Llegó el momento, que cantaba Shakira para poner banda sonora al Mundial de fútbol de 2010. Nada de eventos deportivos en esta ocasión, aunque la importancia nacional haya vuelto a estar servida. Cuestión de tradición y protocolo, puesto que todo lo anterior remite a la visita de Estado de Letizia y Felipe VI a los Países Bajos. Primer viaje de los Reyes en este año que desde su anuncio ha despertado toda expectación. No solo porque se trata de la primera vez que el monarca y la consorte pisan suelo extranjero en el 2024. Todo el mundo pendiente del reencuentro con el rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima. Y desde CLARA no íbamos a ser menos.
En el medio de una agenda cargada de compromisos y pompa 'royal', la realidad es que gran parte de las miradas apuntaban hacia el primer cara a cara entre las Reinas. Al fin y al cabo, y aunque la madre de Leonor ya ha acudido a sus primeros actos en Holanda antes de este encuentro, ver cómo coinciden en espacio y tiempo no podía caer en saco roto. No sucedía desde el pasado enero de 2023, cuando tuvo lugar el funeral de Constantino de Grecia en Atenas. Ahora el contexto es bien distinto, y no les van a faltar los planes juntas. El primero: la recepción oficial de los Reyes neerlandeses. Un evento por todo lo alto.
Vanessa Guerra, experta en comunicación no verbal, examina el reencuentro de Letizia y Máxima
Las imágenes de su llegada a la plaza Dam de Ámsterdam no se han hecho esperar, y en cuestión de minutos los medios se han hecho eco de la estampa del día. Con Felipe VI y Guillermo Alejandro a su derecha, y luciendo unos espectaculares atuendos —y pamelas— en tono verde y vino, dos de las Reinas más influyentes del mundo han aparecido en escena. Y lo han hecho de una forma reveladora. Basta con ver sus gestos, aunque quién mejor que Vanessa Guerra, nuestra experta en comunicación no verbal, para descubrir todo lo que han expresado sin la necesidad de pronunciar palabra.
Para tranquilidad de aquellos que esperasen una situación ortopédica y fastidiosa, la especialista del lenguaje no hablado ha puesto en valor que "se las ve de lo más relajadas y hablando con naturalidad". "Yo veo mucha conexión entre ambas, mientras ellos estaban dando la vuelta a la plaza han estado conversando de manera distendida", ha añadido, además de enfatizar que el caso de Letizia, que "como es habitual en su comunicación cuando se siente cómoda, realiza muchos gestos con las manos para ilustrar lo que dice. Y en este caso su comunicación con Máxima ha sido muy natural, mostrando la complicidad que hay entre ellas". Queda clara esa conexión entre ambas en momentos como "mientras ellos estaban dando la vuelta a la plaza" y ellas "han estado conversando de manera distendida". Máxima, que es "más reservada en su comunicación, ha gesticulado mucho menos mientras esperaban a sus maridos bajo el porche", pero "aun así la comunicación de ambas ha sido distendida".
Tan sencillo como fijarse en "la sonrisa que mostraban". "A Letizia sobre todo se le ha visto muy cómoda, en un lugar en el que es bien recibida. Lo mismo he visto en Felipe con su homólogo, el rey Guillermo", expone Vanessa, refiriendo también a que ese sosiego corporal no ha quitado importancia al protocolo. De hecho, ha sido Máxima quien "ha cuidado en varias ocasiones de que Letizia ocupase su lugar cuando saludaban a los chicos con banderas españolas". Un momento en el que "ambas han interactuado con ellos y, aunque estaban de espaldas, se percibían las sonrisas y alguna que otra broma por parte de Máxima".
Además, nuestra experta ha referido también a la importancia de la elección del vestuario, ya que "Máxima destacaba por su atuendo de color rojo y haciendo honor a uno de los colores de la bandera de Holanda, mientras que Letizia optaba por un vestido verde claro manteniéndose en un segundo plano como invitada". "Un gesto de cortesía y, puede que también, protocolario que también muestra la buena relación (y respetuosa) entre ambos matrimonios (...). Unos vínculos que puede que hayan unido mucho más sus hijas, Leonor y Catalina, cuando coincidieron juntas en el internado de Gales", señala en referencia a la ausencia de desdén. El vivo ejemplo de "una relación afectuosa y cómplice entre ambas reinas", en realidad.
La 'complicada' relación de Letizia y Máxima de Holanda
No es arbitrario que se precise de un experto para analizar las interacciones entre las dos consortes. Ambas son reflejo de la historia de dos mujeres que, por su condición de 'iguales', estarían condenadas a entenderse. No solo iguales en lo que al escalafón dentro de la institución se refiere, sino también en su relato de vida anterior. Plebeyas, hispanohablantes, y con una carrera profesional previa a su aterrizaje —por amor— entre los férreos muros de palacio. El caso es que, si algo ha suscitado la curiosidad de los observadores de la Corona, es el hecho de que su sintonía no es tan buena como las semejanzas podrían hacer creer.
Así lo hacía saber recientemente la periodista Pilar Eyre. La catalana, cronista real por antonomasia, aprovechaba un vídeo para su canal de YouTube 'Al aire de Pilar Eyre' para aclarar a qué se debe esta frialdad entre ellas en la faceta más cercana. Cordialidad, más bien, que no mala relación. Esa desconfianza perenne, a pesar de que la conexión que existe entre los soberanos holandeses y España, puesto que "Máxima y Guillermo se conocieron en la feria de Sevilla y una de sus hijas vive en Madrid", que nace de una incomodidad familiar.
"No deben de ser muy amigas porque Máxima era muy amiga de Cristina, cuando la infanta vivía aquí en Barcelona; la visitó en varias ocasiones… Pero no tenemos constancia de que Máxima haya viajado a Madrid, se hayan visto o hayan estado juntas", expone Eyre desde el despacho de su casa en Barcelona. ¿Qué mejor para limar asperezas que esta nueva oportunidad para cultivar una amistad? Hará falta esperar al resto de cenas y banquetes que tienen agendados para ver si el buen rollo aparente sigue imperando.