"Durante el reciente procedimiento hospitalario del Rey por una ampliación benigna de la próstata, se observó un preocupante tema aparte", rezaba el inicio del comunicado que el pasado 5 de febrero de 2024 revolvió por completo a la Corona británica. Un texto difundido por los canales de comunicación oficiales de 'La Firma' en el que, sin más rodeos, se aclaraba que "las pruebas diagnósticas han identificado una forma de cáncer". La frase que lo cambió todo, y que más allá de la preocupación latente por el estado del monarca, planteó infinitos horizontes.

Más todavía teniendo en cuenta que el soberano no era el único miembro de la Familia Real que atravesaba un bache en lo que a la salud se refiere. Su nuera, Kate Middleton, también estaba pasando por un mal momento, aunque hubo que esperar algunas semanas más para que la propia princesa de Gales contase al mundo que ella también padecía un cáncer. Una forma de proceder radicalmente distinta a la hora de comunicarlo, pero que en realidad venía a añadir otro motivo de angustia en el entorno de los 'royals'. Ahora, un año después, el escenario es distinto.

La voluntad de seguir al frente a pesar de todo

Distinto, que no mejor o peor. Hay matices de todo tipo. Véase el caso de Kate, que tras retirarse de la primera línea para someterse a un tratamiento de quimioterapia, ha podido por fin regresar al trabajo y anunciar que su cáncer está en remisión. No obstante, la realidad de Carlos III no es la misma. No solo por su edad, pues el hijo de Isabel II ya ha cumplido los 76, sino también porque sus entradas y salidas han sido de lo más intermitentes.

Y es que a lo largo de este año desde que su enfermedad pasó a ser de dominio popular, en el que el optimismo ha sido siempre su bandera, ha habido apariciones y desapariciones. En primer lugar, fueron su hijo Guillermo y su mujer Camilla quienes tomaron el control, hasta que el 30 de abril de 2024 volvió a sus funciones. Eso sí, todavía en tratamiento, y sin desvelarse el tipo de cáncer que padecía -en la línea del hermetismo que todavía se mantiene-. Lo hizo con una visita al centro oncológico del Hospital Universitario Macmillan de Londres junto a su esposa.

Carlos III y Camilla
Gtres

Si bien es cierto que resultaba cuando menos alentador verlo en acción de nuevo, la incertidumbre siguió. Y sigue. Porque de nada ha servido que el Rey se haya atrevido a retomar incluso sus viajes al extranjero, hasta países de la Mancomunidad de Naciones como Samoa y Australia. Incluso recientemente se dejó ver en Auschwitz, Polonia, con motivo de los 80 años de la liberación del campo de concentración nazi, así como se prevé otro desplazamiento a Italia el próximo mes de abril. La viva demostración de la férrea voluntad de seguir al frente, contra viento y marea. A pesar de todo.

Con pronósticos discretos y mucha incertidumbre

Aunque se haya abogado por una transparencia mayor a la habitual, y el anuncio del cáncer marcase un precedente para una institución acostumbrada a empañarse por los misterios, cabe decir que la información sobre los avances de Carlos se ha ofrecido con cuentagotas. Siempre con cautela, en muchas ocasiones propulsando la rumorología acerca de un empeoramiento, y remitiendo al pasado diciembre la última de las actualizaciones.

Fue el canal 'Sky News' el que anunció que el tratamiento al que se ha sometido el soberano "ha avanzado en una dirección positiva", así como que la enfermedad está "controlada". También que "el ciclo de tratamiento continuará el próximo año", demostrando que poco o nada tiene que ver que él siga cumpliendo con su ajetreada agenda oficial con su recuperación en este 2025.

En contraposición, otras crónicas como la que recientemente publicó la catalana Pilar Eyre en la revista 'Lecturas', donde se señala que la realidad sería mucho más alarmante. "El estado de salud de Carlos empeora día a día. Aunque no se publican en ningún medio serio, corren rumores que el avance de su cáncer es imparable", explicaba la periodista. Un escenario aciago, en el que la incerteza se cierne de nuevo sobre una monarquía que renovó a su líder hace menos de tres años. ¿Estaría Guillermo preparado para asumir el cargo en el caso de que sea necesario? He ahí una de las grandes cuestiones.