El próximo 11 de febrero se cumplirá un mes desde que el Juan Sebastián de Elcano comenzó su travesía. Aquel adiós en el puerto de Cádiz, en el que los reyes Felipe y Letizia se despidieron de Leonor mientras ella se alejaba para emprender su aventura en el mar. En el marco de su formación castrense, una más de tantísimas gestiones con las que está cumpliendo desde que es mayor de edad, con el añadido de que ahora no solo estará lejos de casa, sino que su casa es un barco.

Y no por ser 'royal' hay menos necesidad de adaptación a las condiciones. De ahí que, incluso antes de zarpar, tanto la Princesa de Asturias como el resto de guardiamarinas que junto a ella surcan los mares, ya se habían instalado en el buque-escuela. Allí están viviendo desde hace semanas, solamente habiendo parado en Tenerife y Gran Canaria antes de dar inicio al mayor de los trayectos. El que va de Europa hasta Sudamérica, y también el que ha hecho que Leonor experimente un trastorno que todo lo complica.

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La cinetosis, el mal que afecta a Leonor en alta mar

Porque si no fuese suficiente con tener que vivir en los austeros camarotes que el navío pone a su disposición, así como lidiar con todas las prácticas y maniobras propias de la navegación, parece que hay algo que está afectando de más a la hija de los Reyes. Y ese algo tiene un nombre que quizás no todos los observadores de la Corona conozcan de primera mano: la cinetosis. Una dolencia que, en realidad, es de lo más común entre las personas que navegan durante muchos días seguidos.

También conocida como 'mal de tierra' o 'mareo por movimiento', el portal especializado 'MedLine Plus' define la cinetosis como "un problema común entre las personas que viajan en automóvil, tren, avión, y especialmente, en barco". Lo que sucede, según exponen desde el citado medio, es que "el cerebro siente el movimiento al recibir las señales provenientes del oído interno, los ojos, los músculos y las articulaciones", y al no coincidir, "puede surgir el mareo por movimiento".

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"Una sensación de mareos y sudores fríos", se señala. Y es que los que hayan sufrido de cinetosis sabrán de las consecuencias que puede tener para aquel al que le afecta, entre las que están "vértigo, náusea y vómitos". Sea como fuere, y aunque existen fármacos para paliar los efectos de hacer vida sobre el agua, a Leonor no le queda más remedio que acostumbrarse, pues el viaje no ha hecho más que empezar y no será hasta el próximo 14 de febrero que desembarqué en Salvador de Bahía. En Brasil, el primero de sus destinos al otro lado del charco.

El Rey conoce muy bien las consecuencias de esta condición

Mucho se habló de las lágrimas de Letizia al ver partir a la heredera el pasado enero, pero la emoción de Felipe VI tampoco fue poca. Eso sí, por un motivo bien distinto. Mientras que tal y como señalaba la periodista Pilar Eyre en su canal de YouTube, la Reina se veía embriagada porque "el futuro de Leonor ya está escrito", el monarca recordaba "la dureza de esa travesía que le esperaba".

Travesía que en su caso tuvo lugar en 1987 y en la que tampoco faltó la cinetosis. Eso sí, al actual soberano no le afectó tanto como a su hija, pues ya estaba acostumbrado a navegar gracias a sus nociones de vela. No obstante, no quedó exento de lidiar con sus horribles consecuencias, aunque de una forma un tanto distinta. Para muestra, el episodio en la que una de las primeras noches a bordo, y tras hacer guardia en la cubierta en medio de una fortísima tormenta, al regresar a su habitación se topó con el desastre.

"Cuando de madrugada pudo bajar a la camareta, se encontró que los compañeros suyos habían vomitado (...). Él, mojado, desesperado, empapado, agotado, le dolía hasta el más pequeño músculo del cuerpo, tuvo que limpiar todos los vómitos de los amigos", rememoraba Eyre en el citado vídeo. Un recuerdo angustioso que, sin lugar a dudas, siempre será difícil de borrar. El mismo que ahora revive al ver que su primogénita pasa por el mismo trance.