Mar y viento. Cuando uno se asoma al número 235 de la Avenida Joan Miró, en Palma de Mallorca, se topa con un acantilado desde el que solo se escucha el rumor de las olas y la brisa según esta venga, de levante o de poniente. Ahí, en un emplazamiento único de la isla balear, se alza imponente Marivent, el palacio donde más feliz ha sido doña Sofía y que, con los años, es un pálido reflejo del goce que antaño albergó.
Los mejores recuerdos de doña Sofía quedarán ligados, para siempre, a este palacio que fue propiedad de un adinerado ingeniero y en el que la Familia Real española lleva desde 1972 veraneando. El gobierno balear se lo cedió a unos entonces príncipes Juan Carlos y Sofía y a la griega se le iluminaron los ojos ¡Al fin iba a poder tener esos estíos que anhelaba desde que salió de Atenas! Mallorca le recordaba a su juventud mediterránea, a los planes con sus hermanos y a los días perezosos en los que no había nada más que hacer que disfrutar del buen clima.
Marivent, el palacio 'envenenado'
Pero, a pesar de la alegría de la madre de Elena, Cristina y Felipe, Marivent fue un verdadero regalo envenenado. Para entender esto hay que trasladarse hasta el año 1923 cuando, Juan de Saridakis, su primer propietario, mandó construir una impresionante casa en la que pudiera albergar su lugar de recreo. El ingeniero se había hecho rico trabajando en las minas de Chile y tenía dinero de sobra para derrochar. No reparó en gastos, por lo que le pidió al arquitecto Guillem Forteza que diseñara para él la que sería, sin duda, su casa más querida. Saridakis vivió hasta sus últimos días en Marivent, donde sus muros estaban repletos de grandes piezas de arte de Picasso, Miró o Sorolla, entre otros artistas.
A su muerte, en 1963, el palacio queda como propiedad del gobierno balear por expreso deseo de su viuda, cumpliendo así la última voluntad de su marido, que deseaba ver Marivent convertido en un museo para que todos lo pudieran disfrutar. Pues bien, una década después, la Diputación Provincial se lo cedió a Sofía y a Juan Carlos como hogar de estío; algo que disgustó enormemente a la familia Saridakis.
Empezó entonces una batalla legal por el mismo, que se saldó en 1988 con la justicia dándole la razón a la familia del fallecido y devolviéndole a todos sus herederos algunas de las joyas culturales que seguían estando en el interior del palacete. Hablamos de más de 1000 obras de arte, otros tantos volúmenes de libros de su impresionante biblioteca y antigüedades de diversa índole.
La reina Sofía se encargó de la decoración de Marivent y distribuyó las habitaciones
Pero aquello no fue ningún problema para Sofía. Ella estaba enamorada de la finca en sí. De sus vistas a la bahía y del transcurrir de los días cálidos junto a los suyos; y eso nadie se lo iba a arrebatar. Los Saridakis podían tener todas las pinturas de Delacroix, ella se quedaba con el deambular tranquilo y descalzo entre las habitaciones de Marivent.
Cuando el matrimonio desembarcó en el palacete, Sofía se frotó las manos. ¡Había tanto que hacer! Tenía claro que deseaba dejarlo a su gusto, convirtiéndolo en una residencia cómoda y relajada; alejada de las imposiciones que el protocolo manda.
Quiso recrear, en versión mallorquina, algunos de sus rincones preferidos del Palacio de Tatoi, en Atenas, del que su familia había sido expulsada tras la derrocación de la monarquía en Grecia. Pensó en suelos rústicos, puertas de madera maciza, alfombras y vida junto a la impresionante piscina.
La casa principal, que se distribuye en dos plantas y un torreón, está repartida de la siguiente manera: salón, cocina, comedor, biblioteca y dormitorio principal; mientras que, en la segunda planta, se distribuyen el resto de los dormitorios; la mayoría con unas vistas espectaculares a Cala Major.
