Si te gusta la poesía, has llegado al lugar adecuado, porque he recopilado los poemas más bonitos de la lengua española para ti. Te hablaré también de sus autores, su contexto histórico y lo que esconden sus poesías.
Seguro que entre los muchos que te traigo encuentras algunos que te conmuevan. ¿Sabes ya cuál es tu autor favorito de la lírica hispanoamericana? Tengas uno, o varios, aquí descubrirás si también son los preferidos de nuestra lengua.
Los 10 mejores poemas en español
Es difícil, de cuantos poemas hay en la lengua española elegir tan solo 10. Pero si tuviéramos que mencionar algunos de los más bonitos, estos seguro que no faltarían en la lista:
- Volverán las oscuras golondrinas, de Gustavo Adolfo Bécquer.
- Soneto XXIII, de Garcilaso de la Vega.
- Balada, de Gabriela Mistral.
- El poeta pide a su amor que le escriba, de Federico García Lorca.
- Lo fatal, de Rubén Darío.
- A una rosa, de Luis de Góngora.
- Libertad, de Carolina Coronado.
- A un olmo seco, de Antonio Machado.
- Nana de la cebolla, de Miguel Hernández.
- Hija del viendo, de Alejandra Pizarnik.
Este es el poema más famoso
Hay muchos poemas que todos conocemos y que, en algún momento u otro de nuestra vida (y nuestra educación) hemos leído. Pero si hay un poema que ha pasado a la historia y de quien todo el mundo conoce, al menos, un par de versos, ese es Me gusta cuando callas, de Pablo Neruda.
10 poemas largos con autor que te marcarán
Aunque hay muchas, y diversas, creo que estas 10 obras son las que abarcan una amplia gama de temas y estilos poéticos, y estoy segura de que en cada una de ellas encontrarás una experiencia enriquecedora y conmovedora.
- Rimas y leyendas, de Gustavo Adolfo Bécquer. Esta es una colección de poemas que incluye "Volverán las oscuras golondrinas", entre otros clásicos del autor.
- La Araucana, de Alonso de Ercilla. Un extenso poema épico que narra las hazañas de los conquistadores españoles en Chile y la resistencia de los indígenas mapuches.
- La Florida del Inca, de Garcilaso de la Vega. Un poema narrativo que relata las expediciones del conquistador Hernando de Soto en América del Norte, escrito por el Inca Garcilaso de la Vega, mestizo y cronista.
- Canto General, de Pablo Neruda. Una obra monumental que abarca la historia, la geografía y la identidad latinoamericana en una serie de poemas épicos.
- Romancero gitano, de Federico García Lorca. Aunque no es un poema largo en el sentido tradicional, este conjunto de romances fusiona lo popular con lo culto, mostrando el estilo único de Lorca.
- Cien sonetos de amor, de Pablo Neruda. Aunque son 100 sonetos en total, esta obra es una expresión poética larga y profunda sobre el amor en sus diversas formas y matices.
- Soledades, galerías y otros poemas, de Antonio Machado. Una recopilación que incluye "A un olmo seco", pero también otros poemas extensos y reflexivos del autor.
- El hombre acecha, de Miguel Hernández. Una obra póstuma del poeta español que refleja su experiencia durante la Guerra Civil Española y su lucha por la libertad.
- Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca. Aunque es más una colección de poemas que un único poema largo, esta obra refleja la experiencia de Lorca en la ciudad de Nueva York y aborda temas como la alienación y la deshumanización.
- Los heraldos negros, de César Vallejo. Esta colección de poemas, aunque no conforma un único poema largo, aborda temas universales como la vida, la muerte y la existencia humana en una expresión poética profunda y compleja.
¿Cómo son los poemas cortos?
Al igual que los hay muy extensos, también tenemos poemas cortos, aquellos que no ocupan más de 3 o 4 párrafos. También podemos tener en cuenta que, en total, no sobrepase los 15 versos, si no ya pasaría a la categoría de largo.
De cualquier forma, en este recopilatorio encontrarás claros ejemplos de cómo son este tipo de poemas, ya que he seleccionado los que para mí (y para la gran mayoría de personas) son los 100 mejores, tanto cortos como largos, como por ejemplo, Solo un nombre de Alejandra Pizarnik o a Por una mirada, un mundo, de Gustavo Adolfo Bécquer.
Los poemas más bonitos en lengua española
‘Cuando te nombran’ de Gloria Fuertes
Gloria Fuertes (1917 – 1998) fue una poeta española que formó parte de la generación del 50, movimiento literario posterior a la primera generación de la posguerra. Su labor como poetisa se vio reforzada a partir de su participación en distintos programas de televisión infantiles, como Un globo, dos globos, tres globos. Personalmente, la considero una de las más grandes poetisas de nuestra literatura. A las pruebas me remito.
Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira,
que media docena de letras digan tanto.
Mi locura seria deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería,
enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada,
como volverme loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
- siempre dice lo mismo- dirían a mi paso, y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
- los jueces y los santos no van a entender nada-
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
‘Triunfo del amor’ de Vicente Aleixandre
Es el turno de Vicente Aleixandre y Merlo (26 de abril de 1898), originario de la ciudad de Sevilla. Este poeta español obtuvo en 1933 el Premio Nacional de Literatura, para luego ser galardonado, en 1977, con el Premio Nobel de la Literatura. Su ágil pluma no deja dudas sobre su pertenencia a la llamada generación del 27, ni de su increíble maestría.
Brilla la luna entre el viento de otoño,
en el cielo luciendo como un dolor largamente sufrido.
Pero no será, no, el poeta quien diga
los móviles ocultos, indescifrable signo
de un cielo líquido de ardiente fuego que anegara las almas,
si las almas supieran su destino en la tierra.
La luna como una mano,
reparte con la injusticia que la belleza usa,
sus dones sobre el mundo.
Miro unos rostros pálidos.
Miro rostros amados.
No seré yo quien bese ese dolor que en cada rostro asoma.
Sólo la luna puede cerrar, besando,
unos párpados dulces fatigados de vida.
Unos labios lucientes, labios de luna pálida,
labios hermanos para los tristes hombres,
son un signo de amor en la vida vacía,
son el cóncavo espacio donde el hombre respira
mientras vuela en la tierra ciegamente girando.
El signo del amor, a veces en los rostros queridos
es sólo la blancura brillante,
la rasgada blancura de unos dientes riendo.
Entonces sí que arriba palidece la luna,
los luceros se extinguen
y hay un eco lejano, resplandor en oriente,
vago clamor de soles por irrumpir pugnando.
¡Qué dicha alegre entonces cuando la risa fulge!
Cuando un cuerpo adorado;
erguido en su desnudo, brilla como la piedra,
como la dura piedra que los besos encienden.
Mirad la boca. Arriba relámpagos diurnos
cruzan un rostro bello, un cielo en que los ojos
no son sombra, pestañas, rumorosos engaños,
sino brisa de un aire que recorre mi cuerpo
como un eco de juncos espigados cantando
contra las aguas vivas, azuladas de besos.
El puro corazón adorado, la verdad de la vida,
la certeza presente de un amor irradiante,
su luz sobre los ríos, su desnudo mojado,
todo vive, pervive, sobrevive y asciende
como un ascua luciente de deseo en los cielos.
