Irresistible, cautivadora y encantadora. A lo largo de su vida, a Isabel Preysler no le han faltado los hombres que avalasen sus cualidades. A sus 73 años, la hispanofilipina puede presumir de contar con un currículum amoroso de extensión envidiable. Y no en materia de ligues de una noche y perfil reprobable, porque cualquiera que haya seguido de cerca su trayectoria sabe que a la 'socialité' siempre se la ha asociado con hombres de bien. Con todas las implicaciones que pueda tener la expresión, pero sin conflictos de intereses, porque no precisaba de ellos por conveniencia ninguna. Ella misma labró el camino para que erigirse en el mito. La 'reina de corazones', la enamorada del amor. Sin importar la edad.

Y es que muy atrás quedan aquellos días en los que a Preysler se la asociaba con Julio Iglesias. Un primer marido que no cuajó y a los siete años de pasar por el altar ya se había divorciado, como también le sucedería con el segundo. Su romance con Carlos Falcó fue todavía más breve y partieron peras cinco años después de pronunciar el 'sí, quiero'. Relaciones que en ningún caso fueron en vano, ya que fruto de ellas nacieron Chábeli, Julio José, Enrique y Tamara, sus cuatro hijos mayores. Ana, la quinta, llegó al mundo en un escenario distinto, puesto que su amor por Miguel Boyer se mantuvo hasta que el economista falleció en el 2014. Una vez viuda, se presuponía el final de sus aventuras, pero no fue así. Pronto llegó otro personaje a su relato. El último que se le conoce. El que le dio un final más incómodo.

De esconderse a ser la envidia de todos los eventos

Corría el mayo de 2015 e Isabel solo hacía algunos meses que se había despedido de su tercer marido. Boyer murió el 29 de septiembre, a los 80 y debido a una embolia pulmonar. Para más inri, el hombre que acabó por cautivarla después de la tragedia había conocido al difunto. De hecho, él también estaba casado. Lo cierto es que, si algo parecía quedar claro revisando el histórico de ambos, es que ninguno tenía previsión alguna de que entre ellos naciera un 'affaire'. Pero así fue, y por mucho que intentaron guardar el secreto en primera instancia, pronto el nombre de él ocupaba las primeras páginas del papel 'couché'. Mario Vargas Llosa. El escritor. El Nobel de Literatura.

La realidad es que encajaba a la perfección con el prototipo que se le presuponía a Isabel. Un hombre culto, bien posicionado y con el que compartir buenos ratos. Por contra, un hombre mucho más inexperto en materia de ser un personaje público. Su trabajo le permitía instalarse en la cómoda privacidad posterior a las páginas de sus libros, pero también fue lo que les hizo coincidir en aquel mayo de 2015. Con un matiz, cabe destacar, puesto que ya se conocían desde hacía casi tres décadas. Desde 1986, cuando Preysler entrevistó a Mario para la revista '¡Hola!', en un primer encuentro que marcaría sus vidas para siempre.

Lo más probable es que nunca lo hubieran imaginado, puesto que por aquel entonces su situación era de todo menos propicia a un enamoramiento. Isabel estaba recién separada del marqués de Griñón, pero ya había dado rienda suelta a la pasión con el que era ministro de Economía. Él estaba felizmente casado con Patricia Llosa, su prima hermana. Sí lo era, por contra, para que se fraguase una bonita amistad. Tanto como que, según informó la revista peruana 'Cosas' en 2019, las dos parejas llegaron a coincidir ese mismo verano en Marbella. Hubo rumores sobre un acercamiento entre Isabel y Mario, como si ella hubiera tenido una crisis con Boyer y el autor de 'La ciudad y los perros' hubiese sido su paño de lágrimas. Otras teorías más alocadas llegaron a señalar que el político habría descubierto una infidelidad de Isabel con Mario y se habría intentado quitar la vida. Ella se limitó a negarlo todo, y su relación perduró. Siempre como amigos.

Siempre hasta ese mayo, en el que un viaje al Reino Unido les volvería a unir con la misma -o más- fuerza que en el pasado. Como casi por obra del destino, los compromisos los volvían a juntar justo cuando ella acaba de enviudar. Él no faltó a la cita. Al fin y al cabo, el motivo para desplazarse a suelo británico no era menor. Patrocinado por Porcelanosa y con destino Londres, el periplo de 'celebrity' y escritor por tierras inglesas se debía a una cena organizada por Carlos III, cuando todavía era príncipe de Gales. Y nadie notó nada extraño. Eran dos buenos amigos que se reencontraban tras un largo tiempo... O no. Eran mucho más que eso. Tenían ganas de ser algo más, y aprovecharon la coyuntura. Ya no había por qué esperar, sus vidas estaban hechas. ¿Por qué no entregarse a los sentimientos sin temores?