Pero si impresionante es el interior, el exterior deja a cualquiera con la boca abierta. Marivent cuenta con una espectacular terraza, que es uno de los lugares preferidos de la Familia Real para hacer vida en sus semanas de descanso en Mallorca. En 2017, la revista Vanity Fair, publicaba que ahí “nadie madruga, por eso el desayuno se sirve en la terraza hasta bien entrada la mañana”. Sofía imponía el buffet libre, para que cada uno de los huéspedes pudiera tomar lo que más le apetecía en cada momento. Una opción que, de nuevo, volvía a repetirse a la hora de la cena. La comida, como no podía ser de otro modo en esta familia tan marinera, se hacía a bordo del icónico yate Fortuna.
Diana de Gales, los Obama, los Clinton... visitas ilustres a Marivent
Pero eso, claro, era antes; cuando Marivent era un trasiego de niños corriendo con los pies mojados. Ahora todo es diferente. Los gritos infantiles han dado paso a un ritmo más pausado. Sofía acostumbra a llegar a su adorado Marivent a mediados de julio, junto a su inseparable Irene. Las dos hermanas, rodeadas del personal de servicio, aterrizan en la isla para disfrutar de unos días de mercadillos, paseos y agradables noches mediterráneas.
Hace años que el característico torreón que corona a la finca está destinado a recibir visitas importantes. Al principio, fue el dormitorio de los reyes, y, estos, además, aprovechaban una enorme sala adyacente para colocar unos cuantos colchones y que tanto sus hijos como sus sobrinos pudieran dormir todos juntos como el que se va de campamento. Pero hace décadas que esto ya no es así. Los hijos de los reyes crecieron y los eméritos dejaron de ser un matrimonio al uso. Ahora, esta zona se destina para recibir a los más altos mandatarios, como presidentes u otros miembros de las monarquías europeas. En la memoria de todos están las fotos de Diana de Gales, junto a Carlos y a sus dos hijos, visitando Mallorca, invitados por Juan Carlos, primo del actual monarca británico.
Son vent, la villa de Felipe y Letizia
Puntualmente, a principios de agosto, recibirán visita. Felipe y Letizia, acompañados de sus dos hijas, Leonor y Sofía, desembarcan en Marivent aunque lo hacen con condición: mantener su privacidad en su casita aparte. La familia tiene su hogar en una pequeña villa adyacente al edificio principal. Son Vent es su refugio para hacer vidas separadas aunque conectadas con la emérita y el resto de habitantes del palacete.
En Son Vent, y a gusto de Letizia, prima la decoración mallorqina, que honra el espíritu artesanal de la isla y que apuesta por diseños tan característicos como el estampado de ‘lenguas’ en textiles como cortinas y cojines. La madera rústica combina a la perfección con los tonos blancos y azules que impregnan la villa, cuya parte más característica la encontramos en el salón, coronado por una bóveda de marés, la piedra típica de la ínsula.
Felipe no es el único de los hijos de Sofía que tiene su propia casita, Elena tiene una y Cristina, otra. Son Ventet era el gran refugio de Iñaki Urdangarin en aquellos ruidosos veranos familiares en los que todo eran posados antes de embarcar en un yate ya vendido.
¿Cuándo se puede visitar Marivent?
Los 33.000 metros cuadrados de la finca dan para eso y para más. Además de contar con el edificio principal y los adyacentes, Marivent es famoso por sus jardines, que abrieron al público en el año 2017 y que están disponibles para ser visitados con una única condición: que no haya nadie de la Familia Real. Por lo tanto, a mediados de julio y agosto; este espacio suele cerrarse a los curiosos para, así, salvaguardar la privacidad de los Borbones.
Quien se acerque hasta esta joya paisajista, se topará, además de con las más de 40 especies autóctonas de flora, con las 12 esculturas que la fundación Joan Miró cedió al espacio para completar el sueño de su creador, que fuera un espacio abierto a todos los mallorquines y mallorquinas, un entorno único en el que respirar paz y cultura. Al menos, mientras nuestros 'royals' no andan cerca...