Es sólo ya el desnudo. Es la risa en los dientes.
Es la luz o su gema fulgurante: los labios.
Es el agua que besa unos pies adorados,
como un misterio oculto a la noche vencida.
¡Ah maravilla lúcida de estrechar en los brazos
un desnudo fragante, ceñido de los bosques!
¡Ah soledad del mundo bajo los pies girando,
ciegamente buscando su destino de besos!
Yo sé quien ama y vive, quien muere y gira y vuela.
Sé que lunas se extinguen, renacen, viven, lloran.
Sé que dos cuerpos aman, dos almas se confunden.
‘El amor es como la música’ de Blanca Varela
Blanca Varela (1926 – 2009) nace en Perú para convertirse en una de las más grandes poetisas de América Latina. Sus primeros pasos en el mundo de la poesía los dio en la Universidad Mayor de San Marcos, en la capital peruana, donde compartió enseñanza con otras grandes figuras de la literatura latinoamericana. En 1949, tras casarse con Fernando de Szyszlo, migra a Paris, donde comenzó a codearse con personajes tales como Octavio Paz, su gran maestro, Simone de Beauvoir y Carlos Martínez Rivas, entre otros destacados intelectuales.
El amor es como la música,
me devuelve con las manos vacías,
con el tiempo que se enciende de golpe
fuera del paraíso.
Conozco una isla,
mis recuerdos,
y una música futura,
la promesa.
Y voy hacia la muerte que no existe,
que se llama horizonte en mi pecho.
Siempre la eternidad a destiempo.
‘Curso de submarinismo’ de Elena Medel
No todo va a ser hablar de grandes clásicos cuando nos referimos a la poesía en español. Es hora de hablar de una de las poetas más destacadas del panorama contemporáneo, Elena Medel (1985), cuyos poemarios y novelas enamorarán a lectores de cualquier calibre. Si no me crees, solo tienes que seguir leyendo para comprobarlo por ti misma.
Como anticipo a la pérdida,
un corazón que flota y sobrevive
a la riada de sueños encerrados en burbujas.
Como coraza contra la victoria,
agendas que no abandonan su jaula de jabón,
muertas sobre la placa de la ducha.
Hoy es epílogo
las horas construyen su ataúd junto a mi almohada.
‘Los labios impacientes’ de Blanca Andreu
Los labios impacientes de la noche te sanan mientras abren
el olor de la piedra
te conducen si acosan el alma de la piedra
si el tierno corazón mineral beben
es tu hora es la noche
así, dirás que te han robado com
o un vino novicio
y te harás piedra aguda como un líquido agudo
limpia como opio de oro
y será s tregua tuya
y alianza
así, dirás que la que es contigo y lleva un aire desigual a
balanza entre estrellas
la idéntica más favorable
tu obra nocturna rara
es la que muestra sonrisa y griterío
palabras como estrellas
y escucha un piano terso como una estrella, estrellas.
‘Quien dice que la ausencia’ de Juan Boscán
Juan Boscán (1487 – 1542) fue un poeta y traductor español del Renacimiento, conocido, especialmente, por la introducción de la métrica italianizante y el petrarquismo en la poesía castellana, junto a Garcilaso de la Vega. A él le debemos el endecasílabo, el soneto y el terceto, entre otras formas poéticas.
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartada
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas.
Que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló,
no por eso serán mejor curadas.
‘A una rosa’ de Luis de Góngora
Góngora (1561 - 1627) es, sin duda, uno de los grandes poetas del Siglo de Oro español. En el soneto que leemos a continuación habla a una rosa, reflejando en sus palabras el elemento de la fugacidad que era común en su generación. Hay que disfrutar la vida mientras dura, al igual que se disfruta de la belleza efímera de una rosa.
Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lúcida,
y para no ser nada estás lozana?
Si te engañó tu hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.
‘Hombres necios que acusáis’ de Sor Juana Inés de la Cruz
Este precioso poema de la lengua española fue escrito por Sor Juana Inés de la Cruz (1648 - 1695), una de las pocas mujeres que consiguieron destacar en el siglo XVI, escribiendo en México. En los versos que podemos leer a continuación vemos claramente la influencia de la tradición de la poesía cortés, aunque con un giro llamativo al confrontar a los hombres.
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
‘Volverán las oscuras golondrinas’ de Gustavo Adolfo Bécquer
Estamos ante uno de los poemas más reconocidos de Gustavo Adolfo Bécquer (1836 - 1870), máximo exponente de la poesía romántica en España. Forma parte de sus famosas Rimas, en las que aborda el amor desde diferentes puntos de vista. En este caso, hablamos del dolor y la fatalidad ante la pérdida de un ser querido.
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!
‘Coplas por la muerte de su padre’ de Jorge Manrique
Jorge Manrique (1440 - 1479) escribe este famoso poema tras la muerte de su padre, que forma parte de sus Coplas, que le llevaron a ser uno de los grandes autores de la lengua española. En ella, se lamenta por la pérdida a la vez que acude al tópico del Carpe Diem para realizar un canto a la vida.
Recuerde el alma dormida
Avive el seso y despierte
Contemplando
Cómo se pasa la vida,
Cómo se viene la muerte,
Tan callando,
Cuán presto se va el placer,
Cómo, después de acordado
Da dolor,
Cómo, a nuestro parecer,
Cualquier tiempo pasado
Fue mejor.
‘Soneto XXIII’ de Garcilaso de la Vega
Garcilaso de la Vega (1501 - 1536) es, sin duda, uno de los grandes representantes de la poesía en la España del Siglo de Oro. En los versos que leemos a continuación realza la belleza de una mujer, recordando al lector la fugacidad de la vida.
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
‘Soneto de repente’ de Lope de la Vega
Este gran renovador del teatro español hizo también grandes aportes a la lírica castellana. Lope de Vega (1562 - 1635) se aleja de la rigidez con la que sus contemporáneos se enfrentaba a la poesía, utilizando juegos de ingenio como el que vemos a contaminación. En él analiza con humor la estructura de un soneto, composición que causaba furor en la época.
Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
‘Libertad’ de Carolina Coronado
Nos alejamos del Siglo de Oro para acercarnos al movimiento romántico del que también formaba parte Bécquer para encontrarnos con Carolina Coronado (1823 - 1911). La artista formaba parte de “La hermandad lírica femenina”, que luchaba por alcanzar el reconocimiento de la mujer artista en pleno siglo XIX. En el poema podemos leer una crítica mordaz ante un sistema que oprime a la mujer pese al avance de las leyes.
Risueños están los mozos,
gozosos están los viejos
porque dicen, compañeras,
que hay libertad para el pueblo.
Todo es la turba cantares,
los campanarios estruendo,
los balcones luminarias,
y las plazuelas festejos.
Gran novedad en las leyes,
que, os juro que no comprendo,
ocurre cuando a los hombres
en tal regocijo vemos.
Muchos bienes se preparan,
dicen los doctos al reino,
si en ello los hombres ganan
yo, por los hombres, me alegro;
Mas, por nosotras, las hembras,
ni lo aplaudo, ni lo siento,
pues aunque leyes se muden
para nosotras no hay fueros.
¡Libertad! ¿qué nos importa?
¿qué ganamos, qué tendremos?
¿un encierro por tribuna
y una aguja por derecho?
