La luz que entraba aquella mañana de febrero por los enormes ventanales del Salón Gasparini del Palacio Real era perfecta. Se trataba de la clásica mañana de invierno, con su luz heladora; la misma por la que siente absoluta devoción la fotógrafa Annie Leibovitz. Y ese día, frente a Letizia y Felipe, la artista tenía una misión de suma importancia.
Inmortalizar a unos Reyes no es tarea fácil, pero la americana es experta en estas lindes. Isabel II se dejó retratar por ella en varias ocasiones y, de esta manera, logró algunos de sus retratos más icónicos. Ahora, nuestros monarcas planean lo mismo.
Banco de España encargó hace unos meses este díptico protagonizado por Felipe y Letizia, que a partir de ahora, y una vez finalice la exposición ‘La tiranía de Cronos’, presidirá el monumental edificio de la plaza Cibeles. Hasta ahora no se han hecho públicos los retratos que, en su día, despertaron numerosas críticas por el precio que se había pagado por ellos, 137.000 euros.
Un modelo de Balenciaga de Museo
Y es que contar con los servicios de una profesional como Annie Leibovitz no es barato. Ella acostumbra a trabajar con músicos, rockstars y todas las estrellas de Hollywood. Y, precisamente, como si Letizia perteneciera a la crème de la crème de Sunset Boulevard, la ha retratado.
Letizia posa en el barroquísimo salón del Palacio Real presumiendo de clavículas y de hombros cincelados en las clases de escalada. La reina deja caer por sus esbeltos brazos un precioso chal rojo que añade dramatismo y rompe con el negro del look escogido.
La pieza que luce la Reina es auténtica historia de la moda. Ella lo sabe bien y, por eso, no ha dudado en decantarse por este impresionante vestido de tul fabricado por el mismísimo Cristóbal Balenciaga. Letizia ha querido rendir homenaje al mejor diseñador patrio, y lo ha hecho luciendo este icónico modelo con escote palabra de honor y falda con volumen.
La pieza ha sido prestada ex profeso para esta ocasión, puesto que pertenece a la colección privada de la fundación Antoni de Montpalau, ubicada en Sabadell, y cuyo fin no es otro que recopilar y dar a conocer “el textil modernista y art-décó” y que realizó una exposición dedicada a la figura del diseñador vasco en Barcelona.
A pesar de que Balenciaga es el diseñador clave de nuestra moda, esta es la primera vez que Letizia se atreve con alguna pieza suya. La Reina parece haber estado reservándose hasta que llegara una ocasión especial —y esta sin duda lo es— para dejarse ver con alguna pieza de museo como el vestido de tul y el chal a juego. Auténtica Alta Costura, que ella misma seleccionó junto con la ayuda de su inseparable estilista, Eva Fernández; quien, es posible, que la pusiera en contacto con la fundación que ha hecho el préstamo.
Las joyas de pasar de la Reina Victoria Eugenia
Y si hablamos de préstamos, también debemos fijarnos en las piezas de joyería que luce la consorte. Se tratan de unos pendientes y una gargantilla pertenecientes a la colección de la reina Victoria Eugenia, quien, en su testamento, específico de manera manifiesta que sus diamantes pasaran de reina a reina; de ahí que se las llamen “joyas de pasar”.
Las piezas escogidas para el retrato son unas de las favoritas de Letizia. La Reina se ha decantado por los pendientes de chatones, que ha lucido en numerosas cenas de gala, y constan de un brillante de gran tamaño rodeado de otros más pequeños que le dotan de una apariencia de flor. Curiosamente, esta pieza, a pesar de que está ‘prohibida’ para miembros de la familia real que no sean reinas, fueron empleadas en la fastuosa boda en Barcelona de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.
En el cuello, Letizia luce otra de sus debilidades en cuestión de joyas: el collar de perlas rusas, apodado el de los tristes destinos, ya que perteneció a la Reina María de las Mercedes, quien tuvo que deshacerse de todo su joyero cuando abandonó España con la llegada de la I República, y solo pudo mantener esta pieza, de la que también tuvo que renunciar a varias perlas que acabó empeñando. Una de las últimas veces que la actual Reina lo ha lucido fue con motivo del funeral de Juan Gómez-Acebo, primo hermano de Felipe.
Lo único ‘suyo’ de todo el retrato
En la fotografía de Letizia que ha realizado Annie Leibovitz hay un solo detalle que no ha sido ni prestado ni cedido. Se trata de su anillo Coreterno, una de las piezas de su joyero personal a la que está más vinculada y que luce a diario, ya sea en una cena de gala o en una reunión cualquiera con su equipo en la Zarzuela.
Este anillo, que Letizia estrenó a principios del 2023, se ha convertido en uno de sus preferidos y lo lleva usando sin descanso desde entonces. La marca, fundada en Nueva York por el italiano Michelangelo Brancato, ha visto cómo adquiría proporciones mundiales a raíz de que la Reina, que lo compró de manera privada, lo emplee sin descanso. "Love Amore" se lee en el índice de la ex periodista, el mismo sentimiento que provoca mirarla en su nuevo retrato, que ha enamorado a todos.