Paloma Cuevas y Enrique Ponce llegaron a formar uno de los matrimonios más queridos y seguidos de nuestro panorama social. Su historia de amor, que duró casi 25 años, fue digna de cualquier guion de película. Se conocieron cuando todavía eran unos adolescentes y, como no podía ser de otra manera, una plaza de toros tuvo mucho que ver. Sin embargo, en 2020, los rumores de una crisis comenzaron a tomar cada vez más forma hasta que, finalmente, el matrimonio terminó totalmente fracturado.
Poco o nada queda ya de esa historia, salvo sus dos hijas en común, Paloma y Bianca, de 16 y 12 años respectivamente. Ahora mismo, la situación es bien distinta. Enrique Ponce se encuentra en su mejor momento con Ana Soria, mientras que la diseñadora de moda lograba volver a encontrar la esperanza en el amor gracias a Luis Miguel, con quien mantiene una bonita y hermética relación. A pesar de que la relación entre Paloma y Enrique no terminó de la mejor de las maneras, su historia de amor nos regaló una de las bodas más icónicas y recordadas de la época, y que hoy vamos a volver a revisitar.
¿CÓMO COMENZÓ LA HISTORIA ENTRE PALOMA CUEVAS Y ENRIQUE PONCE?
28 años han pasado ya desde una jovencísima Paloma Cuevas se hacía de esperar, como manda la tradición, en su llegada a la iglesia, donde una de las grandes figuras del mundo del toreo esperaba impaciente a la mujer con la que compartiría su vida en las siguientes dos décadas. Sus caminos estaban hechos para entrelazarse desde la primera vez que se vieron, aunque luego el final no fuera de lo más idílico. Paloma Cuevas y Enrique Ponce se conocieron en una plaza de toros de Algeciras, cuando Paloma, acompañada de su padre, Victoriano Valencia, asistía impresionada a la faena del diestro chivano. Tiempo después, el padre de la diseñadora se convertiría en el apoderado de Ponce.
Aun así, aunque ambos sintieron el flechazo, su romance no comenzó de la noche a la mañana. Como toda gran historia de amor, fueron necesarios más encuentros, quedadas y miradas cómplices hasta que dieron el paso de formar una pareja. Tal y como las revistas del papel couché de la época registraron, Paloma le dio su número de teléfono en las Navidades de 1992. Enrique, bravío para enfrentarse a un toro, pero apocado en temas del corazón, no llegaría a marcar los dígitos del número de Cuevas hasta marzo del año siguiente.
Esa primera llamada y esos primeros coqueteos fueron los que comenzarían a forjar poco a poco la relación. Sin embargo, Victorio Valenciano sacó su buena vena de padre protector con su hija, y no vería con buenos ojos el acercamiento de su apoderado a su primogénita, al menos no de primeras. Al diestro le costó allanar el terreno; por lo que tuvo que ser muy claro con los deseos que tenía con Paloma.
El padre de la diseñadora lo contaría así años después en televisión. “Yo estaba preocupado y le comenté que para tontear había otras chicas y me respondió: 'Maestro, voy con la mejor de las intenciones porque quiero que llegue a ser la madre de mis hijos'”, le expresó. Finalmente, el padre de Paloma aceptó el comienzo del affaire entre su hija y el torero, aunque los inicios no fueron nada fáciles. La distancia marcó el comienzo de su historia. Paloma se encontraba en aquel momento en Boston, donde estudiaba Empresariales, mientras que Enrique buscaba hacerse un nombre respetable como torero.
Durante más de tres años su relación fue a distancia, aunque siempre encontraban un hueco para poder verse e ir consolidando su historia de amor, que ya era una de las grandes protagonistas de la crónica social de aquellos años. Su amor se fue fraguando poco a poco, como los de verdad; los auténticos, y a estos tres años de noviazgo les llegó su broche de oro con una ceremonia en la que no faltaron algunos de los rostros más famosos del momento.
ASÍ FUE LA BODA DE PALOMA CUEVAS Y ENRIQUE PONCE
25 de octubre de 1996, Paloma Cuevas y Enrique Ponce sellaron su amor en la catedral de Valencia. Más de mil invitados fueron testigos de cómo los dos enamorados pronunciaban el esperado "sí, quiero", jurándose así amor eterno el uno al trono. Entre algunos de los rostros conocidos que no quisieron faltar al enlace, estaban María Teresa Campos, Terelu, Espartaco y Patricia Rato, Eugenia Martínez de Irujo, que acudió con su pareja del momento Miguel Báez, Francisco Rivera, Marujita Díaz o hasta a la mismísima Massiel.
El diestro llegó acompañado de su madre, Enriqueta Martínez, luciendo un chaqué de estilo clásico. Paloma siguió la tradición y se hizo de esperar hasta quince minutos para darle un poco más de tensión a la situación. La hija de Victoriano Valencia deslumbró en su llegada con su rostro cubierto por un velo y un ramo de azahar y rosas de pitiminí. Su vestido de novia, confeccionado en tafetán de seda y con mangas bordadas, era de la diseñadora nupcial Chus Basaldúa. El toque de algo prestado lo aportaban sus pendientes de perlas y brillantes de su abuela. Una vez concluida la ceremonia religiosa, dio comienzo la celebración del banquete en el restaurante Devesa Gardens de El Saler. Las muestras de cariño y amor de los recién casados estuvieron más que presentes y prueba de ello son los rostros de enamorados que podemos ver de aquel día. "Fue la boda del año porque se trataba de una gran figura del toreo que se casaba con la hija de otro torero muy importante", aseguró tiempo después Óscar Higares a 'Vanitatis'.
Las anécdotas tampoco faltaron en este día, ya que la pareja, víctima de los nervios propios de un día así, olvidaron sus alianzas de compromiso en el hotel y tuvieron que pedirle a una persona que fuese a recogerlas. Otro de los grandes momentos del convite fue cuando Enrique Ponce se aventuró a partir la tarta con un estoque, como buena boda taurina. Además, la tarta contaba con una miniatura comestible que recreaba la plaza de toros de Valencia y la torre del Miguelete. Por otro lado, la música y la diversión hicieron que no solo fuese un día inolvidable para los enamorados, sino también para los invitados. “Fue una pasada. Todos nos hartamos de bailar. Llegamos al hotel a la 7 de la mañana y nos pusimos a desayunar. Fue una boda muy divertida”, aseguró Terelu Campos. Al ritmo del Vals, y también de alguna que otra sevillana, los novios no dudaron en hacer sus mejores pasos de baile para impresionar a los invitados, que disfrutaron de un menú donde no faltaron los bogavantes y los solomillos.
La luna de miel fue en Bora Bora, y durante los años siguientes pasaron a ser una de las parejas más seguidas de la prensa del corazón, y también de las más admiradas. Paloma Cuevas logró convertirse en una de las mujeres más respetadas de la alta sociedad por su elegancia y glamour.
“Soy muy afortunado de haber encontrado en mi camino una mujer como Paloma. Ha sido vital en mi vida personal y profesional”, aseguró Ponce en una de las pocas ocasiones que llegó a hablar públicamente sobre su matrimonio. No obstante, hasta las historias de amor más bonitas acaban. En 2020, la noticia de su ruptura pillaba al mundo por sorpresa, y rápidamente conocíamos que el diestro había encontrado el amor en una joven estudiante de Derecho con la que se lleva 26 años. De la noche a la mañana, la historia de uno de los matrimonios más emblemáticos de nuestro país se redujo completamente a cenizas.