¡Libertad! ¿de qué nos vale
si son los tiranos nuestros
no el yugo de los monarcas,
el yugo de nuestro sexo?
¡Libertad! ¿pues no es sarcasmo
el que nos hacen sangriento
con repetir ese grito
delante de nuestros hierros?
¡Libertad! ¡Ay! para el llanto
tuvímosla en todos tiempos;
con los déspotas lloramos,
con tributos lloraremos;
Que, humanos y generosos
stos hombres, como aquellos,
a sancionar nuestras penas
en todo siglo están prestos.
Los mozos están ufanos,
gozosos están los viejos,
igualdad hay en la patria,
libertad hay en el reino.
Pero os digo, compañeras,
que la ley es sola de ellos,
que las hembras no se cuentan
ni hay Nación para este sexo.
Por eso aunque los escucho
ni me aplaudo ni lo siento;
si pierden ¡Dios se lo pague!
y si ganan ¡buen provecho!
‘Lo inefable’ de Delmira Agustini
Nos alejamos geográficamente, hasta Uruguay, pero no históricamente. Delmira Agustini (1886 - 1914) formó parte del movimiento modernista latinoamericano. En su obra no duda en tratar temas como la sensualidad o el erotismo femenino, consiguiendo subvertir aquella norma establecida sobre lo que las mujeres podían o no tratar en sus poemas.
En el poema que podrás leer a continuación, encontrarás un análisis de emociones que todos hemos compartido y que tan difícilmente se pueden expresar por medio de la palabra.
Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,
No me mata la Muerte, no me mata el Amor;
Muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor
De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...
Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente,
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un diente feroz!...
Pero arrancarla un día en una flor que abriera
Milagrosa, inviolable!... Ah, más grande no fuera
Tener entre las manos la cabeza de Dios!
‘Balada’ de Gabriela Mistral
Invertimos las tornas ahora, trasladándonos algo más en tiempo que en distancia. Nos vamos a Chile, donde la gran Gabriela Mistral (1889 - 1957) se convierte en una de las figuras más relevantes de la literatura del siglo XX. La autora chilena fue la primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel en 1945. Su obra en igual de rica que su pluma, por lo que podemos encontrar desde ensayos sobre educación o derechos de la mujer, hasta rondas para niños. Uno de sus más famosos poemas es este que te dejamos a continuación, en el que nos permite observar el dolor que se siente al encontrar al ser amado con otra persona.
El pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
El va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiere callar)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
‘Arte poética’ de Vicente Huidobro
Continuamos en Chile, con un contemporáneo de Mistral. Vicente Huidobro (1883-1948) se presenta como propulsor del creacionismo, primer movimiento vanguardista que acoge Latinoamérica. Este postula que la obra literaria debe ser independiente de cualquier referente, dado que el lenguaje es el que crea la realidad. Aquí tenemos una latente declaración de principios que nos adelanta cómo será el resto de su obra.
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata,
Estamos en el ciclo de los nervios,
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios
‘Ajedrez II’ de Jorge Luis Borges
No muy lejos en tiempo ni en distancia, nos encontramos con uno de los escritores más destacados de Argentina. Jorge Luis Borges (1899 - 1986) destacó por su capacidad para experimentar con conceptos como el tiempo o el espacio, planteándonos un universo múltiple e infinito. El laberinto es la base de sus estructuras, tal y como podemos ver en este poema.
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía.
‘Dos cuerpos’ de Octavio Paz
Nos trasladamos ahora hasta México, para conocer la obra del ilustre Octavio Paz (1914 - 1998) que se convirtió en uno de los autores mexicanos más reconocidos del mundo. De hecho, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1981, dada su gran aportación a la renovación literaria del continente americano. En sus versos encontramos carices sobre las relaciones humanas, comparadas siempre con elementos naturales.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
‘Poema 12’ de Oliverio Girondo
Volvemos de nuevo al siglo XX, donde encontramos a Oliverio Girondo (1891 - 1967), uno de los poetas más innovadores de la época. Este autor argentino se caracteriza por utilizar un tono irónico, lúdico, con el que se conduce por el surrealismo. Este poema que leerás a continuación, también conocido como Amantes, explora los límites de la poesía para describir una relación sexual en versos.
Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.
‘Los heraldos negros’ de César Vallejo
Nos encontramos ahora ante uno de los autores peruanos más reconocidos. César Vallejo (1892 - 1938) fue un gran renovador de la poesía moderna. En sus versos experimentaba con diferentes estéticas y capacidades plásticas del lenguaje, formando parte de las corrientes vanguardistas del momento. En el poema que te dejamos se enfrenta a un análisis de la desesperación humana frente a la existencia y sus infortunios.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
‘Tú me quieres blanca’ de Alfonsina Storni
Alfonsina Storni (1892 - 1983) se convierte en una de las autoras más importantes del panorama literario latinoamericano. La autora argentina representa en su obra la visión femenina de la realidad. Podemos leerlo en este precioso y reivindicativo poema en el que apela la exigencia masculina sobre la mujer de la castidad y la pureza.
Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.
Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.
Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!
Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua:
Habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.
‘El poeta pide a su amor que le escriba’ de Federico García Lorca
El gran poeta andaluz, perteneciente a la generación del 27, es sin duda uno de los autores con mayor proyección internacional de España. Federico García Lorca no se limitó a tratar tan solo un tema en su obra, como tampoco se limitó a un único género. En este precioso poema se encuentra entre los últimos que escribió, y no alcanzó a publicarlo en vida. En él queda reflejado el dolor latente por la pérdida de un ser amado.
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
‘Qué se ama cuando se ama’ de Gonzalo Rojas
El poeta chileno Gonzalo Rojas (1916 - 2011) centra su obra en el compromiso social, las capacidades sonoras del lenguaje y el erotismo. En el poema que leemos a continuación, el autor se pregunta si lo que realmente amamos en una relación es al otro o a uno mismo.
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en particular fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
‘Elegía’ de Miguel Hernández
Miguel Hernández (1910 - 1942) escribe este, uno de sus poemas más aplaudidos y expresivos, para su amigo de Orihuela, tras la muerte repentina de este. Se puede leer, por tanto, en sus versos, ese grito desesperado que pretende mantener viva e invocar la memoria de un amigo.
Poema de Miguel Hernández.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
‘Gacela de la terrible presencia’ de Federico García Lorca
En este precioso poema, Federico García Lorca (1898 - 1936)combina temas como la muerte y el deseo. Es tan horrible para el autor presencia aquello que desea, que perder la vida parece una solución piadosa.
Yo quiero que el agua se quede sin cauce.
Yo quiero que el viento se quede sin valles.
Quiero que la noche se quede sin ojos
y mi corazón sin la flor del oro.
Que los bueyes hablen con las grandes hojas
y que la lombriz se muera de sombra.
Que brillen los dientes de la calavera
y los amarillos inunden la seda.
Puedo ver el duelo de la noche herida
luchando enroscada con el mediodía.
Resisto un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el tiempo.
Pero no me enseñes tu limpio desnudo
como un negro cactus abierto en los juncos.
Déjame en un ansia de oscuros planetas,
¡pero no me enseñes tu cintura fresca!