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler
GTRES

Dicho y hecho, así lo hicieron, aunque el matrimonio de él con Patricia seguía vigente. Y no solo eso, sino que poco después de ese encuentro con Isabel en el marco de la visita al hijo Isabel II, celebraron sus bodas de oro en el elegante restaurante Le Bibloquet, en el Upper East Side de Nueva York. Jolgorio familiar en un 29 de mayo que, para sorpresa de todos los miembros del clan, resultó ser la antesala de la catástrofe. Ninguno esperaba que Mario les comunicaría que quería separarse. Menos todavía que el 10 de junio, '¡Hola!' publicaría unas imágenes de él almorzando junto a Preysler. Los rumores ya estaban en la calle y pronto oficializaron su relación, mientras que los trámites de divorcio entre los Llosa empezaron a hacerse efectivos en 2016.

Vendría después la exposición voluntaria, con sus entrevistas exclusivas -que insisten no haber cobrado- y el ejercicio de honestidad necesario para comprender el devenir de los acontecimientos. Verdades por boca del escritor que "para la familia no ha sido fácil (...), no esperaban que surgiera algo como esto a estas alturas de mi vida". Siempre aclarando que el idilio había sido "inesperado", pero dando lugar al "año más feliz de mi vida". Y todo fue tan rápido como comenzó en lo que respectó a unir sus rutinas. El Nobel se trasladó a la mansión de Isabel en la urbanización madrileña de Puerta de Hierro, su trato con los hijos de su nueva pareja se volvió especialmente cercano y se convirtió en el reclamo de todo acontecimiento al que eran invitados.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa
GTRES

La prensa quería saber todos y cada uno de los detalles de este nuevo gran amor. El que, sin duda alguna, y con total independencia de los años de cada uno, demostraba por qué la 'socialité' se había ganado a pulso su corona. La de los corazones, por cautivadora y... ¿Por ser otra vez esposa? Si habría boda o no fue la eterna duda de todos aquellos medios que siguieron la pista de los enamorados a medida que el vínculo se consolidaba. Con la máxima expectación por asistir a su cuarto enlace. El cuarto mejor día de su vida. El que nunca llegó.

Una boda frustrada y el final más abrupto

No, Isabel y Mario nunca se llegaron a casar. A ojo de muchos observadores de su noviazgo, un sinsentido atendiendo a su situación. Bastaba con ver que todo iba viento en popa entre ellos. Entre primeras planas, el literato se había aventurado incluso a aparecer en la televisión. Manteniendo un perfil más bajo, pero sí para brindarle todo su apoyo a su 'hijastra' Tamara Falcó durante la final de la cuarta edición de 'MasterChef Celebrity' que acabó ganando. Pasos de gigante para un hombre que nunca tuvo entre sus planes lidiar con la presión mediática, pero accedió. Si es que solamente faltaba una alianza para terminar de perfilar el amorío más idílico de su vida, pero no pudo ser. No porque él no le pusiese ganas. "Mario me ha pedido que me case con él, pero aún no le he respondido", contó para su revista de cabecera. Y ella... Dijo no.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa
GTRES

Antes de descartar la opción de ser marido y mujer de forma definitiva, sí dejó la posibilidad en el aire. "Nada está descartado en nuestro futuro, todas las opciones son posibles", admitió también en aquellas declaraciones, aunque aclarando que estaban "maravillosamente como estamos". Probablemente fuese eso mismo lo que, finalmente, la motivo a rechazar totalmente la idea de unas cuartas nupcias. "No hace ninguna falta", sentenció tiempo después al digital 'Vanitatis'.

Algo que no veía necesario "a estas alturas". Quizás sabedora de que no había tanto futuro como se anticipaba, porque tras casi ocho años juntos, pusieron punto final a lo suyo días antes de la llegada del 2023. Se remitió a los celos de Mario, con la incomodidad consecutiva y el final de una era para Isabel. Por primera vez soltera desde hace décadas, tras su última -y abrupta- separación. La reinvención más inesperada que le ha permitido dedicarse al máximo a los suyos. Sus hijos y sus nietos. Sus incondicionales, más allá del romanticismo.