La travesía de Leonor por las Américas no está siendo tan dulce como algunos podrían imaginar. Sobre todo si se recuerda que, en realidad, este viaje no está pensado para el disfrute. Su estancia en el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano, en el que está instalada desde el pasado enero, es parte de su formación militar. Un proceso de educación castrense en el que está inmersa desde el pasado 2023, y que ahora la ha llevado a cruzar el Atlántico en el rol de guardiamarina.
Con todo lo que eso implica, que no es poca cosa. Y no solo por lo demandante de lo marcial de este tipo de formación obligada dado que será la próxima monarca y, por ende, jefa de las Fuerzas Armadas del Estado en el futuro. Los dolores de cabeza de la primogénita de Felipe VI se extienden más allá de los esfuerzos físicos en las maniobras y de las durísimas pruebas de adiestramiento por las que está pasando. Porque a todo lo anterior hay que sumarle algo que no es insustancial, que es el hecho de estar viviendo en una embarcación.
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La adaptación de Leonor que no llega casi tres meses después de zarpar
No importa cuan preparado esté un barco como el de la Armada para acoger a los estudiantes. Una vez que este zarpa, nada vuelve a ser lo mismo, porque hasta que no llega el momento de hacer una parada no se pisa tierra firme. Y esto trae consecuencias incluso en el plano físico para muchos de los navegantes, pues por mucha predisposición que haya por participar de las actividades, de nada sirve si el cuerpo no lo permite.
Es esto lo que estaría sucediéndole a Leonor, de acuerdo con nuevas informaciones que han visto la luz en el portal 'Monarquía Confidencial'. Este medio ha sido el que ha desvelado, justo en los días en los que tanto la princesa como el resto de sus compañeros están atracados en Punta Arenas, en Chile. Un enclave al que llegaron dos días antes de lo previsto, tras "una mala travesía" para la nieta de Juan Carlos I, tal y como lo concreta el citado digital.
"Ha tenido que hacer frente a las náuseas y los mareos mediante consumo de algunos medicamentos y una adecuada hidratación", expone el texto difundido, además de citar a las fuentes próximas a Zarzuela mencionadas al referir sobre Leonor que "físicamente, su cuerpo todavía no se ha adaptado y está experimentando síntomas normales". La cuestión es que, más allá de lo que ya se conocía acerca de los trastornos y dolencias con los que Su Alteza Real ha estado lidiando, ahora se confirma que por ello "se ha perdido algunas clases de instrucción".
No está pudiendo seguir el ritmo de las actividades previstas en la formación naval
Constancia de ello queda también en 'MC', especificando cuáles son esas actividades previstas en el programa de abordo de Elcano de las que no ha podido formar parte en vista de su estado. "Deporte en cubierta, navegación y maniobras, es en lo que se han centrado los guardiamarinas estos días como parte de la instrucción", reza la información disponible. La misma que especifica que todo ha seguido su curso "pero con la ausencia de Leonor por tener demasiados mareos y malestar general".
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Y es que cuando queda poco para que se cumplan tres meses desde que comenzó esta aventura sin precedentes en la vida de la Princesa de Asturias, ya no quedan dudas: la mar y ella no se avienen como gustarían. Eso sí, vaya por delante que no hay por qué alarmarse en demasía, pues se ha hecho saber que "el malestar que ha experimentado la princesa no reviste gravedad".
Precisamente por eso, todo continuará según lo planeado, con la previsión de "que retome su participación en los entrenamientos en breve". La ruta sigue, y no queda otra opción que reponerse, pues no será hasta el mes de junio que el navío llegará a puerto en Nueva York, el último destino.