‘Ya no será’ de Idea Vilariño
Idea Vilariño (1920 - 2009), poeta uruguaya, destacó por contar con una extensa obra que toca temas como el deseo, el amor y la intimidad. En este bello y simple poema, encontramos versos desgarradores que evocan el momento en el que reconocemos la imposibilidad de un amor.
Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.
‘Me gusta cuando callas’ de Pablo Neruda
El reconocido poeta chileno Pablo Neruda (1904 - 1973) escribe este poema en sus famosos Veinte poemas de amor y una canción desesperada. En ella se dirige al ser amado, expresando su belleza con aquel famoso verso que todos conocemos y repetimos.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
‘Oración por Marylin Monroe’ de Ernesto Cardenal
Con un tema que roza la cultura pop, este autor nicaragüense crítica a la sociedad del consumo por medio de una figura tan icónica como Marilyn Monroe. En sus versos vemos clara influencia de una vida como la que vivió Ernesto Cardenal (1925 - 2020), que fue sacerdote y acabó creando una comunidad religiosa-revolucionaria en el Archipiélago de Solentimane al defender la Teología de la Liberación.
Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso…
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo —de mármol y oro— es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones
Señor
en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos
se le recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y se apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río
la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER.
O como alguien que herido por los gángsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!
‘Amor constante más allá de la muerte’ de Francisco de Quevedo
Francisco de Quevedo (1580 - 1645), uno de los máximos exponentes del Siglo de Oro de España presenta en este poema una sincera declaración de amor en la que anuncia a su amada que ni siquiera la muerte será hacer que deje de amarla.
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
‘Solo un nombre’ de Alejandra Pizarnik
Esta destacada autora argentina consiguió revolucionar el panorama literario al simplificar la versificación, acercándose al estilo de los haikus japoneses. Alejandra Pizarnik (1936 - 1972) cuestiona en este poema que, en apariencia, no dice nada, la referencialidad del lenguaje. Es decir, la capacidad intrínseca de la palabra de crear realidad.
alejandra alejandra
debajo estoy yo
alejandra
‘Por una mirada, un mundo’ de Gustavo Adolfo Bécquer
Este breve poema de Gustazo Adolfo Bécquer (1836 - 1870), máximo exponente del movimiento romántico en España, refleja el amor de forma simple y sincera. Su belleza, sin embargo, es inmensa.
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso… ¡yo no sé
qué te diera por un beso!
‘De aquí a la eternidad’ de Cristina Peri Rossi
Cristina Peri Rossi (1941), poeta uruguaya, ha conseguido un lugar destacado en el mundo de la poesía por presentar una obra en la que predomina la retórica del cuerpo y el deseo. Sobre pasa todas las categorías del deber ser, mostrando abiertamente relaciones de amor lésbico, y mezclando sin miedo lo sagrado y lo profano en este precioso poema que equipara el rito religioso con hacer el amor.
Descubrir a Dios entre las sábanas
-no en el templo fariseo
ni en la altiva mezquita-
sábanas blancas
sudario del amor que te cubría
manto sagrado
inicial la bienaventurada ascensión
de tu piel a la eternidad
de tu vientre al círculo celestial
sentir a Dios en tus húmedas cavidades
en el grito vertiginoso
de la jauría de tus vísceras
Saber
que Dios está escondido entre las sábanas
sudoroso
consagrando tu sangre menstrual
elevando el cáliz de tu vientre.
Descubrir, de pronto, que Dios
era una Diosa,
última ascesis,
de aquí a la eternidad.
‘La vida es sueño, Jornada III, Escena XIX (fragmento final)’ de Pedro Calderón de la Barca
Con Pedro Calderón de la Barca (1600 - 1681) debemos hacer una pequeña trampa, porque lo cierto es que este poema no lo es como tal, sino que se trata de la parte final de su obra, estrenada en 1635, La vida es sueño. Es, sin duda, el máximo exponente del movimiento literario barroco español, y, por tanto, no puede faltar en este recopilatorio.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
‘Palabras para Julia’ de José Agustín Goytisolo
José Agustín Goytisolo (1928 - 1999) es considerado uno de los máximos exponentes de la llamada generación de los 50, y una figura esencial en la historia de la literatura española. En este bellísimo poema, que Paco Ibáñez convirtió en canción, habla a su hija Julia sobre la inevitabilidad del dolor en la vida.
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
‘Dichoso el corazón enamorado’ de Santa Teresa de Jesús
También conocida como Santa Teresa de Ávila (1515 - 1582), esta escritora mística es una de las primeras referentes que encontramos en la historia de la literatura femenina. En este precioso poema habla del amor a través de Dios, un tema recurrente en su obra.
Dichoso el corazón enamorado
que en sólo Dios ha puesto el pensamiento,
por Él renuncia todo lo criado,
y en Él halla su gloria y su contento.
Aún de sí mismo vive descuidado,
porque en su Dios está todo su intento,
y así alegre pasa y muy gozoso
las ondas de este mar tempestuoso.
‘Mujer irredenta’ de Gioconda Belli
Gioconda Velli (1948) es una de las grandes figuras de la literatura en la Latinoamérica actual. La poeta nicaragüense ha centrado su obra en el compromiso político, así como en la exploración del deseo femenino. En este poema, vemos una defensa de la libertad sexual femenina en la que no importa la edad ni la condición.
Hay quienes piensan
que he celebrado en exceso
los misterios del cuerpo
la piel y su aroma de fruta.
¡Calla, mujer! –me ordenan–
No nos aburras más con tu lujuria
Vete a la habitación
Desnúdate
Haz lo que quieras
Pero calla
No lo pregones a los cuatro vientos.
Una mujer es frágil, leve, maternal;
en sus ojos los velos del pudor
la erigen en eterna vestal de todas las virtudes.
Una mujer que goza es un mar agitado
donde sólo es posible el naufragio.
Cállate. No hables más de vientres y humedades.
Era quizás aceptable que lo hicieras en la juventud.
Después de todo, en esa época, siempre hay lugar para el desenfreno.
Pero ahora, cállate.
Ya pronto tendrás nietos. Ya no te sientan las pasiones.
No bien pierde la carne su solidez
debes doblar el alma
ir a la Iglesia
tejer escarpines
y apagar la mirada con el forzado decoro de la menopausia.
...Me instalo hoy a escribir
para los Sumos Sacerdotes de la decencia
para los que, agotados los sucesivos argumentos,
nos recetan a las mujeres la vejez prematura
la solitaria tristeza
el espanto precoz a las arrugas.
¡Ah! Señores; no saben ustedes
cuánta delicia esconden los cuerpos otoñales
cuánta humedad, cuánto humus
cuánto fulgor de oro oculta el follaje del bosque
donde la tierra fértil
se ha nutrido de tiempo
‘Alma desnuda’ de Alfonsina Storni
Alfonsina Storni (1892 - 1938) fue una escritora argentina vinculada al modernismo. Su voz destacaba, brillante, entre sus contemporáneos, por lo que llegó a ser una de las poetisas hispanoamericanas más conocidas del siglo XX. En este precioso poema se desnuda, emocional y sensiblemente, como una mujer que vive en entorno hostil.
Poema de Alfonsina Storni.
Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.
‘Lo fatal’ de Rubén Darío
Rubén Darío (867 - 1916), reputado escritor nicaragüense, llegó a convertirse en una de las figuras más reconocidas de la literatura hispanoamericana. Este precioso poema que leerás a continuación es el último de sus Cantos de vida y esperanza. Sin duda, es uno de los grandes poemas que el autor escribió sobre un tema recurrente en su obra: el sentido de la vida y su fugacidad.
