En el Madrid de los años 80 había pocas citas más sagradas que las lentejas en casa de Mona Jiménez. En aquella casa en la calle Doctor Fleming, la periodista peruana reunía a lo más granado de la política de nuestro país para que estos hicieran mucho más que degustar unas leguminosas con chorizo. Y eso fue lo que hicieron Isabel Preysler y Miguel Boyer. 

"El primer día vinieron cuatro gatos”, recordaba la propia Mona, “pero rápidamente se convirtió en una cita obligada”. Jaime Peñafiel, en su columna para Pronto, recordaba que en estas citas escaseaban las mujeres, algo que quiso romper la propia ‘reina de corazones’. “Un día, una amiga me dijo que a Isabel Preysler le apetecía venir a mis lentejas y le dije que encantada”. 

Dos versiones de unas mismas lentejas

Paloma Barrientos sostiene que Isabel ya se había fijado en Miguel Boyer antes de coincidir ante un plato de lentejas. Se habían visto en el verano de 1982, en Marbella, y ella quedó impresionada, así que quiso acercarse un poco más a él, uno de los políticos del momento. Todavía el economista no era Ministro de Hacienda, pero ya era uno de los imprescindibles del gobierno socialista de Felipe González. No podía tener menos que ver con ella, pero, aun así, se sentía profundamente atraída. Pensó que aquellas reuniones de Mona Jiménez eran terreno neutral, así que movió sus hilos para que esta la invitara.

El otro relato, el de la propia Mona, asegura que fue en su casa donde Isabel y Miguel se conocieron. “Fue un flechazo, pero yo estaba pendiente de los demás invitados y fui la última en enterarme. Muchos dijeron que fui la celestina, pero eso me parece una ordinariez. No merezco esa etiqueta”, reconoció. 

miguel boyer isabel preysler
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A aquella comida informal los futuros amantes no acudieron solos. Fueron acompañados por sus respectivas parejas de entonces. Isabel Preysler fue del brazo de Carlos Falcó y Miguel del de su mujer, Elena Arnedo. La conexión entre ambas parejas fue instantánea y se entendieron de maravilla. Entre cucharada y cucharada descubrieron que lo que les unía era más de lo que les separaba, y eso que siendo unos de la aristocracia y otros de la progresía parecían inmezclables. 

El marqués de Griñón e Isabel cada vez frecuentaban más a los Boyer Arnedo, hasta el punto que el padre de Tamara Falcó no dudó en invitarles en repetidas ocasiones a sus fincas para disfrutar de fines de semana de relax en el campo. 

el amor furtivo de Isabel Preysler y Miguel Boyer

Entre estas pequeñas escapadas y los guisos en casa de Mona, quien pronto tuvo que buscar un domicilio más amplio donde cupiesen todos sus invitados, se fraguó el incipiente amor de una de las parejas clave del ‘cuore’. Paloma Barrientos asegura que la periodista fue mucho más que la mujer que les unió, sino, también, fue quien les ayudó a consolidar su relación furtiva.

“Bajo el manto protector de los amigos, Isabelita y Miguel se ven a escondidas en un chalet de La Moraleja, donde una avispada chacha intenta vender a un semanario unas fotos de la pareja que nunca saldrían a la luz”, dice la periodista a Vanitatis. “También se encuentran en la casa de la calle Orfila de Esperanza Goizueta, en el piso de Capitán Haya de Mona Jiménez, en un aparthotel de la calle Orense… Cualquier sitio es bueno para dar rienda suelta a la pasión que los consume”. 

Isabel Preysler y Miguel Boyer
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Así se cocinó el romance durante tres intensos años. Fue a escondidas y con la ayuda de buenos amigos que no solo les guardaban la confidencia, sino que, además, propiciaban estos encuentros. Pero llegó un punto en que aquello ya era un secreto a voces. Y no tardó en ser descubierto. 

Ya no podían seguir ocultándoselo a sus respectivas parejas; había llegado el momento de decir la verdad. Carlos Falcó había estado al tanto de los rumores, pero prefirió no creérselos; mientras que Elena, bastante más molesta, los abordó sin contemplaciones. 

Miguel e Isabel, una hija y treinta años de amor

En 1985, se rompen los respectivos matrimonios de Isabel Preysler y de Miguel Boyer. Y, en el momento en el que el marqués abandona la casa en La Moraleja en la que vivía junto a Isabel y a su hija Tamara, Miguel entra a vivir en ella. 

Aquello que empezó como un escándalo, se acabó convirtiendo en un matrimonio que duró más de treinta años. Los enamorados se casaron en una íntima boda en la que, para evitar que se dijera que habían vendido la exclusiva, los novios regalaron la prensa sus fotos del enlace. Unas sencillas  instantáneas en el Juzgado, con los novios vestidos de manera elegante, pero sin la pompa que uno esperaría de la reina del glamour. 

miguel boyer ana isabel preysler
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Tuvieron una hija, Ana, la cuarta para Miguel y la quinta para Isabel Preysler. Resultó un bebé tan ansiado como querido. La más pequeña de la casa fue mimada por todos, pero siempre se sintió más próxima a sus hermanos por parte de madre que a los de padre. La relación con los Boyer Arnedo siempre ha sido tensa. De hecho, cuando la joven se casó con Fernando Verdasco, estos no acudieron al enlace, demostrando, una vez más, el infranqueable muro que les separa y que hay cosas que no se arreglan ni frente a un plato de lentejas. Por mucho que las prepare Mona Jiménez.