No ha sido un verano fácil para Isabel Preysler, aunque en primera instancia pareciera que su retiro del foco mediático le valdría para relajarse durante el estío. El caso es que justo cuando la que la 'reina de corazones' parece haber afianzado su tradición de desaparecer del mapa en la temporada estival, la 'socialité' ha hecho frente a dos pérdidas. La de Carlos Goyanes, marido de su amiga Cari Lapique, y la de Caritina Goyanes, hija del matrimonio formado por ambos que falleció de forma abrupta tan solo unas semanas después de su padre.
Si bien la hispanofilipina no pudo asistir al último adiós del exmarido de Marisol porque se encontraba en Miami junto a sus hijos, sí se dejó ver en Marbella para el tanatorio de Caritina. Una aparición breve ante los medios de comunicación en las que se limitó a lamentar la tragedia, sin profundizar en demasía sobre el resto de cuestiones de interés acerca de su vida durante los últimos meses. Algo para la que, para deleite de sus más acérrimos seguidores, no ha habido que esperar mucho más.
Fue con motivo del desfile de Pedro del Hierro en la MBFW que comenzó en la capital el pasado jueves 12 de septiembre cuando por fin se aventuró a ser más extensa en sus declaraciones a la prensa allí presente. Ataviada con camisa blanca, falda larga de lentejuela dorada y unas botas negras de caña alta, charlaba con los periodistas de forma relajada sobre su hija Tamara Falcó e incluso su trato actual con el escritor Mario Vargas Llosa, su expareja.
Menos escueta todavía ha sido en la entrevista que ha concedido en exclusiva al diario 'El Mundo' en el marco de la pasarela que estos días mantiene más viva que nunca la industria de la moda en la capital. Una conversación distendida en la que la viuda de Miguel Boyer no ha tenido ningún reparo en contestar a todas y cada una de las preguntas sobre su faceta más personal. Asimismo, aquellas que remiten al momento más oscuro de su vida. Cuando no se sintió libre, y también cuando el amor consiguió darle alas.
La reflexión de Isabel Preysler sobre el amor y su libertad
Preysler, siempre cercana, atenta y respetuosa con los medios, con los que siempre ha procurado tener una buena relación, se abre sobre conceptos tan arraigados a su figura como la elegancia. Algo en lo que admite no sentirse referente en la materia. "No me siento para nada una experta. Yo lo único que sé es que para mí la elegancia es naturalidad", dice. Para ella, una mujer como "Audrey Hepburn". El caso es que en la construcción de su personaje público ha sido este un término clave, así como el misterio. "No he entendido nunca lo de misterio (...). Yo soy tímida", se sincera, e incluso asegura que "no soy de las que sabe posar" cuando llega a un 'photocall'.
Declaraciones honestas que sí que hacen gala de esa naturalidad que tanto admira, hasta el punto de expresar qué ha aprendido de sus amores. "Con cada persona con la que he estado he aprendido algo", expone, pero matiza que "me habría encantado" vivir esta época con la edad de sus hijas. Por algo tan sencillo como que lamenta no haberse sentido del todo libre. "Yo no he vivido una época en la que la mujer se sintiera así. Para nada", sentencia. No fue así para siempre, claro está. La libertad llegó, y la empezó a sentir "a partir de mi segundo matrimonio".
"Antes de eso, no", añadía después de referenciar a su amor con Carlos Falcó, dejando muy claro que nunca se sintió independiente y liberada durante su matrimonio con el cantante Julio Iglesias, padre de sus tres hijos mayores. Sobre aquel gran cambio de vida, recuerda que sintió esa simbólica emancipación cuando "empecé a ver más mundo, a darme cuenta de lo que era la vida de verdad". ¿Y qué era la vida de verdad? "No era ese mundo tan pequeño, que era el mío, muy protegido, en el que tomaban decisiones por mí", confiesa, añadiendo que "no era el mundo que yo quería para mí".
Los valores que ha inculcado en sus hijas y relaciones futuras
No es de extrañar que estas y otras tantas de las proclamas de Isabel no hayan pasado inadvertidas para los cronistas rosas. Y es que más allá de la retrospectiva sobre sus romances, también refería a los valores que ha querido transmitir a Tamara y Ana, las más pequeñas -y únicas chicas- de sus cinco vástagos. "Les recuerdo todo el tiempo la importancia del sitio de la mujer. Hasta el punto en el que a veces me dicen 'Mami, ¿a ti qué te pasa? ¿Tú tienes algo en contra de los hombres?'", manifiesta con humor, alegando que ella es "una gran defensora de la mujer, aunque no lo parezca".
¿Significa todo lo anterior que ha cerrado de forma definitiva las puertas al amor? "Estoy sola y estoy feliz de estarlo, es la primera vez en mi vida", con la ventaja de que ahora toma sus propias decisiones. Elige sus vacaciones, disfruta de la familia y no se preocupa de cuando debe encender y apagar la luz de la habitación. "No lo estoy buscando ni lo necesito". Clara y concisa, porque "yo creo que he vivido suficiente". Y gusta más o menos su historia, lo cierto es que razón no le falta.