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,¡
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…
‘Se equivocó la paloma’ de Rafael Alberti
Este escritor andaluz (1902 -1999) escribe este bello poema desde el exilio, que compartió en París junto a su compañera, María Teresa León. Allí convivió con Neruda y Delia del Carril. Fue en aquellos momentos donde dio forma a los versos que leeremos a continuación.
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
‘A un olmo seco’ de Antonio Machado
Antonio Machado (1875 - 1939) escribe estos versos poco antes de que fallezca su esposa, Leonor. Vemos en sus versos reflejados el dolor y la pena del poeta sevillano, que llegó a convertirse en uno de los máximos exponentes de la conocida como generación del 98.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
‘Ir y quedarse’ de Lope de Vega
Como ya hemos mencionado antes, el gran dramaturgo del Siglo de Oro no se conformó con ser el autor más prolífico de su género, sino que innovó en el campo de la lírica, como podemos ver en muchos de sus poemas. En esta ocasión, tenemos una pieza publicada en sus Rimas (1609) que claramente se dedica al amor. En estos momentos, Lope está en la cárcel, sufriendo el destierro al que se le sometió tras ser denunciado por el padre de Elena, uno de sus grandes amores.
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.
‘Octubre’ de Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) fue un poeta andaluz cuya obra constituyó un enlace entre el modernismo de fin de siglo y la poesía pura del siglo XX. En el soneto que podemos leer a continuación, el autor contempla el campo castellano, con el que se siente identificado por el campo abierto, reflexionando sobre la posibilidad de sembrar su corazón.
Estaba echado yo en la tierra, enfrente
el infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente
Pensé en arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
el ancho surco del terruño tierno,
a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
‘La voz a ti debida’ de Pedro Salinas
Pedro Salinas Serrano (1891 - 1951) fue un conocido escritor español, ensayista y poeta. Forma parte de la generación del 27, siendo considerado uno de sus mejores poetas. Este poema forma parte del primero de los tres libros que publico sobre el amor, que recibía el mismo nombre que esta pieza.
Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.
De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.
Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.
Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.
Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.
‘Alga quisiera ser, alga enredada…’ de Ángel González
Ángel González (1925 - 2008) fue un poeta y catedrático nacido en Oviedo. Se le considera uno de los máximos exponentes de la “poesía social” entre los poetas de la Generación del 50. En el poema que puedes leer a continuación, el poeta evoca la belleza del paisaje marino para alabar a su amor.
Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla.
Arena leve bajo tu pisada.
Agua quisiera ser, agua salada
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.
Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento…
Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.
‘Nanas de la cebolla’ de Miguel Hernández
Miguel Hernández (1910 - 1942) es conocido como el “poeta de la libertad”. Durante la dictadura española, fue encarcelado y sus libros fueron destruidos. Desde la cárcel, Hernández envía esta carta a su mujer. La nana se la escribe a su hijo.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
‘Quiéreme entera’ de Dulce María Loynaz
Dulce María Loynaz (1902 - 1997) es una de las poetisas más destacadas de la literatura cubana. En este precioso poema que podemos leer, Dulce ruega que se la quiera por completo, con sus luces y sus sombras.
Poema de Dulce María Loynaz.
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras
‘Hija del viento’ de Alejandra Pizarnik
Aunque Alejandra es el nombre por la que la conocemos, en realidad esta reputada poetisa argentina se llama Flora Pizarnik Bromiquier (1936 - 1972). Su vida fue, sin duda, agitada, dado que con tan solo 36 años se quitó la vida.
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
‘La princesa está triste’ de Rubén Darío
Ruben Darío (1867 - 1916) de quien ya hemos hablado en esta lista, tocó también temas infantiles. Aquí tenemos uno de sus poemas más conocidos para niños, en el que se habla de una princesa triste.
La princesa está triste.. Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro;
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de Mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de marmol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste; la princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(la princesa está pálida; la princesa está triste),
más brillante que el alba, más hermoso que Abril!
«Calla, calla, princesa» -dice el hada madrina-,
«en caballo con alas hacia aquí se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor…»
‘Las quejas de su amor’ de José de Espronceda
José de Espronceda y Delgado (1808 - 1842) fue uno de los escritores más reconocidos del romanticismo. Es, de hecho, el más representativo de la primera etapa de esta tendencia estilística en España. Entre sus poemas más conocidos se encuentra la famosa Canción del Pirata, aunque esta que hemos seleccionado no se queda corta en belleza.
Bellísima parece
al vástago prendida,
gallarda y encendida
de abril la linda flor;
empero muy más bella
la virgen ruborosa
se muestra, al dar llorosa
las quejas de su amor.
Suave es el acento
de dulce amante lira,
si al blando son suspira
de noche el trovador;
pero aun es más suave
la voz de la hermosura
si dice con ternura
las quejas de su amor.
Grato es en noche umbría
al triste caminante
del alma radiante
mirar el resplandor;
empero es aun más grato
el alma enamorada
oír de su adorada
las quejas de su amor.
‘Como una sola flor desesperada’ de Juana de Ibarbourou
También conocida como Juana de América (1892 - 1979), esta poeta uruguaya es considerada una de las voces líricas más personales de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Entre sus temas más habituales se encuentran la entrega amorosa, la belleza física, la naturaleza y la maternidad, como podemos ver en este poema.
Lo quiero con la sangre, con el hueso,
con el ojo que mira y el aliento,
con la frente que inclina el pensamiento,
con este corazón caliente y preso,
y con el sueño fatalmente obseso
de este amor que me copa el sentimiento,
desde la breve risa hasta el lamento,
desde la herida bruja hasta su beso.
Mi vida es de tu vida tributaria,
ya te parezca tumulto, o solitaria,
como una sola flor desesperada.
Depende de él como del leño duro
la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que solo en él respira levantada.
‘El remordimiento’ de Jorge Luis Borges
Como figura clave de la literatura hispanoamericana, Jorge Luis Borges (1899 - 1986)vuelve a aparecer en esta lista de poemas más bonitos de la lengua española con esta preciosa pieza, en la que el autor explora el remordimiento.
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
‘Si el hombre pudiera decir’ de Luis Cernuda
Luis Cernuda (1902 - 1963) fue un destacado crítico y poeta español, que formó parte de la generación del 27. En su obra se ve clara influencia de la poesía francesa y de la obra de Bécquer, como podemos observar en los versos de amor que leeremos a continuación.
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
‘Corazón coraza’ de Mario Benedetti
Junto con Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti (1920 - 2009) fue uno de los poetas que formó parte de la generación del 45. Su obra literaria se extiende hasta los ochenta libros, que han sido traducidos en más de 20 idiomas. Este precioso poemas es solo una pequeña muestra de la belleza de su lírica.
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes donde quiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
‘Busca y anhela el sosiego’ de Rosalía de Castro
Rosalía de Castro (1837 - 1885) está considerada entre los grandes poetas de la literatura española del siglo XIX, formando parte, junto a Eduardo Pondal y Curros Enríquez, del Rexurdimento gallego.
Poema de Rosalía de Castro.
