Son cuatro las paradas que ha hecho el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano desde que el pasado 11 de enero partió desde Cádiz. Primero fueron Tenerife y Gran Canaria, primer y última en territorio español antes de comenzar la travesía hasta los Estados Unidos que ahora ocupa a la princesa Leonor y a los otros setenta y cinco guardiamarinas con los que convive en el navío. Después ya vinieron Salvador de Bahía, en Brasil, y la capital uruguaya de Montevideo. Antes, claro está, tuvieron que pasar antes muchos días sin pisar tierra firme para llegar hasta allí.
Con todo lo que vivir en una casa flotante como es en realidad el barco de la Armada implica, que no es poca cosa. A fin de cuentas, y por curtida que estuviesen la princesa y sus compañeros en el universo marcial a estas alturas, poco tiene que ver instalarse en una academia que en una embarcación. Y no solo en lo que a los angostos espacios en los que la heredera hace vida, pues también tiene consecuencias lo de navegar día sí y día también para el cuerpo humano propiamente dicho. Ahí es cuando entra en juego la necesidad de tener los mejores aliados.
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¿A qué se aferra Leonor durante su viaje en Elcano?
Aliados a los que ha referido el portal 'Monarquía Confidencial', y que curiosamente no resultan ser los compañeros del crucero de instrucción. Y no precisamente porque con ellos no tenga una relación correcta, pues pruebas de la buena sintonía que existe entre la primogénita de Felipe VI y los otros alumnos de la Escuela Naval de Marín ya ha habido muchas. Véanse sus paseos por la capital gaditana antes de partir, o la noche de fiesta y música que compartió con ellos a su paso en la costa brasileña. Entonces, ¿de qué se trata?
Nada más y nada menos que de "medicamentos e hidratación". Tal y como se lee. ¿El motivo? Tan simple como señalar a las complicaciones físicas que la nieta de Juan Carlos I ha experimentado. Y es que por mucho que, también según el medio antes citado, Leonor dijo a sus padres en una llamada que el gran trayecto desde Canarias hasta Sudamérica "no estuvo mal" y "no se le hizo muy pesado", en este relato había matices considerables.
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Sobre todo en lo que respecta al último tramo, pues según han apuntado fuentes cercanas a Zarzuela al mencionado portal "la princesa de Asturias ha vivido una mala travesía hacia Uruguay, en la que ha tenido que hacer frente a las náuseas y los mareos". Síntomas que habría paliado precisamente con fármacos, así como manteniéndose hidratada para "afrontar las exigencias de un entrenamiento tan riguroso". Es decir, no es solo cosa de bienestar, sino de seguridad, más considerando los altísimos niveles de humedad y la exposición constante a la luz solar. Sea como fuere, cabe decir que las mismas fuentes detallan que todo esto se debe a algo tan lógico como que "su cuerpo todavía no se ha adaptado", de modo que sintomatología es completamente normal.
El 'mal de tierra', la otra cruz de la princesa
Tan normal como lo es otro de los trastornos con los que ha tenido que lidiar, pues según publicó 'MC' no todo sucedió entre Brasil y Uruguay. Antes, en Salvador de Bahía, también fuentes cercanas a la Casa Real hablaron de una mala experiencia por haber padecido el llamado 'mal de tierra'. Este consiste en "sensaciones como trastorno de vértigo y desequilibrio, que pueden producirse después de un periodo de exposición al movimiento del barco en el mar".
Sin lugar a dudas, algo muy incómodo, que incluso podría llegar a generar la sensación de que se sigue navegando a pesar de haber llegado ya a puerto. Comprensible si se revisa que fueron más de tres semanas las que pasó Leonor en medio del Atlántico antes de llegar a puerto. Pero es que hay más, porque a eso se le suma la posibilidad de que se den situaciones bruscas de cambio de presión "o sufrir barotraumatismo", que según el sitio web especializado 'MedLine Plus' es "el daño al cuerpo provocado por cambios barométricos, es decir, de la presión del aire o el agua" y es común que se produzca en el oído. Afortunadamente, no hay noticias de que la futura monarca llegase hasta tal extremo.