momento clave haya hecho pública su experiencia. Y ese momento es, nada más y nada menos, que su inolvidable enlace real con el soberano que tuvo lugar el 1 y 2 de julio de 2022. Días que quedan para el recuerdo, pero en los que, a pesar de la emoción, también hubo hueco para los sentimientos menos agradables.

Charlene y Alberto en su boda
Gtres

A fin de cuentas, y como siempre sucede cuando una boda de estas características tiene lugar, la presión era máxima. Para ambos, pero solamente el novio sabía de buena tinta cuan importante era saber lidiar con todo lo que la situación implicaba. Llevaba toda la vida sabiendo que iba a acontecer, mientras que la que todavía era su prometida tuvo que hacer un esfuerzo extra para mantener la calma. Para muestra, las recientes declaraciones del hombre que la retrató ese mismo día.

Lo que la princesa le contó a Julian Lennon antes de ser fotografiada

Su apellido es por todos conocido por ser hijo del integrante de los 'Beatles' John Lennon, pero es posible que no todos sepan que Julian Lennon era íntimo de Charlene. Tanto como para que él fuese el responsable de inmortalizar a la ahora princesa real ataviada para el 'día más importante de su vida'. Y ahora, con motivo de sus veinte años de carrera, el fotógrafo ha publicado 'Life's Fragile Moments', un libro con algunas de las instantáneas más importantes que jamás ha realizado. Entre ellas, las de la cuñada de Carolina de Mónaco, una de las cuales sirve además como portada.

Libro Julian Lennon
@julespicturepalace

El caso es que, más allá de cuan espectacular luce la esposa de Alberto en estas imágenes, la publicación ha servido para conocer cuan extremo llegó a ser su nerviosismo en la previa al gran momento. Tanto como para que, cuando procedía hacer la sesión fotográfica minutos antes de los actos ceremoniales, vivió una crisis de ansiedad que la paralizó. "Se quedó sentada, mirándose fijamente al espejo, como entumecida", relata Lennon. Fue entonces cuando las palabras más demoledoras salieron de su boca: "Jules, no sé si puedo hacer esto".

"¿De qué estás hablando?", le preguntó él con semblante de total extrañeza. Y Charlene se explicó ante su amigo, argumentando temblorosa que "no estoy segura de poder hacer las fotografías, hay demasiadas distracciones". Razón no le faltaba. Por supuesto que había distracciones. Tan sencillo la maquinaria de palacio estaba funcionando en ese preciso instante para que todo fuese a las mil maravillas durante el evento. Afortunadamente, Julian consiguió que se calmase, y le recalcó que ese era "un momento histórico". "Déjame ser solo una mosca en la pared", le dijo. Y las fotos, tomadas en apenas diez minutos y después publicadas en blanco y negro, quedaron espectaculares.

No fue el único 'traspié' de Charlene en el día de su boda

Los más seguidores de la crónica real sabrán que este episodio de fragilidad desconocido hasta la fecha no fue el único en el que se recuerdan de aquella jornada. Basta con rememorar las lágrimas que soltó Charlene en la ceremonia, que le valieron el eterno sambenito de princesa triste porque pocos vieron en ellas atisbo alguno de felicidad. Sea como fuere, la propia princesa terminó achacándolo todo a ese nerviosismo que la dominó en declaraciones de 2019.

"Estaba tan absolutamente agotada", rememoró, hasta el punto de que "cuando nos pusimos los anillos, yo, que estaba tan nerviosa, vi que se lo estaba poniendo en la mano equivocada". "Creo que Alberto me dijo algo como 'cariño, es esta mano'", relataba. Otra demostración de que, sin lugar a dudas, cuando piensa en su boda no se impone la dicha. Todo quedó empañado por las expectativas y el desasosiego. La más agridulce intranquilidad.