Busca y anhela el sosiego…
mas… ¿quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto,
dormido vuelve a soñar.
Que hoy como ayer, y mañana
cual hoy, en su eterno afán,
de hallar el bien que ambiciona
-cuando sólo encuentra el mal-,
siempre a soñar condenado,
nunca puede sosegar.
‘Noche oscura’ de San Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz (1542 - 1591) fue un poeta místico del Renacimiento español. Junto con Santa Teresa de Jesús, es considerado la cumbre de la mística experimental cristiana. El poema que leerás a continuación se ha fechado en el año 1578, por lo que podemos suponer que el poeta lo escribió durante su paso por la prisión.
En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada.
Amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedeme, y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
‘Viento de noche’ de Dámaso Alonso
Dámaso Alonso fue un famoso filólogo y escrito español. Llegó a ser director de la Real Academia Española y miembro de la Real Academia de Historia. Además, recibió el Premio Nacional de Poesía de España en 1927. El poema que leeremos a continuación habla sobre las órdenes literarias de las emociones humanas y las ideas que los rodean.
El viento es un can sin dueño,
que lame la noche inmensa.
La noche no tiene sueño.
Y el hombre, entre sueños, piensa.
Y el hombre sueña, dormido,
que el viento es un can sin dueño,
que aúlla a sus pies tendido
para lamerle el ensueño.
Y aun no ha sonado la hora.
La noche no tiene sueño:
¡alerta, la veladora!
‘Rima XXIII’ de Gustavo Adolfo Bécquer
Como autor romántico, los temas en la poesía de Bécquer son muy variados. En este caso, el poeta elige el amor, materia recurrente en su obra y que sabe tratar con gran maestría. De hecho, no requiere de demasiadas palabras para que su rima XXIII se convierte en una de las más conocidas de la literatura hispana.
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso… ¡yo no sé
que te diera por un beso!
‘Soneto V’ de Garcilaso de la Vega
Seguimos nuestra lista de poemas en español con un soneto clásico de Garcilaso de la Vega. Estamos, en particular, ante una de esas piezas que el autor dedica a Isabel Freire, dama de la corte portuguesa de la que se enamoró con locura. Ella es su musa literaria, por lo que está muy presente en su poesía. Y por supuesto, nos permite encontrar a un Garcilaso que representa al perfecto cortesano del Renacimiento. Un hombre de palacio, un amante, un solado y un poeta, lo que se conocía como un hombre de armas y letras.
Escrito está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribistes, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.
‘Más allá del amor’ de Octavio Paz
Octavio Paz nos hace ir un paso más allá con este precioso poema en español en el que el tiempo se presenta como el peor enemigo del hombre. No se detiene, no para, siempre al acecho. Así lo expresa el poeta desde el primer verso de esta preciosa poesía. El tiempo lo cambia todo, por lo que ya no es cómo cuando era joven. Un poema con el que todos podemos sentirnos identificados.
Todo nos amenaza:
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.
Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan.
Más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.
‘Que el amor no admite cuerdas reflexiones’ de Rubén Darío
Este poema forma parte del libro Prosas profanas, que Darío publica por primera vez en Buenos Aires en 1896. Es, probablemente, uno de los poemarios más conocidos del autor. Para muchos, es el germen mismo del modernismo, el origen de este movimiento literario, que consolida este estilo que consiguió tanta trascendencia en Hispanoamérica. Es un punto de inflexión en la carrera del poeta, el poemario que marca su madurez poética.
Señora, Amor es violento,
y cuando nos transfigura
nos enciende el pensamiento
la locura.
No pidas paz a mis brazos
que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos
y son de incendio mis besos;
y sería vano intento
el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento
la locura.
Clara está la mente mía
de llamas de amor, señora,
como la tienda del día
o el palacio de la aurora.
Y el perfume de tu ungüento
te persigue mi ventura,
y me enciende el pensamiento
la locura.
Mi gozo tu paladar
rico panal conceptúa,
como en el santo Cantar:
Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento
en tan fino vaso apura,
y me enciende el pensamiento
la locura.
Afuera la noche respira, se extiende,
llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
frutos, garras, ojos, follajes,
espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.
Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y se entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.
‘Me basta así’ de Ángel González
En este precioso poema, Ángel González nos presenta a la amada como algo perfecto. Tanto es así, que, incluso teniendo la capacidad de crearla, la haría tal cual es. Representa de esta forma lo mejor del amor, lo mejor de las relaciones, en los que el amor hace que cada día sea algo diferente. El pasado no importa en esta relación, tan solo el presente. Y el futuro, como no se conoce, tampoco tiene importancia para el poeta.
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando luego callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
‘Canción del esposo soldado’ de Miguel Hernández
Vamos con otro precioso poema de Miguel Hernández, en el que nos muestra la realidad a la que se enfrenta el soldado mientras está en la trinchera. A través de su magistral pluma, nos lleva a ese instante en el que la batalla y el deseo de la mujer amada pelean por conseguir su atención. La dureza de saberse luchando mientras ella le espera, embarazada, es al mismo tiempo lo que alimenta su lucha.
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hasta mí dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos,
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
‘Canción I a Guiomar’ de Antonio Machado
Machado escribe este precioso poema en Barcelona, en la última fase de la guerra civil, presentando la evolución pesimista del enfrentamiento que el poeta asocia con la muerte personal, y con la ruptura final con su amada. Los temas del amor y la guerra se mezclan y confluyen para dar origen a uno de los poemas en español más bellos y desgarradores jamás escritos.
De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú asomada, Guiomar, a un finisterre,
miras hacia otra mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.
La guerra dio al amor el tajo fuerte.
Y es la total angustia de la muerte,
con la sombra infecunda de tu llama
y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.
‘Enredaderas’ de Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez no necesita demasiadas palabras para llevarnos, como dice él, a la rama más alta del cielo. En este breve poema queda clara su maestría y su acercamiento al surrealismo. A través de curiosas metáforas, el poeta nos presenta un amor inmenso y dulce, como la primavera.
Eres como la flor de la rama más alta del cielo.
Tu olor viene ¡qué fino!, de tan lejos
como te subo yo, por la raíz más honda de la tierra, mi beso.
‘El amenazado’ de Jorge Luis Borges
El erudito Borges nos sorprende con este precioso poema en el que, con una prisa rimada de verso libre, crea una gran metáfora conformada de otras muchas imágenes literarias. Así consigue describir lo amenazado que se siente ante el amor, ante la posibilidad de ser vencido y acabar enamorándose. Y lo aclara bien desde el primer verso, al responder a esa pregunta que se hace el lector (¿qué es lo que lo amenaza?) con tres palabras: Es el amor.
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
‘Paz’ de Alfonsina Storni
En este precioso poema, Alfonsina Storni nos lleva a un viaje a través del bosque en el que se encuentra al vida, la sabiduría, la experiencia, la paz y la protección. Es este camino el único capaz de ayudarnos a aplacar la tristeza, a sentirnos reconfortados. La paz, la calma y el bosque son elementos constantes en sus versos, presentándose como temas principales. Eso sí, para que permanezca debemos cuidarlos, porque es fácil que se rompa y lo negativo quiebre todos estos elementos.
Vamos hacia los árboles... el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.
