"No es propio de una Reina", se han atrevido a sentenciar algunos tras ver, por fin, los retratos que Annie Leibovitz tomó de Letizia. Han sido nueve meses de espera, después de que la información sobre la sesión fotográfica de los Reyes con esta reputada profesional de la imagen se hiciese de dominio público. Este 26 de noviembre ha llegado por fin el momento cuando, sobre las 13 horas, las ansiadas y majestuosas estampas han visto la luz ante la atenta mirada de los observadores de la Casa Real.
Y no, como era de esperar, las opiniones al respecto de esta impresionante imagen no se ha hecho esperar. Y eso que pocos flecos sueltos quedaban, pues una fotógrafa de tanto renombre y recorrido en el universo 'royal' sabe de la importancia de cuidar cada detalle. No en vano inmortalizó la estadounidense a una monarca tan importante como la mismísima Isabel II del Reino Unido en el pasado.
Sea como fuere, y por mucho ímpetu y atención que se le pusiese a la correcta distribución de elementos o a la elección de la indumentaria, las críticas han estado ahí. También las dudas y las incógnitas. Sobre todo en lo que a la figura de la Reina se refiere, puesto que en el caso del Rey su presentación ha resultado mucho más comprendida. Así pues, Letizia, ha vuelto a ser la protagonista. ¿Novedad? Ninguna. ¿Explica eso por qué en un retrato oficial tan reseñable como este la consorte del soberano no luce ninguna corona? He ahí la cuestión.
Un set de joyas históricas, pero sin tiaras
Nadie puede negar que la madre de Leonor y Sofía se ve espectacular. No solo en su porte, sino también en la forma de lucir cada uno de las prendas y artículos con los que va ataviada. En el centro del majestuoso Salón Gasparini y besada por una iluminación exquisita, doña Letizia se erige en una especie de superestrella en el centro de la imagen. Incluso como una actriz de Hollywood, se han atrevido a definirla algunos, alabando una naturalidad... ¿Impropia de la realeza? En muchos casos, una imagen mundana -salvando las distancias con las realidades de a pie- que bebe de algo tan concreto como que ha prescindido de la tiara.
Y eso que no es que le falten las alhajas de este tipo en su joyero. Ni siquiera le faltan las alhajas en la propia fotografía. Para una ocasión tan sumamente especial, nada mejor que sacar de su cofre particular algunas de sus mejores bazas. Esas que son piezas 'de pasar' y solo las reinas pueden utilizar durante sus periodos en el primer escalafón de la institución.
De ahí que haya optado por los pendientes de chatones que en tantas cenas de gala ha vestido. En el cuello, el collar de perlas rusas que antaño perteneció a María de las Mercedes de Borbón, la madre de su suegro Juan Carlos I. Y en la cabeza... Nada de nada.
Porque sí, el look extremamente inmaculado. Las joyas se sirven como el complemento ideal al impresionante vestido prestado de Cristóbal Balenciaga que la viste, que a su vez queda adornado por un chal rojo de seda salvaje. No obstante, ni rastro de la tiara Prusiana, la Flor de Lis o la diadema floral, que suelen ser algunas de sus opciones favoritas. ¿El motivo? Según ha indicado Mariángel Alcázar, periodista experta en Casa Real, en su columna para 'La Vanguardia', fue Leibovitz quien desestimó la idea de capturar a Letizia con corona.
Zarzuela propuso la opción de que hubiese corona
Bien, no desestimó de forma literal la idea de capturarla sin corona, pero sí fue la fotógrafa quien tomó la decisión final sobre seleccionar como definitivas las imágenes en las que la Reina no lleva tiara alguna. Así se extrae del texto difundido por Alcázar en el citado medio, donde ha señalado que "desde la Zarzuela se llevaron a la sesión de fotos, un par de tiaras y las pulseras gemelas de brillantes". Sea como fuere, la combinación no debió convencer a Annie, pues "aunque la Reina posó con losa tributos reales, finalmente Leibovitz escogió otras fotos sin tiara".
De este modo, queda evidenciado que en ningún caso fue una decisión premeditada por parte de la nuera del Rey emérito la de no ser literal en eso de representar a la Corona. Basta con revisar todas esas ocasiones en las que, con motivo de actos solemnes o banquetes reales, sí lo ha hecho. Todo queda en una cuestión de estética, de gusto y de preferencias de la experta. Esa experta que, por encargo del Banco de España, tuvo la oportunidad de tomar estas instantáneas del matrimonio real que ya forman parte de la historia de la monarquía española.