La aventura llega a su fin. Hablamos de la octava temporada de 'La isla de las tentaciones', el formato que ya es buque insignia de Telecinco, que se despide de la pequeña pantalla este 10 de marzo. Un último adiós a esos participantes que han acompañado a la audiencia durante los últimos meses. Infinidad de momentos para el recuerdo como la ya icónica carrera de Montoya por la playa mientras Sandra Barneda le gritaba eso de "¡por favor!", que pasan a mejor vida. Un fenómeno viral que no era más que el reflejo de la rabia del participante por conocer que su pareja le había sido infiel.

Y es que aunque todo quede para el deleite del voyeurismo de la audiencia, la realidad de los participantes es de todo menos agradable a lo largo de esta experiencia. Porque más allá del mediático desplante de Anita Williams a Montoya con Manuel González -los tres flamantes concursantes de la nueva de 'Supervivientes', por cierto-, las deslealtades son un constante. Un escenario complejo como pocos que desde la revista CLARA hemos querido analizar de la mano de una especialista en relaciones de pareja.

Las parejas de las 'tentaciones', bajo la lupa de una psicóloga

Justo en la previa a la emisión de los reencuentros de los tres meses después del cierre de Villa Playa y Villa Montaña, nos ponemos en contacto con la psicóloga y terapeuta de parejas Lara Ferreiro. Lo anterior, además de autora de '¡Ni un capullo más!: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta', un libro del que los protagonistas del espacio de Mediaset podrían sacar unas cuantas lecciones. Comenzando por los propios Montoya y Anita, cuya relación describe Lara como "la clásica relación boomerang tóxica en la que vuelven y cortan una y otra vez, porque en realidad están enganchados el uno al otro, son adictos el uno al otro".

Sin obviar el factor del "sexo de la venganza", pues cuando él descubre la infidelidad de su chica con Manuel, opta por hacer lo mismo con Gabriela. "En medio de una mezcla de culpa y dolor, Montoya se dejó llevar por la impulsividad, entregándose a una relación sexual rápida y cargada de rabia. Más que un corazón herido, parece que lo que realmente sufrió fue su orgullo", nos expone la especialista. Eso y otras cuestiones todavía más reveladoras como que durante el encuentro sexual con Gabriela, "Montoya adoptó una postura pasiva colocándose abajo", y "se dice que, cuando alguien es infiel por primera vez, suele colocarse abajo como una manera inconsciente de reducir la culpa".

Montoya y Anita LIDLT
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Evidentemente, el análisis de nuestra especialista no se queda solo en la más mediática de las parejas de esta edición número ocho. Sobre el resto también hay mucho que comentar, véase el caso de Bayán y Eros, un claro caso de "síndrome de la evasión emocional". "Bayán, ante la crisis, busca evadir su responsabilidad emocional con Rubén. Mientras tanto, Eros muestra síntomas de apatía, ya que se retrae emocionalmente tras las infidelidades y, finalmente, decide irse solo, buscando un proceso de autodescubrimiento", desgrana Ferreiro sobre su maltrecho vínculo.

Eros y Bayán LIDLT
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En el caso de Álvaro y Alba, la terapeuta observa "un posible caso de trauma por traición". Lara explica que, mientras "Alba, completamente devastada por la infidelidad de Álvaro, no logra superar el dolor" tiene como respuesta "un desapego emocional que la lleva a decidir cortar de raíz la relación", su chico se queda estancado en otro estado. "Parece un poco atrapado en el síndrome de la negación, intentando que todo vuelva a la normalidad sin asumir las consecuencias emocionales de sus actos", precisa la psicóloga.

Álvaro y Alba LIDLT
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Por último, pero no menos importante, la gran sorpresa de la temporada: Tadeo y Sthefany. Y lo de sorpresa es porque, después de todo lo ocurrido durante las grabaciones, en su hoguera final todavía en la República Dominicana apostaron ambos por abandonar juntos el programa.

Tadeo y Sthefany LIDLT
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"Viven un posible caso de filofobia o miedo al compromiso", dice la terapeuta sobre ellos, recalcando que "ambos parecen tener dificultades para afrontar el peso emocional de una relación seria, lo que los lleva a enfrentarse constantemente con la tentación".  Con diferencias, eso sí, puesto que sobre todo "Sthefany, por ejemplo, parece huir de todo lo que implique poner límites en la relación, lo que podría reflejar miedo al compromiso o incluso una ansiedad de intimidad".

Las señales de toxicidad que los participantes han demostrado

No hay que ser un académico para tomar conciencia de que las señales de toxicidad entre las parejas de esta última temporada de 'La isla de las tentaciones' son más que evidentes. Ahora bien, también gracias a Lara hemos podido descubrir cuáles son esas señales que más lo demuestran, partiendo de algo tan primario como los celos y la desconfianza, erróneamente interpretados como una "señal clave y verdadera del amor".

"Hay que diferenciar entre ser celoso y celópata, el primer término es natural y el segundo, representa una patología que habría que tratar en terapia (...). Si te es infiel una pareja, y sigues con él, sustituyes confianza por control", nos cuenta la también autora de 'Adicta a un gilipollas'. Una forma de ilustrar el modo en el que "las infidelidades no se perdonan" y lo que sucede es que "se intenta vivir con ese dolor".

La cuestión es que en esta 'isla' que tanto gusta a los telespectadores, la toxicidad trasciende los mecanismos más convencionales. Porque también hay cabida para "conductas posesivas y controladoras con sus parejas, reflejadas en frases como: 'tú eres mío y no deberías estar haciendo eso'", o las faltas de respeto explícitas "incluyendo insultos, desprecios y burlas". Por no hablar de comportamientos manipuladores "como hacer que el otro se sienta culpable sin una causa justificada", las infidelidades propiamente dichas o "los ultimátums constantes entre las parejas, y las amenazas de abandono".