‘Quién alumbra’ de Alejandra Pizarnik
Esta preciosa pieza de Alejandra Pizarnik, una de las autoras más interesantes de la literatura hispanoamericana, nos habla de la rendición ante el amante, el compañero en la vida y la memoria, que representa un faro de pasión e iluminación. Con pocos versos, la autora demostraba el poder de su pluma.
Cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Sólo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante.
‘Besos’ de Gabriela Mistral
En este precioso poema, uno de los más populares de Mistral, se ejemplifica bien el espíritu poeta de la autora. Habla de la traición y sus aristas más escabrosas, de las contradicciones que son inherentes al amor. Para ello usa el beso, y lo redefine, hablando así de lealtad, pasión, amor carnal y romance.
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flor
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado, besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado
¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
‘Vals de los enamorados’ de Miguel Hernández
Como poeta, Miguel Hernández dedicó su obra a temas universales, en los que el hombre se enfrenta inevitablemente a su contradicción, a su luz y su sombra. Representa, de esa forma, esa lucha constante entre el bien y el mal en la que se encuentra la humanidad siempre. Por eso sus poemas, como este que podrás leer a continuación, llegan siempre hasta lo más profundo.
No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas
de noviembres y marzos,
‘Soñé que tu me llevabas’ de Antonio Machado
Seguimos con uno de los más grandes poetas de la literatura española. Comprometido con sus tiempos, amante fiel y aún más fiel amigo, Machado cantó a las tierras andaluzas, a los campos castellanos, al fallecimiento de su amada esposa y al de su gran amigo, Lorca. Fue su esposa, sin embargo, quien inspiró este precioso poema que leerás a continuación.
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!…
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
‘Amor es…’ de Dulce María Loynaz
En este precioso poema, la poetisa cubana sabe definir el amor como un sentimiento desbordante de entrega. Nos presenta una visión de un amor que no es sencillo ni amable, y que sin embargo abarca hasta las cosas más sencillas de la vida. Porque el amor es todo aquello que desees amar.
Amar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan…
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces….
Amar lo amable, no es amor.
Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra.
Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla.
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro…
Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen…
¡La esperanza de la estrella!…
Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar;
y lo que es más que perdonar,
es comprender…
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar …
¡Amor es resucitar!
‘Cúbreme de amor’ de Rafael Alberti
Entre los autores de la generación del 27, destacan nombres como el de Rafael Alberti. Poeta de mar con una pluma muy variada y diversa, rica en estilos y temas. Comprometido con el momento político que vivió, no deja de lado sus vivencias personales para crear poemas de una belleza sin igual, como este que vas a leer a continuación.
Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.
Alóquemelo, amor, su sal, aloca
Tu lancinante aguda flor suprema,
Doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.
¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,
para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!
‘Te quiero’ de Mario Benedetti
Benedetti sabe, a través del humor y la ironía, llevarnos a otro nivel. En su poesía encontramos humildad y compromiso social y político, pero también relatos personales de una gran sensibilidad y vulnerabilidad. Canta, así, a lo cotidiano, a lo sencillo y, al mismo tiempo, a esa emoción que es eterna e infinita.
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
‘Soneto III’ de Garcilaso de la Vega
Volvemos con Garcilaso de la Vega para repasar uno de los que, quizá, sea su soneto que más injustamente ha pasado desapercibido por el estudio de su obra. Porque la altura de sus versos ya apunta hacia el nivel de la poesía petrarquista de la que hablábamos anteriormente. Desde el primer endecasílabo, fino y profundo, nos deja ver un tono pesimista que consigue homogenizar todo el poema, convirtiéndose no en un hábito, sino en un recurso del poeta.
La mar en medio y tierras he dejado
de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
y yéndome alejando cada día,
gentes, costumbres, lenguas he pasado.
Ya de volver estoy desconfiado;
pienso remedios en mi fantasía;
y el que más cierto espero es aquel día
que acabará la vida y el cuidado.
De cualquier mal pudiera socorrerme
con veros yo, señora, o esperallo,
si esperallo pudiera sin perdello;
mas no de veros ya para valerme,
si no es morir, ningún remedio hallo,
y si éste lo es, tampoco podré habello.
‘Definición del amor’ de Francisco de Quevedo
De pasión y de dolor sabía mucho Francisco de Quevedo, como nos demuestra en este precioso poema en español en el cual el amor quema. Se presenta, a través de esta imagen, un amor que puede dañar. Que enciende la fantasía, pero puede destrozarlo todo. Vemos así el lado más vulnerable del poeta, que se siente débil ante esta emoción.
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!
‘Vivo sin vivir en mí’ de Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa de Jesús, como es habitual en la poesía mística, tiene como tema principal la unión perfecta con Dios. Para ello, la poetisa usa recursos literarios como la paradoja y la antítesis, con gran maestría, abordando la creación divina y sus contradicciones. Porque si el ser humano fue creado por Dios para que ame la vida y no tema a la muerte, debe amar a la muerte más que a la propia vida.
Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.
Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
‘A Julia de Burgos’ de Julia de Burgos
Julia de Burgos (1914 – 1953) fue una poeta y activista puertorriqueña, conocida por su poesía feminista y su lucha por los derechos civiles. "A Julia de Burgos" es un poema en el que la propia autora reflexiona sobre su identidad y su legado. Aquí te dejo un breve fragmento.
Tu voz, Julia de Burgos,
levantará la vida,
como una flor de luz en el alba,
y en ella darán todos los frutos su fragancia.
‘Piedra de sol’ de Octavio Paz
"Piedra de sol" es un poema que explora temas como el tiempo, la identidad y el amor.
Aquí está la luz que nos da la vida,
la luz que nos alumbra y nos enciende,
la luz que nos guía en la oscuridad,
la luz que nos revela el camino hacia el amor.
‘Soneto a Cervantes’ de Lope de Vega
Lope de Vega es el autor de "Soneto a Cervantes", un homenaje al autor de "Don Quijote", Miguel de Cervantes Saavedra.
Cervantes, tú que en letras eres gigante,
nos dejaste un legado sin igual,
con tus palabras nos enseñaste a soñar,
a luchar por lo que es importante.
‘Rima XI’ de Gustavo Adolfo Bécquer
Es uno de sus poemas más conocidos, que aborda el tema del amor y la fugacidad de la vida.
Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena,
¿a mí me buscas?
‘Canción del jinete’ de Federico García Lorca
Este poema, incluido en la obra "Poeta en Nueva York", es una de las creaciones más emblemáticas de García Lorca.
Córdoba.
Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.
‘Sábado por la tarde’ de Octavio Paz
Este poema de Octavio Paz es una reflexión sobre el paso del tiempo y la fugacidad de la vida.
Sábado por la tarde.
Las campanas
de San Juan de Letrán repican.
Es la hora en que las barcas
se deslizan en la corriente
y el sol, herido en el mástil de la torre,
vierte miel en la piedra.
‘Vuelva usted mañana’ de Mariano José de Larra
Mariano José de Larra (1809 – 1837) fue un escritor español conocido por su estilo satírico y crítico. "Vuelva usted mañana" es un poema que reflexiona sobre la procrastinación y la burocracia.
Vuelva usted mañana
y será atendido,
dijo el funcionario
con rostro aburrido.
‘El río’ de Rafael Alberti
"El río", de Rafael Alberti, es un poema que evoca la belleza y la serenidad del paisaje natural. Aquí te dejo un pequeño fragmento.
