Por afable que pueda resultar desde el prisma ajeno, no es fácil reinar. Mucho menos estarlo en la piel de una reina como Letizia, que hace cuestión de dos décadas ni siquiera contaba con un recorrido dentro de una institución tan sólida como lo es la monarquía. Ahora, veinte años después de contraer matrimonio con el entonces Príncipe de Asturias, la mujer que ponía rostro y voz al 'Telediario' cumple con su deber de consorte del soberano. Una ajetreada agenda en la que, por supuesto, siempre hay cabida para los encuentros con personas.

Interactuar con autoridades o gente de a pie forma parte de su día a día, de modo que debe estar preparada para ello. Y lo está, claro que con el bagaje de su profesión como periodista, así como por todo el tiempo dedicado a no errar en sus formas para evitar las críticas de los observadores de la Corona. Es así como ha conseguido trabajar esta imagen actual más próxima a los demás, a los que siempre se dirige, más allá de las formalidades protocolarias y su característico -y fuerte- apretón de manos, con dos palabras: "¿Cómo estás?"

Letizia saludo
Gtres

¿Por qué Letizia siempre saluda de este modo?

Pudiera parecer obvio que no es más que una muletilla como tantas otras que se pueden tener. No obstante, pocas cosas son arbitrarias cuando se trata de la realeza. Todo está medido y todo tiene una razón de ser. ¿Y cuál podría ser la de que estas sean las palabras más repetidas por la mujer de Felipe VI cada vez que saluda a alguien? Para descubrirlo, desde CLARA no hemos puesto en contacto con la psicóloga Lara Ferreiro, autora del superventas 'Adicta a un gilipollas'.

En declaraciones para la web de esta revista, la terapeuta remite a que, por norma general, Letizia "te hace sentir superespecial, único" cuando tienes una conversación con ella. "Incluso a una periodista el otro día le dijo 'oye, te has cambiado el color del pelo'", refiere. Y es que aunque te dice "¿cómo estás?", también hay una labor de análisis. "Es una persona muy cercana y empática, y estas son sus palabras de seguridad". La fórmula perfecta para "generar sensación de calidez y conexión", y desmarcarse de esa fama de "estirada y rígida" que durante tanto tiempo se le ha atribuido.

Letizia
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"Me han contado que te pregunta de dónde es tu vestido. Te pregunta por tu vida (...). Es una personalidad muy perfeccionista, y eso la lleva a querer agradar a las personas", nos expone Ferreiro. Porque a pesar de interesarse por los demás nazca de la cortesía, también entronca con el deseo de "reducir la imagen del protocolo e inaccesibilidad, reducir la asimetría de poder". Precisamente por eso demuestra tanta curiosidad por los individuos con los que trata, pese a que "le pregunta mucho a la gente y eso puede intimidar" cuando lo que quiere es "ser sencilla, crear una imagen de coherencia y estabilidad".

Los claroscuros de mantener un mismo guion

En la línea de lo anterior, no deja de resultar llamativo que esta estructura en formato pregunta siempre aparezca en escena. "Parece que sigue un guion a rajatabla", pone Lara sobre la mesa. Y es que por mucho que Letizia "te hace sentir especial y quiere causar muy buena impresión", también puede remitir esta forma de proceder al "síndrome del guion interiorizado, que mucha gente en situaciones no pare espontánea para no salirse fuera de control".

Desde la perspectiva de nuestra especialista, es importante destacar que actuar de este modo "forma parte de su personalidad". Ahora bien, al tratarse de una fórmula fija, es inevitable que se genere la percepción de que busca "minimizar el riesgo de errores y de malentendidos". Eso y que, por mucho que su intención primera sea la empatía, "lo repites de una forma que no hay conexión emocional, y habría que ver si hay emociones debajo".

Con relación a este comportamiento recurrente, Lara Ferreiro pone de manifiesta la posibilidad de que exista en ella "algún tipo de ansiedad social" en determinadas situaciones. Prueba de ello queda en "como coge el bolso, la rigidez habitual de sus brazos", así que no sería extraño que trate de dar con mecanismos fáciles para poder sortearla sin complicaciones. "No se permite ni un error", y eso, en muchas ocasiones, también es un arma de doble filo por muy estudiado que se tenga uno a sí mismo.