Lo tenían todo para ser íntimas pero no lo son. Máxima de Holanda y Letizia podrían estar departiendo día sí y día también, sobre sus quehaceres y preocupaciones de lo que implica ser reina. Pero no lo hacen. El 17 de abril se verán las caras y las sonrisas aflorarán en sus rostros, pero lo cierto es que entre ambas mujeres subyace la semilla de la desconfianza. ¿El motivo? Un incómodo nexo común. 

La periodista Pilar Eyre, en su videopodcast, habla claro sobre este tenis vínculo entre ambas mujeres. Y va más allá dando nombres y motivos. 

Una amistad incómoda

“(…) Máxima y Guillermo se conocieron en la feria de Sevilla y una de sus hijas vive en Madrid. A pesar de que siempre la comparamos mucho con Letizia, porque las dos han sido plebeyas, profesionales… pero no deben de ser muy amigas porque Máxima era muy amiga de Cristina, cuando la infanta vivía aquí en Barcelona; la visitó en varias ocasiones… pero no tenemos constancia de que Máxima haya viajado a Madrid, se hayan visto o hayan estado juntas”, cuenta Eyre desde el despacho de su casa en Barcelona. La periodista tiene claro que el origen del supuesto mal rollo entre reinas viene de la complicidad que la argentina mantenía hace unos años con la infanta; y, como ha quedado de sobra demostrado, Letizia no desea tener nada que ver con lo que la hermana de su marido representó durante algunos años. 

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Una foto del 2008 cuando Máxima visitó junto a toda su familia a la infanta Cristina en Barcelona

La asturiana todavía no es capaz de sacarse de la cabeza la imagen de su cuñada 

en el banquillo de los acusados, salpicada por los escándalos de su marido. Cristina resultó absuelta de dos delitos contra la Hacienda Pública, pero tuvo que pagar una multa de 265.000 euros. El sindicato Manos Limpias pedía para ocho años de cárcel. Iñaki Urdangarin no corrió la misma suerte y hace solo una semana acabó de cumplir su condena de cinco años y diez meses de prisión. 

La titánica labor de ‘limpieza’ de Letizia

Para Letizia, este sector de la familia de su marido ha ensuciado hasta el hartazgo al imagen de la Corona. La actual Reina se propuso que esta recobrase una imagen impoluta y, para lograrlo, debía romper con absolutamente todo del pasado. Incluyendo vínculos familiares. 

Letizia ha procurado mantener las distancias con todo aquello que vilipendió la fama de la monarquía. Su frialdad natural se vuelve heladora cuando quienes están involucrados en el encuentro son Cristina y Juan Carlos. 

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La determinación de Letizia es tal, que, cuando supo de la implicación de Iñaki Urdangarin en el Caso Nóos, la Reina tuvo uno de los gestos más sencillos pero impactantes: dejó de ponerse su anillo de compromiso. 

La esposa de Felipe VI guardo para siempre en su joyero la pieza con la que su marido le pidió matrimonio. Y lo hizo por un sencillo motivo, porque se dijo que Iñaki Urdangarin había contribuido a adquirir la alhaja. Felipe la escogió, Iñaki, supuestamente, la recogió y la pagó en la tienda que la joyería Suárez tiene en el Paseo de Gracia. Se dice que lo hizo con una de las tarjetas de la Fundación Nóos y que después nunca quiso que Felipe se la abonase. El anillo acabó siendo un regalo (envenenado) para Letizia. 

“O con ellos o contra mí”

Quien tiene más vínculo con la facción más polémica de su familia política, tiene garantizado, el no de Letizia. La Reina está siendo radical con este asunto, y esto parece trasladarse hasta a otras monarquías, de ahí que también implique a Máxima. 

Lo cierto es que hubo un pasado en el que fueron cercanas. Cuando ambas comenzaban sus andaduras en sus respectivas casas europeas, Letizia encontró un gran apoyo con la mujer de Guillermo de Orange. Eran otros tiempos. Entonces, hasta se llevaba bien con su cuñada. 

Las tres podían ser confidentes y cuadrar encuentros pero nada de eso queda ya. Las vidas de las tres han sido muy dispares. 

Letizia se replegó más sobre sí misma aprendió que esto era trabajo y que las otras reinas y princesas eran, simplemente, compañeras. Había aprendido dónde estaban los límites de la amistad y del colegueo. Profesionalizó aún más sus relaciones y entendió que sus amigas de verdad siguen siendo las siempre, las que están escribiendo, presentado y comunicando; y no las que se encuentran reinando.