El río murmura
bajo la luna clara,
llevando en sus aguas
secretos y palabras.
‘Cuerpo y alma’ de Alfonsina Storni
"Cuerpo y alma", de Alfonsina Storni, es un poema que explora la conexión entre el cuerpo y el espíritu.
Cuerpo, ¿para qué te quiero?
Si no puedes elevarme al cielo,
si solo eres un caparazón vacío,
sin alma, sin sueños, sin sentido.
‘Poema 20’ de Pablo Neruda
"Poema 20" es uno de sus poemas más conocidos, que aborda el tema del amor y la melancolía.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: 'La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos'.
‘Mujer negra’ de Nancy Morejón
Nancy Morejón (1944 - ) es una poetisa cubana reconocida por su obra que aborda la identidad afrodescendiente y la historia de Cuba. "Mujer negra" es un poema que celebra la belleza y la fuerza de la mujer afrodescendiente.
Mujer negra,
tus cabellos al viento
abanican el mundo.
‘Canción del pirata’ de José de Espronceda
Este es uno de sus poemas más conocidos, que evoca la libertad y la aventura del pirata. Te dejo un pequeño fragmento, que estoy segura que más de una vez has escuchado.
Poema:
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Stambul
‘Espergesia’ de César Vallejo
"Espergesia" es un poema que explora la experiencia humana desde una perspectiva surrealista y simbólica.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
‘El rayo que no cesa’ de Miguel Hernández
Miguel Hernández, conocido por su poesía comprometida y su estilo lírico, nos dejó el "El rayo que no cesa", uno de sus poemas más emblemáticos, que refleja la pasión y el dolor amoroso. Aquí te dejo un breve fragmento.
El rayo que no cesa
golpea en el pecho,
sin tregua ni reposo,
como un grito eterno de amor.
‘La casada infiel’ de Federico García Lorca
"La casada infiel" es uno de sus poemas más conocidos, que aborda temas como el deseo, la pasión y la traición.
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quite la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
‘Donde habite el olvido’ de Luis Cernuda
"Donde habite el olvido", de Luis Cernuda, es uno de sus poemas más emblemáticos, que reflexiona sobre el deseo de olvido como una forma de escapar del dolor y la nostalgia.
Aquí, en esta región de luz intensa
que miran los reyes del aire, vibra
el olvido, potencia de un motor
turbio, en los lados de la ronda inmensa.
Aquí, bajo la nube
lustral que rompe en llanto,
la brisa de la tarde no me habla
de un ala
sonora y sangrienta,
del clarín de la gloria que la olvida
al fin.
Un árbol, ¿qué soñó? La tierra
de un pie de hombre, oculta
en la corola inmóvil,
a su ángel su fuego pide.
Desnudo sueño, desata
el cuerpo del que su cabeza
despierte, pálido entre dos
ramas, con los ojos muertos
y el corazón desnudo.
Y yo, tierra, dormido
en la corola de tu vientre,
bajo los lirios que me ceñían
el cuello con lazos
de dulce sueño,
pido el olvido,
tu olvido, el nuestro.
‘El mar’ de Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges (1899 – 1986) fue un escritor argentino, reconocido por su obra literaria de gran profundidad conceptual. "El mar" es un poema que explora la vastedad y el misterio del océano, reflejando la fascinación del autor por los temas universales.
Poema:
Quiero que cuando yo muera,
entre el yerto cementerio,
en vez de flores, un remo
al lado de mi cabeza.
Y que el viento de la noche,
lúgubre, suene en el remo
como un himno de tristeza
al que rema en el misterio.
Y que una noche de luna,
un hombre mire el cementerio
y diga al ver el remo blanco:
—Aquí reposa un viajero.
‘A Margarita Debayle’ de Rubén Darío
"A Margarita Debayle" es un poema de Rubén Darío que celebra la belleza y la juventud, dedicado a la musa inspiradora del autor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: —¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
—Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad.
Y el rey clama: —¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar.
Y ella dice: —No hubo intento;
yo me fui no sé cómo,
y volví porque no siento
lo que toqué en mí sin yo.
Corté la estrella. Está hecha.
¿Queréis verla? En el azul
comienza a ser sospecha
que la estrella es de otro y no tuya.
Y el Papa dice enojado:
—Nada, hija, puede ser
que a los cielos hayas entrado
por haber querido ver.
Y el rey dice: —¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar.
Dijo entonces la princesa:
—¿Yo qué culpa puedo tener
de que el cielo, cuando besa,
de azul se ponga enrojecer?
La culpa fue mía, fue mía.
Yo le dije: la quiero tener;
por estrella y por astros y lira,
la quiero tener.
¿Qué hará el Rey de la altura?
La tomará para él.
—No repliques, corazón; calla, alma mía.
Que bien pronto has de ser
ceniza fría,
polvo sereno.
Y al fin, nada...
Y dirás en ese día:
—Todo es vanidad, menos
amar y amar y amar
y amar a la Estrella.
Y, al alba, al alba, al alba,
brillará la Estrella mía
sobre el palacio y la vía,
sobre el rebaño y la brisa,
y será la Estrella mía
la del lucero del día.
‘La aurora’ de Federico García Lorca
Acabamos el recopilatorio con este precioso poema que retrata la belleza y la intensidad de una aurora, es una muestra más del talento lírico de Federico García Lorca.
Aire antiguo, de coros de espuma
en los camarotes de la luna,
y música, la música de los espolones y las proras.
Estribillo
de flautas y latidos, y un olor a limones,
estribillo
de flautas y latidos, y un olor a limones.
Oh, estas plumas de cristal, estas, estas, estas plumas de cristal,
a la mar la llevan las palomas.
Olas albas, olas blancas, olas albas, olas blancas,
olas albas.
Aires de cristal, aires de cristal, aires de cristal.
Campanas, campanas, campanas.
Campanas azules de las nieves.
Viejas estatuas que suspiran en los rincones de la bruma.
Campanas, campanas.
Las hojas muertas, los ramos blancos, las cuerdas flácidas, los tiempos flacos.
El día. Los espuma de oro y los espuma de plata.
Las hojas muertas, los ramos blancos, las cuerdas flácidas, los tiempos flacos.
Los surtidores cantarines, los silbidos de los vientos, los mascarones de proa,
las figuras de rojo bajo los puentes,
las figuras de plata bajo las neblinas,
los blancos caballos de espuma.
Hola, hola, hola.
Un olor a violetas y a orina, un olor a salmuera y a orina,
un olor a violetas y a orina,
un olor a orina y a violetas.
La muerte en la tenue piel de los armiños,
la muerte en la boca seca del mirto,
la muerte en la caja de música del viento,
la muerte en el ala del vencejo,
la muerte en la honda negra del ciprés.
Oh, estas plumas de cristal, estas, estas, estas plumas de cristal,
a la mar la llevan las palomas.
Olas albas, olas blancas, olas albas, olas blancas,
olas albas.
Aires de cristal, aires de cristal, aires de cristal.
Campanas, campanas, campanas.
Campanas azules de las nieves.
Viejas estatuas que suspiran en los rincones de la bruma.
Campanas, campanas.
Las hojas muertas, los ramos blancos, las cuerdas flácidas, los tiempos flacos.