El 22 de marzo de 2024 quedará por siempre recordado en la historia de la monarquía británica por la enfermedad de Kate Middleton. Fue ese el día en el que, para sorpresa de los observadores de la Corona, la princesa de Gales se dirigió al mundo para desvelar que padecía cáncer. Lo hacía después de meses de silencio y retiro de la primera línea, en los que ya había comenzado su tratamiento de la enfermedad, pero en los que también se habían generado incontables teorías de la conspiración acerca de lo que le estaba sucediendo.
Afortunadamente, y después de unos meses sometiéndose a los necesarios ciclos de quimioterapia, además de permanecer en un segundo plano para poder recuperarse correctamente, la nuera de Carlos III regresó al foco público. Lo hacía feliz de comunicar que el tratamiento había terminado y que, aunque con cautela, por fin podría recuperar su agenda institucional. El fin de un durísimo trance que, por supuesto, no solo fue duro para ella. Porque su entorno, sus incondicionales, también han sufrido a su lado. Y para muestra el caso de su marido Guillermo.
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La llamada de Guillermo a un amigo en su "peor" momento
Pese a que en el inicio de la abrupta 'desaparición' de Kate se llegó a aludir a una posible crisis matrimonial con el príncipe heredero, nada más lejos de la realidad. Porque si algo ha demostrado esta situación tan delicada es que el futuro Rey de los británicos está ahí para su mujer en todo lo que necesite. Hasta el punto de despejar su agenda de obligaciones 'royal' si ella la ha necesitado a su lado. Gestos de apoyo inconmensurable, más allá de su dolor.
Porque aunque no del mismo modo, Guillermo también sufrió a lo largo de esos meses de angustia en los que la salud de su esposa se resentía. Y más todavía en el principio, cuando todavía no se había hecho pública su dolencia y la rumorología llegó a los niveles más exacerbados. Para muestra, la conversación que tuvo con Jason Knauf, exempleado del matrimonio real que formó parte de su departamento de Comunicación entre los años 2015 y 2021.
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Un hombre que conoce de cerca todos sus secretos e intimidades, y con el que a pesar de que ya no exista una relación laboral que los una, la confianza sigue ahí. Tanto como para llamarse por teléfono, tal y como hicieron el pasado año cuando hablaron el diagnóstico de Kate, en una conversación que Knauf recuerda "horrible". Así lo refirió recientemente durante su participación en el programa '60 Minutes Australia', donde señaló sobre el príncipe que "es la vez que peor lo he visto".
De la incredulidad a los motivos para ocultar la verdad
Las de Jason, palabras muy reveladoras en relación con el instante en el que el nieto de Isabel II acababa de tomar conciencia de la gravedad del asunto. "Eres el príncipe Guillermo y en pocas semanas te enteras de que tu mujer y tu padre tienen cáncer. No me lo podía creer. Fue horrible, absolutamente horrible", relataba el exasesor en el espacio televisivo, aludiendo también a la enfermedad del Rey, de la que la prensa se había hecho eco semanas antes de saberse del cáncer de Kate.
Todo lo anterior, con el perenne añadido de la presión mediática, "esas locas teorías conspiratorias" que empezaron a circular en un segundo plano por Internet a las que Knauf remitía como "el problema". Y es que es evidente que el hermetismo no fue en ningún caso la mejor de las determinaciones a tomar en un caso como este. No obstante, y tal y como explicó de nuevo el exempleado de Kensington, el motivo principal para ocultar la verdad habría sido meramente familiar.
"No querían decir que tenía cáncer porque aún no se lo habían dicho a los niños y estaban pensando cómo darles la noticia". De ahí que esperasen al mes de marzo, más de dos meses después de la cirugía abdominal de la duquesa de Cambridge en The London Clinic, para encontrar la manera de transmitirles a sus vástagos que su madre estaba enferma. Algo que, una vez gestionado, les permitiría poderlo compartir con el resto de la ciudadanía, a través del vídeo difundido de la BBC en el que Kate se abría al respecto de su situación de una vez por todas.